Isabel San Sebastián: "Si la reina Urraca ‘la Temeraria’ hubiera sido hombre, sería ‘el Audaz’"

La autora desgrana la historia de la primera mujer que reinó en España, en el siglo XII, una víctima de la misoginia de su tiempo

Isabel San Sebastián

Isabel San Sebastián / F. Rodríguez

Alicia Vallina Vallina

Alicia Vallina Vallina

La última novela de Isabel San Sebastián está en las librerías de toda España desde el 18 de abril. Pero la historia que en ella narra no es una más de las grandes epopeyas de las que forman parte sus personajes. Esta tiene nombre de reina, la primera de León y emperatriz de España, como así se denominaba en los documentos de la época que se conservan. Se trata de Urraca Alfónsez, apodada "la Temeraria" pues, tal y como señala la autora "su coraje y determinación se tomaron por temeridad debido a que la sociedad del siglo XII era terriblemente patriarcal y misógina, imbuida de prejuicios terribles". Sin embargo, la periodista y escritora asegura con rotundidad que "de haber sido un hombre, habría sido reconocido como ‘el Valiente’, ‘el Intrépido’ o ‘el Audaz’".

La historia de esta mujer está tamizada bajo el prisma de una novelista que, siempre empleando con rigor las fuentes documentales de la época, varía algunas fechas "para agilizar el relato". Sin embargo, la mirada de Isabel San Sebastián sobre el personaje va más allá de los datos históricos, fríos y muchas veces injustos al ser contados por los hombres que la envidiaron o quisieron usurparle el trono, y consigue liberarse de los prejuicios medievales para retratarla como una mujer poderosa y dueña de su destino.

"Descubrí a Urraca por casualidad", cuenta la autora. "Me adentré en el siglo XII con la intención de avanzar en mi saga dedicada a novelar toda la Reconquista, y ahí estaba ella. Todo un personaje en busca de autor, merecedor de ser rescatado de un desprecio secular y contado con respeto e incluso con afecto, que es lo que hago en la novela". Esta avanza con emoción por la vida de la reina contada a través de los ojos de Muniadona, su leal servidora y alter ego de la escritora. Una mujer amable, comprensiva e indulgente.

Urraca era hija de Alfonso VI "El Bravo" y de su segunda esposa Constanza de Borgoña, noble viuda, sobrina del abad de Cluny (la primera mujer del rey había sido Inés de Aquitania, que no logró darle descendencia). El monarca quería a toda costa un heredero varón, algo que no terminó de consumarse, por lo que Urraca fue educada siguiendo una instrucción netamente militar, especialmente centrada en la caza y la equitación.

Los constantes enfrentamientos con los musulmanes obligaron siempre a los reyes españoles a buscar alianzas duraderas más allá de sus fronteras. De este modo, fue la casa de Borgoña quien alcanzó un importante grado de compromiso con la corona através, entre otros, del compromiso matrimonial de Urraca con el noble Raimundo de Borgoña (hermano del papa Calixto II). Con él tuvo dos hijos que recibieron los nombres de Sancha y Alfonso (y con quienes la reina tuvo relaciones harto complicadas).

La muerte de la madre de Urraca, ocurrida a mediados del año de 1093, hizo que su padre se lanzara a los brazos de una viuda de origen musulmán llamada Zaida, con quien tendría a su único hijo varón, Sancho. Este falleció en la batalla de Uclés contra los almorávides en 1108 y, tras morir también Raimundo de Borgoña unos meses antes, Alfonso VI obligó a su hija a casarse con el rey de Aragón, Alfonso I "el Batallador", con el propósito de que encabezara a las tropas cristianas en su lucha contra el imperio almorávide. "Aun así, ella fue quien ciñó la corona de León", señala Isabel San Sebastián. "La lucha por ese poder marca dramáticamente toda su vida e impregna las páginas de la novela".

Urraca sufrió lo indecible con el rey aragonés no solo en el aspecto político sino también en el personal. "Se combatieron en el campo de batalla y en la intimidad del hogar. Ella padeció maltrato, cautiverio y todo tipo de violencia a manos de él, poco aficionado a las mujeres, pero no se rindió ni le cedió el poder. El relato de esa relación responde fielmente a lo que las crónicas recogen y resulta ser, al mismo tiempo, absolutamente actual", dice la escritora.

Urraca fue una pionera "en reclamar sus derechos y ejercerlos, en plantar cara al esposo que le habían impuesto y que la maltrataba, en desafiar los prejuicios de su tiempo, en otorgar fueros a hombres y mujeres por igual de manera expresa, en luchar por lo que era suyo, en reinar", concluye con emoción la autora.

La protagonista de esta historia tuvo que someterse al juicio implacable de sus contemporáneos que la tacharon de inestable, voluble, embaucadora, débil, engañadora e incluso de meretriz. Sin embargo, Isabel San Sebastián, que ha buceado y se ha sumergido de lleno en los hechos nos descubre a una mujer extremadamente fuerte. "En realidad Urraca estaba decidida a ejercer sus prerrogativas reales tanto en lo político como en lo personal (tuvo varios amantes e hijos con uno de ellos) y fue una mujer valiente e increíblemente resiliente. Soportó mucho más de lo que cualquiera de nosotras soportaría hoy, sin rendirse nunca, y jamás renunció a reinar a pesar de que tuvo que pagar un altísimo precio por ello".

Urraca se aferró a los pocos momentos de felicidad que le otorgó una complicada y dura existencia y por eso la escritora quiere tratar de paliar el agravio al que la reina se vio sometida en vida y siglos después de su muerte. "Fue una pionera a quien el feminismo contemporáneo jamás ha dedicado un recordatorio a pesar de que, por uno de esos azares del destino, fue a morir un 8 de marzo de 1126, mucho antes de que ese día fuese dedicado a reconocer a la mujer", recuerda.

Tal parece que la periodista tiene mucho en común con la protagonista de esta historia. "Compartimos valentía y determinación, así como la experiencia de haber sido perseguidas, atacadas e insultadas por defender nuestras convicciones. Y también compartimos Asturias y mucho de lo que significa el legado ancestral de esta tierra".

Isabel San Sebastián es asturiana de adopción y de corazón pues para ella es "hogar, raíces, amigos, amor, paz, belleza, seguridad, verdad". Por eso intenta pasar el mayor tiempo posible en la región, siempre que sus obligaciones y su papel como abuela se lo permiten. "Asturias es historia y es España. Paseando por sus bosques y sus playas las ideas brotan en mi cabeza como no lo hacen en ningún otro lugar. Asturias es el sosiego indispensable para abstraerme de la realidad, viajar en el tiempo y construir máquinas capaces de transportar conmigo a los lectores. Asturias es sinónimo de felicidad".

Por el momento, Isabel debe acompañar a Urraca en su largo periplo de presentaciones por toda España que, por supuesto, la traerán a Asturias más pronto que tarde. "Estaremos seguro en Salas, que ocupa un lugar destacado en la novela y, a partir del 17 de junio, celebraremos en Oviedo la tercera Semana de Novela Histórica-Escritores con la Historia en colaboración con el Ayuntamiento. Allí también estará muy presente doña Urraca quien, junto al obispo Gelmírez (y a menudo enfrentada a él), hizo mucho por el camino de Santiago, que tiene su origen en Oviedo, y que recorrió más de una vez en condiciones muy penosas", indica.

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