Hace unos cuantos años asistimos a un notable incremento de los salmones pescados por mujeres, hijas o familiares de afamadas sagas de pescadores, lo que podría interpretarse como un avance en una actividad de marcado carácter masculino. Curiosamente esta circunstancia coincidió con la implantación de un cupo personal de salmones por pescador o pescadora y año, lo que facilitó la explicación del proceso. En las últimas temporadas, especialmente esta, la mejora por parte de los pescadores locales en el manejo de las moscas artificiales y afines, para la pesca del salmón, ha sido espectacular. La capacidad de adaptación es inaudita, interdisciplinar y letal, pudiendo arrojarse moscas o ninfas al agua hasta con una vara de avellano sin contradecir la norma vigente. Si la restricción de cebos se hace con la idea de reducir las capturas o fomentar determinado arte, creo que no se está en el buen camino. Igual es una manera de promocionar las pretendidas rulas fluviales.