Pablo está preparándose para digitalizar todas las abejas de sus mil colmenas

"El campo tiene un enorme potencial, tenemos que creer en lo nuestro"

ASTURIANOS EN MORCÍN: Pablo Junquera

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Pablo Junquera Llaneza, apicultor. Está al frente de Miel Inmaculada, una de las empresas instaladas en el polígono de Argame, que se ha convertido en el motor económico de Morcín. Junquera se inició en la apicultura de niño y hoy explota más de mil colmenas repartidas por toda Asturias. Es un firme convencido del potencial del campo de Asturias para producir alimentos de cercanía, de «kilómetro cero», que poco a poco cada día son más demandados por el consumidor.

"Nací en Candás, mi padre era de Perlora y mi madre, de Sotrondio. Cuando era pequeño, todavía no andaba, vinimos a vivir a Oviedo. Mi padre y mi madre, los dos, eran profesores en el Instituto Femenino. Somos una familia de ocho hermanos. Vivíamos en lo que antes eran las afueras de Oviedo y ahora es Montecerrao. Y ahí fue donde mi padre tenía colmenas. Ahí empezó nuestra vinculación con la apicultura. Hace más de 50 años, cuando la apicultura era toda de truébanos. Pero mi padre, después de leer algunos libros, ya hizo colmenas movilistas, lasque estamos manejando ahora".

"Hace unos 40 años, pasamos de 100 colmenas. Y ahí ya te das cuenta de que hay posibilidades de crecer. Empezamos en un bajo de Oviedo, como almacén. Hace 20 años, hicimos una sociedad, nació la marca Miel Inmaculada, nuestra marca, e iniciamos el proyecto de Argame. Tenemos dos naves y una sala de extracción informatizada. Hoy tenemos más de mil colmenas. A veces llegamos a 1.300. Aquí dos y dos no siempre son cuatro, hay muchos factores que no manejas, como el cambio climático que se está produciendo, pero más o menos unos 15 kilos por colmena sí que lo sacas. Tenemos asentamientos en más de 30 concejos, desde Oriente hasta el Occidente. Vamos buscando las mieles de cada zona, según las distintas floraciones".

"Mi padre tenía mentalidad ganadera. Mis abuelos tenían una finca en Perlora. Mira, una de las cosas que más valoro yo es eso que había en casa de mis abuelos. Mis abuelos producían leche y todos los días iba mi tía a vender la leche a Candás. Y cuando había fruta, llevaba fruta. Si había huerta, llevaba huerta. Había esa confianza entre el productor y el consumidor, que ahora no la tenemos. Ahora vas a un supermercado, compras cualquier cosa y no sabes ni de dónde viene. Eso es lo que nosotros intentamos hacer, lo que ahora llaman ‘kilómetro cero’. Te digo la verdad, a mí no me gustaría llevar mi miel a Alemania porque me pagasen un duro más, me gustaría venderla aquí y que la conociéramos aquí, para que sepamos que tenemos una miel excepcional, que muchas veces no lo sabemos valorar. El consumo de productos de ‘kilómetro cero’ es una solución para valorar lo que tenemos en Asturias".

–Pero parece que crece la valoración por el consumidor de ese producto de cercanía.

–Sí, pero bastante despacio. Cuando la pandemia yo creía que nos iba a volar todo lo que producimos aquí, pero yo creo que se olvida todo muy pronto. Ahora vas al supermercado a coger lo más rápido y no miras ni la etiqueta. De hecho, en las etiquetas de la miel pone: ‘mieles de países diversos’. Y ya no sabes ni de dónde viene. Cuando te dicen eso, considera que es de China. Ese es otro de los problemas que tenemos. Aquí tenemos unas mieles de altísima calidad. Que la miel venga de fuera no me molesta, pero que pongan claramente que es miel de tal sitio y el que quiera, que la coja. Pero mira una cosa que se hace, y Portugal es uno de los países donde se hace, y es legal: tú tienes miel de China, le metes el 51% de miel de aquí y, de pronto, toda esa miel es de Europa. Y eso es legal, no te lo pierdas. Eso nos hace mucho daño. Son mieles que vienen con unas calidades muy bajas, y eso es lo que compite con nosotros en el supermercado".

"Hay que potenciar lo nuestro, yo estoy convencidísimo de que el campo en Asturias tiene mucho potencial. Y, en especial, desde el punto de vista apícola yo veo un potencial impresionante. Pero hay que trabajarlo y no puedes hacer las cosas igual que nos hacían nuestros abuelos. Ahora tienes que tener todo mucho más controlado".

"Nosotros tenemos un proyecto puntero para monitorizar los sentamientos, las colmenas. Vamos a empezar con un plan piloto. Consiste en poner, en el lugar donde tenemos la colmena, una torre de comunicaciones, con una cámara para ver lo que está pasando en ese asentamiento desde tu móvil. Así puedes actuar si tienes daños. El oso no es como el lobo que va, encuentra del rebaño y lo mata todo. Un oso va a un día y si consigue pasar, zampa una a dos colmenas y marcha. Luego va otro día y zampa otras. Tiene la despensa allí. Y entonces, si tú viste daños un día, vas al siguiente, lo proteges y ya no te entra más el oso. Además, vamos a medir también unos ciertos parámetros como el peso de la colmena, la temperatura, la humedad… Así sabes cuando las colmenas cogieron peso y tienes que desplazarte allí a poner las alzas… Ahorraremos no sólo en tiempo. Date cuenta que para ir y venir a algunos asentamientos ya machaques 60 euros de gasoil. Vamos a empezar en un asentamiento y luego extenderlo a todos".

"También estamos colaborando con FAPAS hacer desarrollar nuevos sistemas de protección contra el oso, que está viviendo p’acá. Ahí donde los túneles que van a Mieres ya encontraron. Y el colmenar que nosotros tenemos en El Vallín, en Morcín, está a 5 kilómetros de donde los vieron. Queremos mejorar lo que sea para poder convivir con el oso. El oso no me molesta, pero no quiero que se zampe mis colmenas. Estoy seguro que dentro de 10 o 15 años, si esto no cambia, van a acabar comiendo como los jabalís a las puertas de los ciudadanos. La gente está caminando por el monte mucho más que antes, estamos metiéndonos en su hábitat y ese bicho se está acostumbrando a nosotros. Dentro poco va a venir de los nosotros. Y también tenemos el problema gravísimo del avispón asiático, contra el que también estamos tomando medidas"»

"Otra idea de futuro que tenemos es dar formación. Este año ya dimos un curso de formación del certificado profesional de apicultor y tenemos a cuatro personas de ese curso trabajando con nosotros. A mí me haría mucha pena marchar de aquí sin enseñar a otro lo que yo aprendí. Esto es un paraíso para las abejas y este trabajo es para gente que le guste la naturaleza. Tengo muchos compañeros que les metí yo en este vicio y ahora tienen quinientas colmenas Pero tien que gustate. Si no te gusta, sales corriendo. Porque estos bichos piquen, eh".