Esto es lo que pasa cuando las vacas alcanzan el estado zen

«Esti ye uno de los momentos más difíciles que vivió la ganadería en Asturias»

ASTURIANOS EN SOBRESCOBIO: Adrián Fernández

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Adrián Fernández, ganadería La Lláscara. La gran pasión de Adrián Fernández, nacido en Soto de Agues hace 38 años, son las vacas de la raza asturiana de los valles. Hace selección genética, busca los ejemplares perfectos para vender reproductores a otros ganaderos. Adrián trabaja en el mantenimiento de la maquinaria de una empresa de Asipo. Y luego, «como afición», junto con su mujer, Paula, higienista bucodental, y su hijo Saúl, regenta la ganadería La Lláscara, que ha ganado ya numerosos galardones por la perfección que han alcanzado sus reses. Están en Llanera y, por temporadas, suben las vacas a pastos de Sobrescobio.

«Nosotros criamos animales de vida. Son animales que no van a sacrificio si no que van a ser futuros progenitores. O sea, nos dedicamos a la genética».

«Lo principal y lo más básico es la alimentación. Por ahí siempre hay que empezar. Tiene que ser una alimentación en la que no-y falte de nada a la vaca como a cualquier deportista no le pueden faltar carbohidratos o proteínas. Aquí va por otru lau: un porcentaje maíz, otro de soja, otro de trigo-cebada. Todo bastante bien mirao».

«Y lo que tien que haber ye un bienestar y una calma continua en los animales. No puede haber estrés. Por eso escogimos este tipo de finca aquí en Llanera sin cases alrededor, muy grande. Nunca dejamos espacios recogidos porque elles enseguida se empiecen a bloquear con los cierres».

«Y luego nosotros creemos en la música. Creemos en la música de continuo, suena las 24 horas. Eso sí, nos dimos cuenta que tenemos que cambiar la lista de temas de vez en cuando. Tenemos unos USB con música relajante tipo spa, sesiones de 15 a 16 horas y vuelta a empezar. Pero si a los siete días están con la misma música ya cambia el comportamiento. Así que cambiamos el lápiz y a otra cosa».

«Elles normalmente vienen a descansar y a dormir cerca de los altavoces que hay fuera. Y la comida se la damos cerca del altavoz. Cuando ya la música es muy repetitiva elles empiecen a alejase. Como que se acostumbran y ya no les da el placer que debería. Entonces cambiamos a otra lista, siempre relajante. Probamos con clásica y no nos funcionaba igual que ésta tipo spa».

«Eso ayuda a la docilidad y al manejo, que ye algo que nos interesa conseguir, vaques que se puedan manejar bien. Y tenemos súper comprobado que una vaca que sea muy dócil, los hijos son dóciles. Algunas que tenemos que son ya demasiado. Son ya como un perrín que no se separa de ti».

–¿Y usted cómo empezó con esta afición ganadera?

–Yo ya vengo de abuelos y padres ganaderos. Ahora estoy yo y detrás, mi hijo. Saúl tiene 13 años. Veremos cuando tenga 16. A la hora de salir con los amigos a lo mejor cambia y que se queden les vaques ahí. Pero la verdad es que ye un expertu, vuela casi por encima de nosotros. Estamos en plena campaña de concursos y a las cinco y media o seis de la mañana él ya está en pie y a funcionar. Y ye una ayuda tremendísima.

«Yo en casa siempre tuve animales. Ya con catorce o quince años tuve mi primera vaca, fue un regalu de mi güelu Laureano. El recuerdo ye ir con él al concurso local de Sobrescobio, en septiembre. De cuando tuviera seis, siete años y esperar como quien dice el año para que llegase esi día para ir con mi güelu, con tres o cuatro vaques que bajábamos, y querer siempre ganar alguna copa con mucha ilusión. Así empezó todo».

«Lo que mueve esto ye la pasión que tienes por la raza nuestra, la asturiana de los valles. Por buscar animales de mucha calidad. Porque para vender a otros ganaderos y que confíen en tí, tien que ser una genética de categoría. Nosotros buscamos animales muy grandes, que den terneros con más carne, porque de animales muy grandes podemos sacar otros terneros intermedios, pero al revés no. Buscamos una vaca de mucho tamaño pero sin perder la rusticidad de la raza para que se pueda adaptar bien al clima y a los puertos de altura».

«Nosotros solo tenemos animales de tipo normal. En la asturiana de los valles está el tipo normal y el ‘doble grupa’, lo que se conoce coloquialmente como ‘culón’. El gen culón, para hablar así coloquialmente, es un gen que se añadió en un laboratorio. Con eso perdemos pureza en la raza autóctona. Este gen produce muchos kilos de carne, pero no de la misma calidad que la de tipo normal. Perdiéronse muches coses con ese gen. En la maternidad perdióse muchísimo la calidad de la leche. Además, la asturiana de los valles tipo normal es más precoz que la culona. Una novilla de tipo culón igual hasta los tres años no tiene su primer celo. En ese tiempo la de tipo normal ya tuvo un parto. Nosotros, con 18 meses ya empezamos a inseminar o a meter al toro».

«Esti ye uno de los momentos más difíciles de la historia de la ganadería asturiana. Yo quiero ser optimista siempre, pero estamos viviendo tiempos malos. Hay una problemática muy grande con el lobo y con temas burocráticos. Demasiado machacar encima de un colectivo que si ya no tenemos tiempo a nada, cuanto más a papeleos excesivos. Y eso unido a los precios de producción y los costes que cada vez suben más. En Asturias no nos podemos permitir el lujo de tener 500 animales por ganadería, lo que te permite asumir ciertos números. Aquí son ganaderías en extensivo de pocos animales y a la mínima traba la gente va cerrando».

«Los montes van cerrando de maleza porque no hay ganaderías, porque antes había mucho ganado que lo limpiaba. El lobo fue echándolo. Nosotros mismamente íbamos al puerto en Sobrescobio con el ganado y dejamos de ir porque va cerrando, va habiendo más maleza y no puedes subir terneros para que el lobo te los coma. En vez de quedar en Sobrescobio con más animales y llevarlos al puerto, bajamos a Llanera por el invierno y por el verano subimos vacas a los prados a puertos, pero puertos bajos».

«Los puertos van cerrando y, al final, ni sirven para los ganaderos ni sirven para los turistas. Porque el turista vien a Asturias a ver verde y a poder pisar monte y eso, al ritmo que vamos, o cambia la política o llegará a desaparecer. ¿Quien va venir a Asturias a ver matorral? ¿A qué van a ir a Covadonga si no van a poder posase del coche?

–¿Su güelu Laureano que opina de lo que usted está haciendo?

–Tien 86 años y está orgullosímu. Él ya era un visionariu. Siempre fue muy futurista, quiero decite. Cuando nadie reparaba les cuadres, que taben así de cualquier manera, él ya metía el agua. Fue el primeru en el pueblu que tuvo el agua dentro la cuadra. Cuando todos soltaben a beber al bebederu, él metió el agua y, claro, de aquellos tiempos, eren costes elevaos. Por eso los vecinos decíen que taba locu. Fue del que yo heredé todo esto. Siempre me apoyó. Présta-y pola vida».