Algunas advertencias se hacen a tiempo o mejor no hacerlas. Bien lo sabe Javier Fernández, secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA) y candidato del PSOE a la Presidencia del Principado. Poco después del nombramiento del ingeniero Víctor González Marroquín como presidente del IDEPA, miembros del propio Partido Socialista advirtieron a Fernández de que al técnico que habían puesto al frente del gran instrumento para dinamizar la economía regional le iba a quedar muy grande el traje. Según aquellos consejeros áulicos, el ejecutivo mejor pagado de toda la Administración del Principado daba de sí lo que daba, pero carecía de la capacidad necesaria para la magna tarea que habían puesto en sus manos. Y así se lo hicieron saber al líder de los socialistas asturianos, a lo que Javier Fernández respondió algo así como: «Pues ya podíais habérmelo dicho antes de nombrarlo».

Alguien tendría que haber advertido también a algunos protagonistas de la guerra civil abierta en el seno del PP asturiano sobre la verdadera naturaleza del Partido Popular, una institución creada a la medida del hiperactivo fundador, Manuel Fraga, y, por añadidura, diseñada para obedecer como un solo hombre a los deseos del presidente de turno. Es un error habitual aplicar patrones de funcionamiento de partidos de izquierda -sometidos a escuchar la voluntad polifónica y a veces contradictoria de sus bases- al funcionamiento de partidos de derecha tan presidencialistas como el PP. Alguien creyó que en las filas conservadoras podía ocurrir lo que, verbigracia, pasó en el PSOE madrileño, donde la militancia dio una bofetada a Zapatero en la cara de Trinidad Jiménez y se echó en brazos de Tomás Gómez tan ricamente. En el Partido Popular las cosas no marchan así. La voluntad política circula de arriba hacia abajo, y no al revés, como bien se ha encargado de recordar estos días algún veterano militante. Así se diseñó para que funcionara con Fraga, después con Aznar y ahora con Rajoy, quien por si alguien no se había enterado tiene la primera y última palabra a la hora de designar quién será el candidato de los populares asturianos a las próximas elecciones autonómicas. ¿O no?

El nombramiento de Santiago Carrillo como hijo predilecto de Gijón, y más concretamente el apoyo de los populares gijoneses, encabezados por Pilar Pardo -Pilipá en estas gacetillas-, a la concesión de tal título honorífico, no le ha sentado nada bien al PP nacional. Tampoco al diario «ABC», que ayer cargó, sin embargo, contra la Alcaldesa: «Más que polémica, es incomprensible, injusta, desproporcionada y provocativa la decisión de la Alcaldía de Gijón, dirigida por la socialista Paz Fernández Felgueroso, de nombrar hijo predilecto a Santiago Carrillo. No se entiende».