El planeo ligero y ágil del milano real, como el de una cometa (no es casualidad que esta rapaz y otras de su género reciban en lengua inglesa el mismo nombre que el artefacto volador), se observa con regularidad desde hace cinco años en algunos lugares de Asturias durante el invierno. Es frecuente en la franja costera y en los valles bajos en paso, en primavera (estos días han empezado a verse los primeros migrantes) y, sobre todo, en otoño, y también aparecen aves en la cordillera durante los meses de verano, en dispersión desde la Meseta Norte, pero no se conocía la existencia de una población invernante hasta que, hace cinco temporadas, el ornitólogo José Antonio García Cañal obtuvo las primeras evidencias en la sierra de Tineo (con anterioridad se disponía de citas sueltas, irregulares y siempre de aves aisladas y muy dispersas por la región). Este invierno se ha llevado a cabo una primera estimación de esa población, dentro de un censo nacional de la especie promovido por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), y se ha podido determinar un mínimo superior al medio centenar de ejemplares, en su mayoría vinculados a dormideros (lugares de reunión nocturna), tres occidentales y el cuarto, oriental.

El milano real o milán del ráu forcáu (el nombre asturiano hace referencia a su característica cola ahorquillada) anidaba antiguamente en nuestros bosques: aparece citado con frecuencia en las topografías médicas y en otras publicaciones de principios del siglo XX, y todo indica que debió ser un reproductor regular y posiblemente común al menos hasta la década de 1940, quizá incluso hasta los años setenta o primeros ochenta (aunque los datos de la segunda mitad del siglo son muy imprecisos). Su desaparición probablemente obedeció a la persecución humana directa (disparos) e indirecta (venenos), la misma que hoy representa su principal amenaza en España, donde vive una de las principales poblaciones reproductoras de milano real del mundo -junto a la alemana y la francesa-, con un censo de entre 1.900 y 2.700 parejas en 2001, y donde se refugia en invierno el grueso de los milanos del centro y el norte de Europa (entre 54.000 y 62.000 aves en 1994).

La población invernante detectada en Asturias por los ornitólogos del grupo SEO-Asturias y de la Coordinadora Ornitolóxica d'Asturies (COA) representa una fracción insignificante del total nacional (apenas un uno por mil), pero tiene importancia por tratarse de una especie "casi amenazada" mundialmente (ha desaparecido de numerosos países europeos y en otros ha quedado reducida a cifras mínimas). Además, el milano real está declarado "en peligro" en España, con una tendencia demográfica muy negativa: la población reproductora disminuyó un 43 por ciento entre 1994 y 2001, y el declive continúa. La mayoría de las parejas vive en Castilla y León, aunque esta comunidad ha perdido al menos la mitad de sus milanos reales en los últimos 20 años. Esta primavera se abordará un nuevo censo de la población reproductora española y dentro del mismo se intentará localizar alguna pareja en Asturias en lugares donde han sido observadas aves en época de cría en los últimos años.

Los milanos reales que pasan el invierno en Asturias se concentran en los montes de Tineo, donde este mes de enero se censaron 32 ejemplares repartidos entre dos dormideros, uno seguido desde la temporada 2009-2010 y otro nuevo. El invierno 2012-2013 la cifra fue de 52 y un año antes, de 51, según los conteos efectuados por la COA. La aparición de dormideros desconocidos de un año para otro es habitual en esta especie, que también manifiesta un intenso trasiego de ejemplares entre dormideros vecinos, de manera que los conteos en fechas diferentes, aunque sean muy próximas, suelen dar resultados dispares. Las razones de esa conducta se desconocen, ya que no está relacionada con molestias ni con el calendario de la invernada. Un tercer dormidero, con solo tres aves, se localiza muy cerca de los anteriores, en Salas, mientras que el cuarto se encuentra en el valle del Güeña, en Cangas de Onís, sin emplazamiento fijo (varía de día en día) y con una ocupación máxima de 12 individuos. Probablemente haya alguno más en la cuenca del Nalón-Caudal (aguas arriba de Ribera de Arriba), en el valle del Deva-Cares, en torno a los embalses costeros del centro y en el valle alto del Narcea, a tenor de las citas recogidas este invierno, aunque todos ellos sumarán pocas aves, de manera que la cifra total de milanos invernantes en la región podría rondar los 60 o 70 ejemplares. Concentraciones superiores al final del otoño pueden corresponder a movimientos de paso o de dispersión, dado que esas aves no se relocalizan una vez entrado el invierno.

El hábitat ocupado en Asturias por los milanos invernantes coincide con las preferencias generales de la especie: arboledas para los dormideros, tanto de especies caducifolias como perennifolias (eucaliptos y pinos), y campos abiertos para alimentarse. Esta especie posee una de las dietas más variadas de entre todas las rapaces europeas, que admite desde insectos hasta aves del tamaño de una corneja. También aprovecha las carroñas, a las que suele llegar antes que los buitres, aunque depende de ellos para tener acceso a la carne. Su baja carga alar le permite planear en condiciones en las que resulta imposible para la mayoría de las aves de presa y realizar largos desplazamientos de búsqueda de alimento con un bajo gasto energético.