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Un momento vital

Antonio Campoamor reza por la vida de María

Antonio Pérez-Campoamor Muñiz fue el primer jugador asturiano en la máxima categoría del baloncesto español en los 80

Antonio padre, Antonio hijo y Pablo; delante, Nacho, María y Lucía. La foto es del primer día que salió toda la familia tras el accidente, para ir a la boda de Patricia, una sobrina.

Antonio Pérez-Campoamor Muñiz (Oviedo, 1966) fue el primer jugador asturiano en la máxima categoría del baloncesto español en los años ochenta. Alero zurdo con buen tiro, jugó en el CB Canarias y en el Fórum Filatélico de Valladolid, donde, junto a Sabonis, pasó a disputar el balón a los que habían sido sus cromos, que pegaban más en la realidad. Pasó al Gijón Baloncesto, Viña Costeira, Tradehi Oviedo y dejó la carrera a los 28 años. Estudió Económicas en Oviedo y es director financiero de Temper Energy.

-El conductor de delante va borracho -comentó Antonio Pérez-Campoamor.

-Pues lleva un niño, observó su mujer, María Manzaneque, pensando en sus hijos, Antonio, Pablo, Nacho y Lucía, que iban en los asientos traseros del monovolumen Galaxy azul.

Empezaba el domingo 18 de enero de 2009 y volvían de picotear en un bar de Valgrande junto a otros amigos, después de un día de esquí en Pajares.

Antonio se mantuvo alejado de aquel coche que hacía eses y que clavó el acelerador en cuanto se incorporó a la autovía.

Lo reencontraron pronto, empotrado en un quitamiedos y atravesado en el carril derecho. Lo pasaron por la izquierda y estacionaron en el arcén unos 150 metros más adelante. Llamaron por móvil al 112.

Enviarían una ambulancia.

Eran las doce y media de la noche. El tiempo se hizo lento. Los dos pequeños dormían. María estaba preocupada por aquel niño cuya cabeza había visto bambolearse al bajar el puerto. Se puso el chaleco reflectante y salió a la noche. Habían parado más coches en el arcén, cerca del accidentado.

A los diez minutos, Antonio, de 40 años, les dijo a Antonio, de 14, y a Pablo, de 12, que iba a buscar a su madre.

Cuando llevaba recorridos unos cincuenta metros oyó el ruido de una frenada, un golpe y, a continuación, otro más fuerte y, de pronto, vio un coche volcado algo más allá.

-¡María!

Echó a correr con las zancadas de sus dos metros de altura. Tras el coche volcado estaba su mujer, tendida en el suelo.

Balbuceaba.

Le cogió la cabeza y sintió la sangre en sus manos. María podía mover las piernas y hablar pero mezclaba respuestas correctas con incongruencias.

-Por favor, atiéndanla mientras voy a ver a los niños.

Ciento cincuenta metros a la carrera.

-Tranquilos, no pasa nada, pero no os mováis del coche bajo ningún concepto.

Ciento cincuenta metros a la carrera.

-Agentes, mi mujer está herida aquí y tengo cuatro niños en ese coche.

-Nos pondremos delante de ellos.

Los sanitarios de la ambulancia comprobaron que el niño del coche accidentado estaba bien, que su padre tenía una cogorza y que los demás heridos eran leves. La hematuria de María indicaba lesiones internas. Era la más grave. Salieron hacia Oviedo.

Antonio telefoneó a su cuñada Malén para que se hiciera cargo de los niños cuando llegaran al hospital; a su amiga Maite, con la que acababan de cenar y que trabajaba en urgencias, y a sus hermanas, que viven en Madrid.

Condujo despacio los veinte minutos interminables, rezando un misterio del rosario con los mayores muy conscientes de lo que pasaba, mientras los pequeños dormían.

-Hizo parada cardiorrespiratoria al entrar -le avanzó Maite.

-Está muy mal. Le estalló un riñón y hay que extirparlo inmediatamente -informó el médico en el primer reconocimiento.

En la tercera planta -quirófanos-, Antonio recorrió el pasillo de parte a parte.

Veinte años antes, cuando jugaba a baloncesto, un amigo le contó: "Dicen por ahí que eres un poco chulo". "¿Quién?" "María Manzaneque, ¿la conoces". Cuando la vio en Las Mestas le aclaró "no soy chulo, soy buen chaval". Empezaron a salir en pandilla, y después de siete años de novios se casaron.

-Hay que extirparle el bazo -avisó el doctor que salió del quirófano al cabo de una hora.

La Policía llegó para tomar declaración para el atestado.

Entraban al quirófano más bolsas de sangre.

En la ventana del final del pasillo, Antonio rezó al Salvador del Naranco, como nunca, para que sus hijos no quedaran sin madre ni él sin mujer.

-Puede haber sufrido daños cerebrales.

Hicieron falta ocho litros de sangre. La operación duró siete horas. Antonio pudo ver a María media hora cuando la llevaron a la uvi. Todo tubos y cables y la pierna derecha vendada y en alto.

-Las primeras horas son vitales -le dijeron.

Al día y medio la operaron a vida o muerte por la obstrucción de una arteria. Le hicieron un by-pass gastrointestinal.

El parte médico la recorría de cabeza a pies. Tenía rotas las apófisis de doce vértebras, casi todas las costillas y el brazo izquierdo. Lo que no estaba mal, estaba regular y podía complicarse.

-Corre riesgo de neumotórax.

Lucía o Belén o Carmen o José Luis, alguno de sus hermanos, le dio una pastilla. Antonio se durmió profundamente.

En tres semanas operaron nueve veces a María, con la que se ensañaron las bacterias de quirófano. Lo menos grave era la pierna. Hubo que amputarla desde la rodilla.

María hizo una dura rehabilitación, se acostumbró a la prótesis y supo organizar su vida a las nuevas circunstancias de una minusvalía del 81% que precisa de la ayuda de una tercera persona, no puede cargar pesos, se resiente si anda más de 150 metros, respira mal por un desplazamiento del tórax, lleva una bolsa externa de ileostomía y sufre cólicos frecuentes.

Animosa y atractiva, esta bióloga que se dedicaba a la familia representa en Asturias a la asociación de amputados Andade.

Sus hijos maduraron pronto. "Pensamos que no te veríamos nunca más", le dijo Nacho cuando la vio entrar en casa en una silla de ruedas.

En aquellos meses amargos Antonio comprobó la importancia de la familia y de los amigos. Siente que tiene un corazón fuerte porque fue capaz de aguantar mucha presión. Da gracias a Dios.

El juicio penal que determinó las culpas del accidente fue al año y medio del siniestro. El civil será el próximo 14 de mayo.

Antonio y María tienen muchas ganas de que todo acabe.

De pasar página.

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