Los nueve países europeos que comparten líneas ferroviarias de larga distancia, entre ellos España, se han puesto de acuerdo para reforzar los controles de documentos de identidad y de equipajes en trenes y estaciones, con el objetivo de evitar ataques terroristas como el abortado hace poco más de una semana por tres soldados norteamericanos en un convoy que cubría el trayecto entre Amsterdam y París.

Mientras Europa estudia medidas adicionales de seguridad, el Alvia de Asturias transita en sentido contrario. El escáner para la inspección de maletas que había en la terminal de la calle Uría de Oviedo fue retirado hace tiempo y no ha sido repuesto. El destinado a la estación gijonesa de Sanz Crespo no se ha llegado a usar. En Mieres y Pola de Lena, las otras dos paradas del Alvia en la región, tampoco los hay. Curiosamente, los viajeros que se suben al tren en Madrid con destino al Principado sí que están obligados a pasar sus maletas por un escáner, aunque hay días que no está en funcionamiento.

Contra lo que sucede en el aeropuerto, donde los controles de acceso son cada vez más exigentes, de acuerdo con la normativa comunitaria, para subir a un Alvia en Asturias basta con enseñar el billete a los operarios de Renfe.

La seguridad sí es exhaustiva en las líneas de AVE. España es, junto al Reino Unido, el único país de Europa que dispone de controles específicos de equipajes y de viajeros. Es más, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, asegura que muchas de las medidas que Europa quiere poner ahora en marcha ya se aplican en España desde los atentados del 11 de marzo de 2004. Ana Pastor, titular de Fomento, defiende que la estación de Atocha es una de las terminales "con los sistemas de seguridad más completos de Europa".

Una de las medidas propuestas para reforzar la seguridad ferroviaria tras el reciente ataque de Francia pasa por generalizar los billetes nominativos, algo que Ana Pastor ve "complejo".

Varias compañías han advertido ya de la dificultad de imponer controles estrictos de seguridad en todas las estaciones internacionales. El elevado gasto, según estas empresas, repercutiría en el precio que pagan los viajeros. Lo común es que no haya inspecciones de equipajes y que no sea necesario ni presentar el billete para subir a los trenes.