Es duro escuchar el relato de una mujer que ha sufrido una agresión sexual, la impotencia, la dignidad aplastada por la fuerza, la herida infinita que supone, que hace saltar las lágrimas a la víctima incluso después de haber pasado dos. Es lo que se ha vivido esta mañana en la sección tercera de la Audiencia Provincial de Oviedo, donde la gijonesa Y. F. I. ha relatado cómo su pareja, A. C. Á., la violó en la noche del 11 al 12 de marzo de 2017. Unos días antes, el 4 de marzo, la mujer había sufrido una brutal agresión. "Había ido a trabajar y cuando llegué comenzó a discutir. Decía que había llegado tarde. estaba colocando en casa comida que nos habían dado. Cogió una lata de albóndigas y me la tiró. Me dio en la mano. Me dio un ataque de risa, siempre me pasa cuando me pongo nerviosa. Él pensó que me reía de él y entonces cogió una silla e intentó darme con ella. Yo me metí debajo del mueble de la cocina y no me alcanzó, la silla no cabía. Luego me senté en la mesa de la cocina y llegó él y me dio dos rodillazos y un puñetazo en el costado. Me levanté de la silla porque me dolía un montón y me faltaba el aire. Intenté marcharme, pero me empujó y caí al suelo", ha relatado la mujer, una treintañera.

Una semana después, el costado aún le dolía. Después de volver de trabajar limpiando portales, lo único que quería era acostarse y descansar. "Estaba muy cansada, y además enfadada, porque el costado me dolía al respirar y tenía además que levantarme temprano, a las cuatro de la mañana. Él estaba jugando a la consola en la cama y entonces empezó a darme besos en el cuello. Yo le dije que no quería. Él decía que sí, que un poquito. Entonces me agarró de las muñecas, yo seguí repitiéndole que no quería. Me dio en la rodilla, yo me resistía, pero me dolía mucho el costado. Se lo dije hasta llorando, que no quería, que me estaba haciendo daño y al final lo hizo. No sé cuánto duró, me pareció una eternidad. Luego, él no dejaba de reírse y me dijo que no dijera que no quería porque me había gustado y solo servía para eso", relató la mujer llorando. Mientras todo esto ocurría en el dormitorio del hombre, la madre del presunto agresor veía la televisión en el salón. Esta mañana, la madre del presunto agresor ha declarado que no escuchó nada, y la magistrada presidente del tribunal le ha advertido de que podría incurrir en un delito de falso testimonio.

Tras haber sido violada, según su testimonio, la mujer se levantó a las cuatro de la mañana para hacer dos portales que no le había dado tiempo a limpiar el día anterior. Regresó más tarde y se refugió en casa de una vecina, que la convenció para que presentase una denuncia. La pareja tenía un amplio historial de peleas y agresiones. La mujer admitió que el maltrato verbal era continuo. La llamaba "loca, zorra, puta, zorra". En alguna ocasión le espetó: "Está vieja, solo sirves para ser puta y sin cobrar". La mujer ha corroborado esta mañana que el hombre le soltaba este tipo de barbaridades. La defensa, a cargo de Javier Fernández merino, aduce que todo es mentira, que unos días antes de la supuesta agresión, acudieron ambos a los servicios sociales y aseguraron que la convivencia era buena. En los servicios sociales se quedaron con la mosca detrás de la oreja. Y es que la pareja quizá quería dar a entender una normalidad inexistente, puesto que quería recuperar la custodia de su hijo, gemelo de otro que había fallecido tiempo atrás. El acusado aseguró que no le había puesto un dedo encima, y que la lesión que la mujer presentaba en el costado (se le diagnosticó una fisura) se la había hecho al caerse mientras limpiaba en un portal.

El ministerio público mantuvo su petición de doce años y diez meses de cárcel para el acusado. Añadió además la petición de siete años de libertad vigilada y la obligación de acudir a cursos de formación sexual.