Asturias premia a 53 estudiantes ejemplares por su esfuerzo ante las adversidades: "Esto es solo el principio, nos espera un futuro prometedor"

"El galardón nos estimula a seguir peleando", dicen los alumnos de la ESO, Bachillerato, Enseñanzas Artísticas y FP que fueron reconocidos esta tarde en La Laboral por su esfuerzo personal y rendimiento académico

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

"Esto es solo el principio. Nos espera un futuro prometedor, en el que seremos capaces de hacer grandes cosas". De ello está convencido Alejandro Cruz Palmeiro, alumno del IES Astures de Lugones y uno de los 53 jóvenes premiados hoy por la Consejería de Educación por su esfuerzo personal y rendimiento académico. El teatro de La Laboral de Gijón reunió esta tarde a lo mejor de los colegios e institutos asturianos, a la cantera de la que saldrán, como afirmó otra de las galardonadas, Puricima Daberechi, "los presidentes, doctores, abogados... del mañana". Porque si algo caracteriza a estos estudiantes es la dedicación y el empeño que han puesto –y siguen poniendo– en los libros. "Hoy vemos que las muchas horas de estudio han tenido su recompensa y estos premios nos estimulan a seguir peleando", aseguraron durante la gala.

La entrega de los premios extraordinarios del curso 2021/22 estuvo presidida por el presidente del Principado, Adrián Barbón; la consejera de Educación, Lydia Espina; el director general de de Ordenación, Evaluación y Equidad Educativa, David Artime; la delegada del Gobierno, Delia Losa; y la concejala de Educación del Ayuntamiento de Gijón, Natalia González. El presidente, que improvisó su discurso tras escuchar a siete alumnos galardonados, uno por cada categoría, reconoció que en Asturias "hay problemas", pero recordó que "solo pierde quien se rinde". "Esta región no se rinde. Vosotros no os rindáis", apostilló, dirigiéndose a los jóvenes, que estuvieron arropados por familiares y profesores. "Creo en la calidad de nuestro sistema educativo y os prometo que seguiré trabajando con todo el esfuerzo y la ilusión que he puesto hasta ahora", expresó, por su parte, la Consejera. 

De los 53 premiados, 10 fueron reconocidos por ser capaces, como dijo Lydia Espina, "de llegar a la meta pese a los muchos obstáculos que se encontraron en el camino". Para algunos esos obstáculos fueron enfermedades, para otros pérdida de seres queridos... Para Puricima Daberechi, del IES Pérez de Ayala de Oviedo, que intervino en representación de este alumnado, fue el idioma. "Llegué hace año y medio de Nigeria y, para mí, el 2022 fue el peor de mi vida. En clase no entendía nada. Empecé con 0, 0, 0... Hasta que me dije: yo puedo hacer más. Empecé a levantarme a las seis de la mañana para estudiar y utilizaba la música, que me encanta, para aprender el idioma. Y del 0 pasé al 2, al 4, al 7...", relató ante el público en perfecto castellano. Puricima ya tiene el título de la ESO y ahora estudia a la vez Bachillerato y un ciclo de FP. "Quiero ser abogada, pero, ¿cómo vamos a cumplir los sueños si no estudiamos? La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo", proclamó. 

Además del expediente académico, en tres de las siete categorías reconocidas (rendimiento académico en la ESO, premios extraordinarios de Bachillerato y el Concurso Hispanoamericano de Ortografía) para llegar al escenario de la La Laboral los participantes tuvieron que superar una prueba adicional. En el caso de las Enseñanzas Profesionales, los alumnos distinguidos tuvieron que aportar un vídeo con una actuación, y en Formación Profesional de grado superior, la Consejería valoró también sus trabajos y formación complementaria en empresas. Alejandro Cruz, del IES Astures, habló en nombre de los galardonados al rendimiento académico de Secundaria. "Este premio es algo que no había ni soñado y nos incentiva a seguir peleando", confesó. 

Tras él, Guillermo Álvarez Fernández, del colegio Santa María del Naranco de Oviedo, puso voz a los premios extraordinarios de Bachillerato: "Es un honor recibir este reconocimiento. Después de años de trabajo y esfuerzo vemos en días como hoy que se recogen los frutos. Este premio es un aliciente para continuar con el mismo empeño que hasta ahora en la etapa universitaria". Y terminó: "Es muy importante reconocer el talento y el esfuerzo que hacemos. Espero que esto sea el principio de más logros". Guillermo Álvarez fue en el pasado premio al rendimiento académico de Secundaria, al igual que otros dos estudiantes: Miguel Canga, del colegio Santa María del Naranco de Oviedo, y Juan José Mateos, del colegio Loyola de Oviedo. 

Sin abandonar la categoría de Bachillerato, José Manuel Cueva Escandón, del colegio Auseva de Oviedo, fue uno de los dos galardonados en el Concurso Hispanoamericano de Ortografía. "Yo soy más de ciencias y no me había planteado presentarme a una prueba de ortografía", relató. Pero lo hizo y ganó. "La ortografía es la gran olvidada por todos, está desprestigiada y una forma de mejorarla es leyendo. Tenemos que enamorarnos de la lectura", señaló. Dentro de la categoría de Enseñanzas Artísticas Profesionales y desde San Sebastián, donde ahora vive, Alejandra Cortijo Busta, del conservatorio Anselmo González del Valle de Oviedo, mandó un vídeo: "Este premio es una motivación para seguir en la música. No sé qué me deparará el futuro, pero seguiré esforzándome, no solo para conseguir títulos académicos, sino por el placer de aprender". Cortijo fue premiada en piano y el año pasado recibió el mismo galardón en la especialidad de flauta travesera. 

También con un vídeo dio las gracias Lucía Lacasta Izquierdo, del conservatorio Eduardo Martínez Torner de Oviedo. Lacasta fue una de las tres premiadas en la categoría de Enseñanzas Artísticas Superiores y en su breve discurso insistió en el apoyo de la familias, los amigos y los profesores. Algo que también destacó Ángela Ferreira Martínez, del IES Río Nora de Siero y galardonada en FP de grado superior junto a diecinueve compañeros. "Las familias no han subido a este escenario, pero son parte de este premio", dijo para nombrar a continuación a sus hijos Miguel Ángel y Daniela, a su pareja y sus padres. Ferreira estudió una carrera universitaria, después hizo un máster en Patrimonio Industrial y, tras ello, empezó a trabajar. Sin embargo, contó "algunas puertas se me cerraban por no tener una FP". Así que después de dar a luz a su segunda hija se lanzó "a la piscina" y empezó un ciclo de Formación Profesional. "No fue fácil compaginar estudios, trabajos y crianza". Pero lo logró. Y todo gracias, remató, "a una enseñanza pública de calidad": "Sin ella yo no estaría aquí". 

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