Asturias baja del millón de cartillas
Los concejos de menos de 10.000 habitantes perdieron 12.000 tarjetas sanitarias desde 2020 y tienen menos usuarios de salud que residentes censados, al contrario que los diez más poblados
Mientras el padrón oficial de Asturias desciende poco a poco hacia el millón de habitantes, otros indicadores acaso más vivos y ajustados a la realidad ya han cruzado esa frontera. El Principado tiene menos de un millón de tarjetas sanitarias, 993.901 en el último dato de la Consejería de Salud, remitido al grupo parlamentario de IU y firmado el pasado día 18 de enero. El recuento presenta un desfase respecto a los cómputos más recientes de la población oficial, que en una actualización más antigua –a fecha del 1 de enero de 2022– hablan de 1.004.686 residentes, y además de calibrar el volumen de usuarios potenciales del sistema de salud también permite aproximarse a la cuenta real de las personas que en estos comienzos de 2023 viven de forma efectiva en la región. Puede que no quepa efectuar una traslación absolutamente exacta entre las cartillas y los habitantes, pero el número sí da para tratar de poner al día la población real del Principado y para una reflexión sobre el retroceso y la peculiar estructura territorial que caracterizan a la doliente demografía asturiana.
Porque estas casi 994.000 tarjetas de 2023 todavía eran 1.019.945 –26.000 más– en 2019 y porque el recuento puede funcionar como el primer indicio del paso de la frontera psicológica del millón, que todavía no es oficial en ninguno de los recuentos de población publicados hasta ahora. El descenso al detalle por municipios ofrece además datos elocuentes sobre el nivel real de la concentración de Asturias en el centro urbano y sobre la magnitud que ha alcanzado el desequilibrio territorial que constituye un rasgo distintivo esencial de la estructura demográfica regional desde hace unas cuantas décadas. Miradas a través de la distribución de las tarjetas sanitarias, una y otro, la concentración y el desequilibrio, son incluso mayores de lo que parecen. Tomando el número de ciudadanos inscritos de forma efectiva como usuarios del sistema de salud, que pasa por ser un indicador tal vez más vivo y sensible a los cambios de residencia que la población oficialmente empadronada, se observa que los 59 concejos de menos de 10.000 habitantes, los de raíz más agraria y más aquejados por los males de la despoblación y el envejecimiento, suman ahora 12.000 cartillas menos que en 2020, una resta muy superior a la que indica el censo. Su número de tarjetas es notablemente inferior al de habitantes oficiales –134.847 frente a 146.907– y el fenómeno se da a la inversa si se aíslan los diez municipios más poblados del centro urbano, que también pierden, pero menos, y cuya última cifra formal de residentes, 753.665 en 2022, se queda corta ante las 757.619 tarjetas sanitarias registradas por Salud en su cómputo más reciente.
Hay más cartillas que habitantes oficiales en el centro; menos usuarios efectivos del sistema sanitario que residentes empadronados en el campo… Puede que el desequilibrio territorial asturiano sea incluso más grave en la vida real de lo que dicen los números del padrón. El estado de la cuestión encuentra además desde hace algunos años casos particularmente sangrantes en algunas demarcaciones concretas: las 48 cartillas de Yernes y Tameza rebajan hasta en un 64 por ciento sus 133 pobladores oficiales, Caso tiene aproximadamente la mitad de tarjetas que moradores empadronados –766 frente a 1.443– y en Somiedo, Quirós, Caravia o Ibias el número de usuarios de salud reduciría la población real a un 60 por ciento de la censada. Mucho de lo que no está ahí está en el centro, donde el número de pacientes se parece más al dato oficial. Hay incluso 9 concejos con más cartillas que habitantes registrados, y son o grandes municipios del centro o cabeceras de comarca con poder de atracción sobre sus entornos: Oviedo, Avilés, Corvera, Langreo, Mieres, San Martín del Rey Aurelio, Nava, Tapia y Vegadeo.
A la pregunta por los motivos de la falta de correlación entre el censo de habitantes y el de cartillas hay que responder hablando de un mosaico de razones que en algunos casos engordan artificialmente los padrones por motivos sentimentales o prácticos. Hay quien se muda y se lleva su tarjeta sanitaria adonde vive, pero sigue empadronado en su lugar de origen por simple apego a su pueblo, por mantener el derecho a disfrutar de licencias de caza y leña o autorizaciones de acceso a fincas y montes, o directamente por "militancia social"…
El desfase entre los dos recuentos invita a deducir que la crisis demográfica asturiana puede ser aun más grave de lo que aparenta y que "tenemos un millón de razones para activar políticas que frenen la despoblación en el medio rural asturiano y que eviten perder el millón de habitantes". Esto lo dice el diputado de IU Ovidio Zapico para alertar sobre la necesidad de una ley de reto demográfico que la Junta ha confirmado que todavía no tramitará en esta legislatura. "No se empezará a discutir como muy pronto hasta septiembre", lamenta. "Puede que pasemos 2023 en blanco".
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