Entrevista | Manuel López Apicultor y delegado del sector en COAG-Asturias

"La situación de los apicultores es límite, hay miel almacenada sin vender"

"Somos un sector pequeño pero importante; si la cabaña apícola mengua, productos que dependen de la polinización escasearán y subirán los precios"

Manuel López posa para LA NUEVA ESPAÑA en Oviedo. | Luisma Murias

Manuel López posa para LA NUEVA ESPAÑA en Oviedo. | Luisma Murias / Mariola Riera

Mariola Riera

Mariola Riera

Manuel López tiene 40 años y hace 18 que decidió apostar de manera profesional por la apicultura en su tierra natal, Cangas del Narcea. Aquí tiene unas 600 colmenas en las que produce bajo su marca, Fuentes del Narcea, una media de 15.000 kilos al año. Son muchos los problemas a los que se enfrenta el sector apícola, que se ha movilizado en toda España por la falta de apoyos y las dificultades para dar salida al producto nacional. Manuel López es delegado de apicultura en COAG-Asturias, organización agraria que lidera la defensa del sector.

–¿Por qué decidió apostar por la apicultura?

–Mis abuelos y mi padre siempre tuvieron colmenas. Pero ellos no se dedicaron profesionalmente, pues había otro motor económico en la comarca. Yo vi que podía empezar en ello, lo compatibilicé durante años con el trabajo que tenía como controlador numérico en una fábrica de muebles, pero luego aposté por venirme e instalarme definitivamente en mi pueblo, de donde me había ido para estudiar fuera. Poco a poco fui desarrollando el proyecto, creciendo en colmenas, instalaciones... Al final me casé aquí y fundé una familia.

–COAG convocó concentraciones días atrás en toda España, incluida Asturias, por el mal momento de la producción de miel.

–Ahora mismo tenemos varios frentes abiertos. En primer lugar lo peor son los costes de producción, disparados en el último año un 30% o más. Por otro, dejamos de ser competitivos en el mercado, ya que no podemos hacer frente a lo que entra de fuera. Sabemos que tenemos mejor miel y de más calidad, pero económicamente no podemos competir con los precios de la que se importa.

–¿En Asturias es tan grave la situación como en el resto del país?

–En general, sí. Es cierto que en España se agrava más porque se ha mermado la producción en un 60% este año por la sequía, las plagas... Aquí quizás hemos logrado mantener la dinámica, que tiene una tendencia a la baja, pero la hemos contenido en los últimos cuatro años y no es tan descalabrante la caída de producción.

–Una de sus quejas es la dificultad para dar salida a la miel, aseguran que "rebosa" sus almacenes.

–Es así. A través de nuestras pequeñas marcas canalizamos un 25% o un 30% de la producción con venta a comercios de cercanía y clientes de confianza. Pero el resto suele irse a granel a otros países como Francia, Alemania... Sin embargo, este pasado año no ha habido operaciones y las que hay son por debajo del coste de producción. La situación es límite.

–¿De cuántos apicultores profesionales hablamos en Asturias?

–Una veintena o 30 como mucho nos dedicamos en exclusiva y la mayoría tenemos el problema de nuestra miel almacenada sin poder venderla y sin previsión de hacerlo. Todo después de que 2022 haya sido de récord en importaciones de miel de otros países.

–Convenza al consumidor, ¿por qué llevarse a casa la miel asturiana y no la de fuera que es más barata?

–Está clarísimo que la miel, no solo la de Asturias, sino toda la nacional, es excepcional. En la cornisa cantábrica es exclusiva de floración silvestre, no hay ningún tipo de cultivo intensivo. La que viene de fuera son mieles mezcladas, a base de siropes de arroz y de maíz, pero se etiqueta como nacional.

–¿Cómo es eso?

–Pues se trae a Europa, se pasa por algún país de la UE para mezclarla con un poco de miel de tal país y así ya se puede etiquetar como que es originaria del mismo.

–En Asturias se aprobó a finales de año el sello de calidad IGP Miel de Asturias. Algo ayudará al sector y a la comercialización.

–La IGP está arrancando, no sabemos cómo va a funcionar, pero por supuesto esperamos que sea buena. Tenemos esperanza en que los grandes envasadores apuesten por el producto local. Aunque no sabemos si se interesarán por la miel que tenemos en los almacenes. Yo no estoy de momento en la IGP, el próximo año veré qué hago en función de cómo evolucione.

–¿Qué demanda más urgente tiene el sector apícola?

–Ayudas directas para ser competitivos en el mercado. Somos el único sector agrario que ha quedado fuera de la bonificación del 20% del diésel. Esto nos hace daño, pues nosotros también gastamos combustible para ir a ver nuestras colmenas y trabajar. Y por supuesto es necesario mejorar el etiquetado, que permita saber al consumidor de forma clara cuándo compra miel de fuera y cuándo miel de aquí.

–Usted tiene colmenas en el Suroccidente, territorio osero. ¿Le da muchos problemas, más ahora que la población aumenta?

–Dentro de la apicultura hay muchas amenazas. Está el oso, la velutina, las plagas y enfermedades... Estamos entre la espada y la pared. Lo del oso es un hecho que va a más. Es un animal que necesita comer, requiere mucha proteína y viene a las colmenas como ha hecho siempre.

–¿Y qué hacer para mantener a raya los daños y que el problema no se vaya de las manos, por ejemplo, como ha sucedido con el lobo?

–Proteger las colmenas y para eso necesitamos ayuda económica, no que nos dejen solos con esto. Cada cinco o siete años hay que renovar la protección eléctrica de los colmenares y eso corre única y exclusivamente a cuenta nuestra. No puede ser que nos quedemos solos.

–Se habla de que la población mundial de abejas merma de forma alarmante.

–Somos un sector pequeño, pero muy importante y creo que no se es consciente de nuestra influencia. Si la cabaña apícola va a menos, muchos productos que dependen de la polinización escasearán y eso incrementará los precios. Todo va encadenado y creo que nos deben prestar más atención.

–¿Se arrepiente de haberse hecho apicultor?

–No, para nada. Al final es un proyecto de vida, estoy aquí y lo aposté todo. Por supuesto hay momentos en que te lo piensas, como ahora, dada la situación límite. Pero supongo que, como en todo, vendrán momentos mejores. Cuando empecé fueron muy bien la cosas, se daba bien el producto, había buena venta. Nada que ver con ahora. Pero no me arrepiento.

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