Los amigos del kamikaze de la AS-II, en su funeral: "Jamás pensamos que nos dejaría así"

Consternación en la multitudinaria despedida en Candamo a Alberto Fernández, un joven "que siempre había tenido una actitud positiva"

Asistentes al funeral, a las puertas de la iglesia de Santa María de Grullos, ayer.

Asistentes al funeral, a las puertas de la iglesia de Santa María de Grullos, ayer. / M. G. S. / I. P.

M. G. S. / I. P.

La pequeña iglesia de Santa María de Grullos, en Candamo, se llenó ayer de dolor para despedir al kamikaze de la AS-II. Un gran número de familiares y amigos lloraron a Alberto Fernández Reigada, "Beto", el moscón de 39 años que perdió la vida la madrugada del sábado tras recorrer casi toda la autovía en sentido contrario y provocar la muerte de otra conductora, la maestra Purificación Ramos Villagrasa, de 50. "Beto nunca hacía mal a nadie. Desbordaba alegría por todos sus poros", leyó un amigo de la familia durante el funeral, que fue oficiado por ocho curas. Su tío, Alberto Reigada, párroco de La Tenderina, en Oviedo, no concelebró la misa, sino que estuvo arropando a su hermana Mari Luz, madre de Beto, y a sus tres sobrinas, Lorena, Sonia y María.

"Jamás pensamos que tú, el menor de cuatro hermanos, ibas a dejarnos así", pronunció el amigo de Beto que hizo de portavoz de la familia. "Eras la alegría de la casa y un torbellino de vida. Fuiste para todos nosotros un regalo de Dios", leyó con el templo a rebosar de caras tristes y llantos. Fuera casi había más gente que la que cabía dentro. Muchos eran jóvenes amigos de Beto Fernández. Aunque las palabras no salían fruto del dolor, algunos consiguieron contener las lágrimas por unos minutos y hablar: "Siempre estaba alegre, nunca tenía un ‘no’ y estaba ahí para los amigos. Con él, la diversión estaba asegurada. Todos los adorábamos. Estamos destrozados".

Precisamente por eso, cuesta tanto a familiares y amigos hacerse a la idea de que Beto sembrase el pánico en la AS-II la noche del viernes, no solo acabando con su propia vida, sino destrozando la de otra buena mujer. Por ella, por Puri Ramos, rezaron en el funeral de ayer y pidieron "misericordia y perdón". Por el momento, no ha habido contactos entre ambas familias, pero la de Beto, muy creyente, no descarta hacerlo más adelante, cuando el dolor no sea tan desgarrador. La misa, que se hizo en Candamo por ser el concejo en el que reside la madre de Alberto Fernández, fue presidida por el cura de Sama, Luis Ricardo Suárez, y oficiada por otros siete sacerdotes: Felipe Cabezas, José Antonio González Montoto, Teo Méndez Couso, José Antonio Couso, Amador Galán, José Manuel Pidal y Luis Miguel Menes.

"No tengo ni un mal recuerdo de él. Siempre tenía una actitud positiva. Era muy simpático y cuando estaba él, sabías que lo ibas a pasar bien. Tenía un sentido del humor muy rápido. Llegaba e iluminaba cualquier sitio", rememoró una amiga, tras el funeral. "Una muerte así ni te la esperas ni te la quieres creer. La gente lo está juzgando sin conocerlo, solo se quedan con la palabra kamikaze. Y eso hace todavía más difícil esta situación", reconoció. "Beto era una persona cariñosa, extraordinaria, trabajadora, amable, feliz... Lo tenía todo y no tenía problemas. No sabemos por qué se produjo esto. Es algo inexplicable y nos duele que se hagan juicios de valor", manifestó otro amigo, que pidió "prudencia" y "dejar a la Guardia Civil que actúe". "Con esto –aclaró– no estoy justificando lo que hizo: cometió una infracción y mató a otra persona".

Últimos momentos

Todavía son muchos los interrogantes que envuelven al suceso y los resultados de las pruebas toxicológicas que le practicaron a Alberto Fernández podría tardar aún días. Qué hizo Beto antes de pisar el acelerador de su furgoneta es otra de las preguntas que están en el aire. Algunos amigos asistentes al funeral afirman que venía de la inauguración de un establecimiento hostelero en el que había estado trabajando. El moscón había heredado la empresa de su padre Manuel, fallecido el 25 de noviembre de 2018, y dedicada al montaje de grandes electrodosméticos para la hostelería. "Estaba trabajando y quizá se lió y cogió el coche cuando no debía...", comentaron. Según ha podido saber este periódico, lo que sí está claro es que Beto visitó, antes de coger la AS-II en sentido contrario, un local del barrio de Porceyo, en el entorno de la autovía donde encontró la muerte.

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