La sidra asturiana, tradición y símbolo de "resistencia silenciosa" en la Navidad cubana

En la mesa del escritor y premio "Princesa" Leonardo Padura no falta El Gaitero, un homenaje a la rebeldía anticastrista familiar

Leonardo Padura, ante los gaiteros de la banda «Ciudad de Oviedo», en 2015, antes de recoger el premio "Princesa de Asturias". A la derecha, Anuncio de sidra El Gaitero de principios del siglo XX.

Leonardo Padura, ante los gaiteros de la banda «Ciudad de Oviedo», en 2015, antes de recoger el premio "Princesa de Asturias". A la derecha, Anuncio de sidra El Gaitero de principios del siglo XX. / Miki López / El Gaitero

Mariola Riera

Mariola Riera

El chiste dice así y lo cuenta el escritor Leonardo Padura (La Habana, 1955) a LA NUEVA ESPAÑA para explicar el arraigo del consumo de sidra asturiana en la celebración de las fiestas navideñas en Cuba:

Va un cubano a la bodega en Navidad y dice:

–Deme una botella de sidra El Gaitero.

–No tengo, lo que hay es champán Delaviuda –se justifica el bodeguero.

–¡Coño! ¡No me jodas que se murió el gaitero! –exclama el cubano confundido.

No queda otra que echarse a reír cuando lo cuenta, además, Padura –que también ríe con ganas– con ese inconfundible y guasón acento cubano. "Lo de la sidra y concretamente El Gaitero pienso que es una tradición que trajeron los gallegos y asturianos a Cuba", apunta el escritor y premio "Princesa de Asturias" de las Letras en 2015. "La sidra se vendía en Navidad y se convirtió en parte de esa celebración. Funcionó, y especialmente con El Gaitero, tanto que hasta hay ese chiste", añade el autor vía telefónica desde La Habana, donde ha celebrado las fiestas, por supuesto, con la citada sidra asturiana.

Es conocido que a principios del siglo XX comenzó a colarse la "famosa en el mundo entero" sidra achampanada hecha en Villaviciosa en los comercios en América, y concretamente cubanos –"los ultramarinos que llaman ahí", apunta Padura–, que estaban en manos de los emigrantes de la región. Precisamente fue la demanda de estos de tener sidra asturiana en sus negocios lo que hizo que la compañía Valle, Ballina y Fernández comenzara a champanizar la bebida para poder conservarla en óptimas condiciones durante los entonces largos y pesados viajes marítimos de exportación hacia América.

A finales del XIX El Gaitero es así una especie de cordón umbilical entre los emigrantes asturianos en ultramar y su tierra de origen, sus costumbres y tradiciones. Más de un siglo después lo sigue siendo, sin dudas, pero si se atiende a la explicación de Leonardo Padura, la sidra achampanada también cobró otro significado: el de símbolo de "resistencia silenciosa" a la decisión del dictador Fidel Castro, en 1969, de decretar la eliminación de las fiestas navideñas, pese a que siete años antes las había incentivado con fervor.

Lo logró Castro a medias, porque hubo familias como la de Padura que hicieron oídos sordos y en Navidad siguieron con la celebración, tal y como lo ha reseñado el autor en su primer artículo días atrás en el diario "El País". Así las cosas, en su casa no faltó nunca el árbol de Navidad, "cada vez más desmejorado, con menos bolas de cristal", o el belén, "ya afectado con ausencias de personajes y figurantes".

Era, relata Padura, un "acto de resistencia silenciosa" e "iba por encima de cualquier condición política o incluso religiosa. Era la ambientación más propicia para que la familia se sintiera familia y cenara el día de Nochebuena en una mesa...". Y en esa mesa, pese a tiempos de carencias, había ricos alimentos para continuar la tradición (cerdo asado, frijoles negros, yuca...) y, por supuesto, turrón español "o modesto sucedáneo cubano" y sidra asturiana. Esta última era más complicada de conseguir, explica el escritor, "pero con lo que hubiera, en familia, nos deseábamos entonces una feliz Navidad y… un próspero Año Nuevo".

Escritor consagrado y de fama mundial, Leonardo Padura no tiene problema hoy en día para llenar la mesa por Navidad en La Habana. Tiene también la nacionalidad española y en este país pasa mucho tiempo. Estuvo a principios de diciembre y antes de partir a su hogar no olvidó, por supuesto, hacer recados. "Regreso a La Habana desde Madrid y en mis maletas llevo carga pesada y simbólica: turrones blandos de Jijona, duros de Alicante, también de yema tostada, más dos botellas de sidra asturiana El Gaitero (...). Estos son los complementos indispensables que en cada ocasión propicia me exige mi madre, casi centenaria, para festejar la Navidad y la llegada del Año Nuevo, tal como ella entiende que debe ser". Feliz Año.

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