Natalio Grueso, exdirector general de la Fundación Niemeyer, dio esta mañana en la Audiencia Provincial de Asturias las primeras explicaciones sobre su trabajo y la supuesta malversación de fondos y falsedad documental de la que se le acusa en relación con la gestión del proyecto cultural del centro artístico avilesino. Y su tono fue siempre de orgullo. "El patronato conocía perfectamente el trabajo que desarrollábamos y en cada acta se incluían felicitaciones expresas". "Yo me encargaba de la gestión artística y no estaba en el detalle de la contabilidad"; "Me interesaba por una factura de 89.000 euros, pero por una de 60 euros de un hotel, no". "El Niemeyer era un proyecto clave para Asturias; cuándo se facturaba cada viaje o cada cosa no lo sé".

Ni una vez bajó el tono el exdirector, que se enfrenta a once años de prisión por los delitos continuados de malversación en concurso medial con falsedad, otro societario y un tercero de insolvencia punible relacionados con la supuesta emisión de facturas falsas o manipuladas. Mostró Natalio Grueso absoluta seguridad en su trabajo, sin que dejara trascender ni una duda, ni un análisis crítico.

Un ejemplo de ello: cuestionado sobre el tipo de contrato o vinculación laboral que tenía su entonces mujer -Judith P. P.-, también imputada en el caso, Natalio Grueso aseguró que "todo el mundo era conocedor de que trabajaba para nosotros", aunque no tuviera un contrato formal. Interrogado sobre a quién había pedido permiso para esa colaboración, Grueso aseguró que "a todos. Aunque ni siquiera tenía que haberlo pedido. Debía haberle puesto un sueldo de 5.000 euros y nos dejábamos de historias".

Grueso defendió el trabajo que hacía su exmujer, que habla cuatro idiomas, asegurando que "si no hubiera sido por ella la Alcaldesa de Avilés no se habría enterado de nada" en las reuniones con profesionales internacionales.

El exdirector general de la Fundación Niemeyer, que ha contestado hoy a las preguntas del fiscal, Alejandro Cabaleiro y del abogado de la acusación que representa los intereses de la Fundación Niemeyer, Alejandro Riera, lo ha hecho prolijamente -demasiado, a decir del presidente del Tribunal, que le pidió más concreción y que "entrara a matar" en las respuestas-, sin mostrar ni un atisbo de preocupación. Su tesis, reiterada, es que "el Niemeyer era un proyecto clave para Asturias" con el que se generaron en los primeros años más de 14.000 movimientos y facturas vinculadas a viajes "y yo no estaba en el detalle de la contabilidad". Su dedicación era a la gestión artística y departía sobre todo lo que tenía que ver con el proyecto "con el Presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces. Sabía todos los movimientos"; la parte de la contabilidad le correspondía, en detalle, a las sucesivas Consejeras de Cultura y Presidentas del Patronato de la Fundación.

Grueso ha rechazado sin fisuras su responsabilidad en las presuntas irregularidades en facturas, "¿Pero qué se cree que hacíamos?", y sólo ha admitido que realizaban deslizamientos contables fruto de un problema importante: que los patronos no aportaban en tiempo y forma el dinero que debían aportar a la Fundación, y eso podía generar crisis importantes de liquidez si no se estaba pendiente de demorar o trasladar facturas. Ha explicado que la única cuestión que pidió respecto a la facturación y la contabilidad fue al principal proveedor de servicios, El Corte Inglés, al que le solicitó que permitiese no pagar las facturas en el mismo momento en el que se presta el servicio porque se quedarían sin liquidez y que en la medida de lo posible se pudiesen dilatar las fechas de pago.