El principal acusado en el “caso Niemeyer”, el exdirector general de la Fundación Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer Principado de Asturias Natalio GruesoNatalio Grueso, mostró en la primera jornada del juicio su genio y figura: valorando las preguntas que le hacían como pertinentes o impertinentes, mostrando su cansancio por cuestiones que le parecían repetidas, añadiendo sus propias preguntas, cuestionando palabras que se decían en el relato, disculpándose siempre que el presidente del Tribunal le llamaba la atención...

Más de media docena de veces fue advertido por el presidente del Tribunal, aunque nunca alcanzó un tono de tensión. “Conteste a las preguntas de forma más directa. Como si dijéramos, “entre a matar””, le pedía el magistrado. “Le pido disculpas”, reiteraba Natalio Grueso, que a cada pregunta contestaba casi nunca de forma concreta y casi siempre con las apreciaciones que le parecían a él más interesantes, aunque no fueran exactamente el motivo por el que se le interrogaba. Nunca se mostró amilanado, ni por las penas que se le piden -se enfrenta a once años de cárcel-, ni hubo resquicios en su discurso. Y detalles concretó pocos. Las suyas eran explicaciones constantes del clima general de trabajo con el que se impulsó la Fundación Niemeyer: recurriendo a un entramado de colaboradores “porque era una fórmula más moderna” que la otra alternativa de crear una estructura fija de personal contratado “que para el trabajo que desarrollábamos debería ser de 10 o 12 personas como mínimo”.

Grueso se permitió, incluso, llamar la atención varias veces al fiscal y al abogado de la acusación cuando consideraba que una palabra no era apropiada: “no es eso; las palabras son importantes”, sostenía cada vez. Un ejemplo: el abogado Alejandro Riera le preguntó por un viaje que “disfrutó” alguien y que abonó la Fundación. “No diga disfrutó. Era un viaje de trabajo. Eso no es disfrute”, puntualizó.

Hizo las primeras dos horas de declaración de pie, pese a que le anunciaron que el interrogatorio iba para largo y podía sentarse. “Así estoy bien, gracias”, dijo el acusado. Sólo se sentó cuando, tras un receso, volvieron las preguntas y siguió otra hora de diálogos, más tensos y donde ya se evidenciaba el cansancio.

Junto a Grueso se sientan en el banquillo de los acusados su exesposa, Judit Pereiro, el exagente viajes J.M.V., el exsecretario general de la Fundación, José Luis Rebollo y el exdirector de la Producción, Marc Martín, quienes afrontan penas que oscilan entre los 18 meses y los ocho años de prisión.

Grueso no solo se enfrenta a once años de cárcel, sino que se enfrenta también a una petición de la Fiscalía de diez años de inhabilitación y una multa de 24.000 euros por irregularidades detectadas en la gestión al frente de la Fundación Oscar Niemeyer, creada en 2007 con capital público.