Los "sanjuaninos" imponen el Silencio a golpe de tambor

"¿Hoy no bailan los sanjuaninos?", se preguntaban muchos en la procesión del Silencio, símbolo de recogimiento y dolor

Amaya P. Gión

Amaya P. Gión

"¿Hoy no bailan los sanjuaninos?", se escucha ayer a muchos por las calles de Avilés. Su popular ritmo, que ha traspasado fronteras, se ha convertido en un imán, uno de los focos de la Semana Santa local. Pero no siempre bailan los niños y jóvenes de San Juan de Evangelista. El Jueves Santo no es día de júbilo, sino de recogimiento. Solemnidad y belleza son las palabras que simbolizan la procesión del Silencio. Y la de ayer no fue una excepción. Las calles se abarrotaron ante los pasos de La Verónica (en carro) y La Tercera Palabra –escoltados por reservistas del Ejército– y fueron los "sanjuaninos" quienes impusieron silencio entre la algarabía con sus golpes enérgicos de tambor.

"¡Cómo molan estos! ¡Dale ahí! Vaya porrazos que pegan", comentaban unos turistas cuando la banda enfilaba la calle La Fruta.

El silencio y el recogimiento marcaron el paso de la Tercera Palabra portada a hombros por una veintena de cofrades, símbolo del dolor de los pecados y la tristeza que acompaña la inminente conmemoración de la muerte de Jesús.

La banda de tambores, que impresionó al público. | M. Fuentes

La banda de tambores, que impresionó al público. | M. Fuentes / A. P. Gión

La Cofradía de San Juan Evangelista representa con el Paso de la Tercera Palabra cuando un Jesús clavado en la cruz dijo a su Madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". Y luego, dirigiéndose a su amigo y discípulo Juan, añadió; "Ahí tienes a tu madre". Las tres imágenes, sobre un manto de claveles rojo sangre, resplandecieron con los flashes nada más partir de la parroquia de San Nicolás. Porque cada vez son más los aficionados que acuden en tromba a las procesiones avilesinas para inmortalizar el espectáculo que ofrecen las cofradías.

El conjunto de la Tercera Palabra estuvo precedido por la imagen de La Verónica. En su mano portaba la fina tela con la que limpia el ensangrentado y sudoroso rostro de Jesús, coronado en espinas, que constituye el sexto paso del vía crucis; el mismo pañuelo en el que quedó grabada para siempre la cara del "Rey de los judíos", al que apedrearon, insultaron y atormentaron hasta la muerte.

En silencio, ese mismo silencio que da nombre a la comitiva, avanzó lentamente con los cofrades de San Juan, con su indumentaria azul, roja y blanca. El retumbar de los tambores y los imponentes bombos hizo aún más conmovedora la agonía de Jesús crucificado. El ritmo se suavizó en La Muralla para coger de nuevo ímpetu en la subida de La Cámara. Los faroles marcaron el paso de la comitiva, dibujando una línea de color que se convirtió en una especie de metáfora del camino de Cristo hacia el Padre en un ambiente de recogimiento y reflexión bajo miles de miradas.

La baja temperatura no amedrentó a los cofrades y la mayoría procesionaron con pies desnudos, ante la sorpresa de algunos: "Pero si la mayoría van descalzos, ¡con este frío!".

Quienes quieran ver de nuevo a los "sanjuaninos" en plena acción tienen otra oportunidad este viernes, en la procesión del Santo Entierro. Uno de los momentos álgidos de la tarde es el saludo que ofrecen a la Dolorosa. Para disfrutarlo solo se necesita paciencia y encontrar un buen sitio entre la multitud.

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