Entrevista | Kiko Lorenzo Sociólogo, habla esta tarde en Llaranes

Kiko Lorenzo, sociólogo: "El manejo emocional de los debates identitarios impide abordarlos con naturalidad"

"Eludimos el diálogo porque tenemos miedo a que oír otras opiniones debilite la nuestra"

Kiko Lorenzo.

Kiko Lorenzo. / Mara Villamuza

Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

Las Jornadas del cuidado que organiza la unidad parroquial de Llaranes-El Pozón tienen esta tarde como invitado al sociólogo Kiko Lorenzo (Madrid, 1972). El ponente ha trabajado en el equipo de estudios de Cáritas Española y en la Fundación Foessa, que anualmente publica un pormenorizado informe que analiza la evolución de la pobreza en España, una realidad que ha investigado desde diversas perspectivas. La charla es a las 19.30 horas en el colegio público de Llaranes, con acceso libre.

–Según está anunciado en el programa, hablará en Llaranes del diálogo en nuestro marco de convivencia. ¿Qué mensaje desea trasladar al auditorio?

–Que es fundamental entender la importancia del diálogo como vía de entendimiento. Pero, ¿qué ocurre? Que muchas veces nos da miedo aproximarnos a otros postulados porque pensamos que podrían cambiar los nuestros o debilitarse. Sin embargo de eso se trata, el diálogo enriquece, aporta matices y eso permite construir una sociedad más comunitaria.

–Y sin embargo vivimos desde hace un tiempo de forma exacerbadamente polarizada.

–Así es, por desgracia. Hay una polarización económica que pone en cuestión hasta la existencia de la clase media y otra ideológica, política e identitaria que nos tensiona en ámbitos como el feminismo, la memoria histórica, el tener que estar con la derecha o con la izquierda... Y por el miedo a ver debilitada mi opinión eludimos el diálogo, pese a que es una necesidad antropológica que nos lleva a descubrir, si somos honestos, dimensiones ocultas de nuestra propia identidad.

–¿Deben existir líneas rojas en un diálogo?

–Si bien todos los seres humanos son merecedores de respeto, ciertos planteamientos no lo son necesariamente. Imaginemos la defensa del esclavismo o comportamientos que atentan contra los derechos humanos; no cabe en la cabeza defender semejantes postulados.

–El actual clima de crispación que existe en España, ¿puede estar distrayendo la atención y hurtando esfuerzos en materia de avances sociales?

–Hay mucho debate abierto sobre las identidades: la nacional, las territoriales, la política e incluso la sexual. Y hay un manejo tan emocional de esas cuestiones –de hecho es su denominador común– que nos impide hablar de ellas con naturalidad. El planteamiento de que "lo mío es siempre lo mejor" no es camino para avanzar y, ciertamente, empeñarse en la defensa emocional de un argumento resta atención a otras cuestiones como la importancia de pensar en términos comunitarios. Porque las personas con más vulnerabilidades solo encuentran salida a sus problemas cuando se abordan desde una óptica de comunidad.

–¿Se atreve a hacer una diagnóstico de la salud moral de la sociedad española?

–Hay un excesivo peso del individualismo y abusos de la mercantilización y el hedonismo. Y la conversión de nuestro modelo social en algo depredador tiene un coste: que perjudica a los más desfavorecidos.

–El mismo día de esta semana que el informe Foessa alertaba del imparable crecimiento de la pobreza en España, la lista de los más ricos del país nos hacía saber que sus fortunas han aumentado un 30 por ciento. ¿Qué lectura hace de esto?

–Es un reflejo de la polarización económica de la que antes le hablé. Cuando hay crisis generalistas, y llevamos unas cuantas, no afectan por igual a toda la sociedad: las familias de rentas más bajas sufren más daño, pierden empleos, viviendas...

–Ya sabemos cómo están las cosas, pero ¿cómo podemos cambiarlas?

–Si seguimos pensando que la lógica del mercado es ajena a la voluntad de las personas, entonces es irreversible. Pero si cada uno individualmente adoptase comportamientos menos egoístas, el cambio sería posible. Imaginemos: la decisión de comprar o no un producto, poner precio a un piso que quiero vender, dejar o retirar o los ahorros en un banco... La suma de muchos pocos puede cambiar el todo.

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