Nada puede parar a Esther: la avilesina que reina bajo el agua a pesar de su ceguera

Bermúdez perdió casi por completo su visión al sufrir un grave accidente con tan solo 20 años

Nada puede parar a Esther: la avilesina que reina bajo el agua a pesar de su ceguera

Noé Menéndez

Noé Menéndez

Noé Menéndez

Hace dos décadas la vida de Esther Bermúdez dio un giro de 180 grados. Esta avilesina, que está a punto de cumplir 40 años, estudiaba Química en la Universidad de Oviedo, había empezado a trabajar en Cristalería Española, tenía su grupo de amigos… Todo seguía el guion previsto para una persona de su edad. Yendo a trabajar sufrió un grave accidente de tráfico que truncó todos sus planes. El cinturón de seguridad falló y Bermúdez chocó contra la parte delantera del vehículo. Por culpa de ello estuvo un mes en coma. "Hasta los médicos nos lo decían. Podemos contar que su recuperación fue un auténtico milagro, porque la daban por muerta. Hasta me preguntaron sobre lo que quería hacer con sus órganos", reconoce María Gloría Blanco, su madre, que aún se emociona al recordar aquellos días.

"He nadado durante prácticamente toda mi vida. Con nueve años empecé en Corvera, de la mano de Nacho y David, a los cuales agradezco mucho que me hiciesen un hueco en el Club Natación Avilés", cuenta Bermúdez, que, al entrar en la universidad, decidió dejar de lado su pasión para centrarse en sus estudios. Pero de repente todo cambió. Ese accidente de tráfico hizo que todo lo que estaba planificado se fuese al garete. "Para nosotros fue un golpe durísimo", confiesa Blanco, que nunca perdió la esperanza, aunque los pronósticos fuesen totalmente fatalistas. "Mi marido sí que llegó a perder la fe, pero yo no quise rendirme. Es cosa de madres", explica la madre de Esther, que desde ese momento tuvo que abandonar su puesto de trabajo para hacerse cargo de su hija. "A nivel psicológico fue un shock. Tengo otros dos hijos, que son mayores que ella, y como quien dice, ya teníamos a los tres criados. Tocó volver a empezar de cero", apunta. El accidente obligó a los médicos a que tuviesen que reconstruir el 50% de la cara de Bermúdez, que ahora apenas tiene visión. "Solamente tiene el 50% del campo visual en el ojo que conserva", señala Blanco.

Pero eso no fue un impedimento para volver a la que ha sido su gran pasión desde entonces, la natación. "Los médicos nos recomendaron que hiciese deporte, y nos dimos cuenta que, aunque andaba mal, cuando se metía en el agua nadaba perfectamente", comenta Blanco. Y es que, tras el accidente, Bermúdez tiene problemas para conservar recuerdos en el corto plazo, pero lo vivido antes de los veinte años aún se mantiene en su retina. Entre esas cosas está, como no, la natación. "Al principio le costó mucho, porque había perdido todo el fondo físico y el sentido del equilibrio", asegura su madre, que se puso en contacto con el club de su infancia, el Club Natación Avilés, para que les dejasen entrenar, algo a lo que no pusieron ningún inconveniente. Tras volver al agua, llegó a sus oídos la posibilidad de entrar en el Mareastur, un club de Oviedo, y la decisión no pudo ser mejor. Bajo la tutela de la entrenadora Beatriz Álvarez Valderrama comenzaron a llegar los éxitos nacionales, con diferentes logros deportivos en Campeonatos de España y por Comunidades, destacando en la categoría S10, en 2020 una medalla de oro en 200 libres, un cuarto puesto en 200 estilos y un quinto en 100 braza, por citar los últimos.

"Para nosotras es un orgullo recibir un premio así, sobre todo por ella", reconoce Blanco, que hoy a las 20.00 horas acompañará a su hija para recibir el premio en la Gala del Deporte Avilesino por su carrera. "Todos los días íbamos a las siete y media de la mañana a Oviedo a entrenar, y ahí estábamos hasta las doce. Todo ese sacrificio se ve recompensado con este galardón", apunta la avilesina, que no puede ocultar su alegría al ver como es reconocida la historia vital y deportiva de su hija. "Tenemos mucho que agradecer a Nacho y David, del Club Natación Avilés. Siempre que Esther ha necesitado algo, que la entrenen o que miren por ella, nunca han puesto problemas", expone Blanco. "Espero dentro de poco volver al Club Natación Avilés porque mi corazón está en Avilés", asegura Bermúdez, que está volviendo a entrenar para nadar con los masters.

Tras superar el bache de la pandemia, algo que afectó mucho a Bermúdez por no poder salir de su casa, ahora todo vuelve a sonreír. "Nunca la dejé caer y nunca la dejaré. Yo voy con ella a donde haga falta, pero está prohibido rendirse o bajar los brazos", sentencia Blanco. Bermúdez es la viva imagen de que, con la fuerza necesaria, todo se puede conseguir.

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