Entrevista | Leonardo Padura Escritor, autor de la novela "Personas decentes"

"La historia cultural cubana no se puede escribir sin mencionar a sus músicos y jugadores de béisbol"

"La exigencia de ser políticamente correctos se ha ido por encima de lo admisible; el único límite que deberíamos tener es ser éticamente correctos"

El escritor Leonardo Padura.

El escritor Leonardo Padura. / Miki López

Christian García

El escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955), visitará Avilés el lunes 18. El premio Princesa de Asturias de las Letras de 2015 presentará en el Centro Niemeyer su libro "Personas decentes", la última pieza de su reconocida serie de novelas sobre el detective Mario Conde. Con la mirada crítica que le caracteriza, la obra del autor cubano entrelaza dos épocas de la capital cubana separadas por cien años. Antes de pisar suelo asturiano, el autor charla con LA NUEVA ESPAÑA sobre sus inicios como periodista, la situación actual y el devenir de su país y su vínculo con la música y el deporte.

-Ejerció como periodista en sus inicios. ¿Qué recuerdos guarda de aquella época?

-Estudié Literatura en la universidad, pero tuve la posibilidad de comenzar a trabajar el mismo año en que me gradué, en 1980, en una revista cultural que se llama "El caimán barbudo", y aunque muy desvencijada y digital, aún existe. En esa revista trabajé tres años y me dediqué a la crítica de libros, teatro y alguna que otra entrevista. En 1983 me sacaron por mi ideología y me reubicaron en el periódico Juventud Rebelde. Allí tuve la ocasión, y aún me cuesta trabajo entender cómo pasó, de escribir largos reportajes para las páginas dominicales del periódico. Hice mucho periodismo de investigación y de temas históricos, en los que escribía, y puedo repetirlo con absoluta certeza, de lo que quería, como quería y con la extensión que quería.

-¿Qué le aportó la experiencia?

-Esos años de trabajo en el periódico se encuentran entre la publicación de mi primera novela, "Fiebre de caballo", y la primera novela de Mario Conde, "Pasado Perfecto". Al leerlas se aprecia un crecimiento como escritor, y ese crecimiento se produjo gracias al periodismo. Después trabajé de nuevo en una revista cultural, donde volví a hacer entrevistas y algunos artículos. A partir de ahí, desde 1995, mantengo colaboraciones con diferentes revistas y periódicos. Ya no trabajo en una redacción, pero no dejo de hacer periodismo porque creo que es una manera de complementar toda una serie de miradas, de análisis y sensaciones que no caben en las novelas. Las novelas salen cada dos o tres años, mientras que el periodismo te da la oportunidad de tocar diferentes temas. Es una profesión que me encanta, pero que tiene el peligro para el novelista de que, si sigue practicándola como profesión principal, pueda lastrar su trabajo. Yo he podido invertir esa relación y soy un escritor de novelas que colabora con la prensa.

-¿Qué hay del Padura periodista en sus novelas?

-Lo que escribo para el cine, los ensayos, en prensa y la novela, forman parte de un mismo sistema, en el cual hay un pensamiento, una forma de ver la vida y la realidad que en cada caso se adaptan a las características del medio. No se escribe igual un guion de cine que una novela, pero forman parte del pensamiento del escritor que practica estas formas de creación. Pienso que el periodismo, si uno lo trabaja con la dignidad que merece, puede ser un vehículo magnífico para expresar las condiciones de una realidad.

-Comentaba los problemas derivados de su pensamiento ideológico durante su etapa como periodista. ¿Cómo le afectó representar aspectos críticos de la realidad cubana en sus novelas?

-Tengo una posición muy privilegiada. Tuve una gran suerte desde que gané el premio Café Gijón en el año 1995 a raíz de la novela "Máscaras". Desde entonces estoy vinculado a la misma editorial. Escribo mis libros y salen directamente de mi ordenador al de mis editores, me aporta una gran libertad, porque escribo lo que quiero escribir. Trato que mi literatura no tenga un discurso político como enfoque central, sino que sean historias que reflejen una sociedad y en las cuales es posible hacer una lectura política. Eso ha implicado que tenga una mirada crítica sobre la realidad cubana y pago un precio por eso. En Cuba no salgo en periódicos, ni en televisión ni en radio. Mis libros circulan poco y mal, pero puedo hacer mi trabajo y es lo más importante. Lo que pasa es que contrasta tanto mi invisibilidad en Cuba, con la visibilidad que tengo aquí en España, que uno piensa que cómo es posible que la gente en la calle me identifique más en Madrid o en Asturias que en La Habana, mi propia ciudad.

-En "Personas Decentes" muestra dos etapas de La Habana separadas en el tiempo. ¿Cómo ha evolucionado Cuba?

-Esta novela tiene dos momentos históricos. Uno se desarrolla en la primera década del siglo XX. Tiene en el centro un policía que es el narrador de una historia que se desarrolla alrededor de un personaje histórico, muy contradictorio y peculiar como es el proxeneta más famoso de la historia de Cuba, que además era político, Alberto Yarini. Otra, una historia en el 2010 acerca de la relación entre Cuba y Estados Unidos, con la visita del presidente Barack Obama, la llegada de los Rolling Stone, la grabación de Rápido y Furioso en La Habana, equipos de béisbol que van a Cuba de la liga norteamericana... Esto prácticamente se para bruscamente tras la llegada a la presidencia de Donald Trump, que supuso un retroceso en las relaciones. Entre el retroceso y cierre que significó Trump, la pandemia del coronavirus y la ineficiencia del sistema económico cubano, ha provocado una crisis profunda que se vive en Cuba, que se puede medir en términos cuantitativos. Las cifras aclaran más que cualquier explicación. El hecho de que en los dos últimos años haya salido de Cuba el 5 por ciento de su población, unas 500.000 personas, expresa muy bien las condiciones de la sociedad y las necesidades insatisfechas de las personas que buscan en otro lugar la posibilidad de reorganizarse.

"Contrasta que la gente en la calle me identifique más en Madrid o en Asturias que en La Habana, mi propia ciudad"

-Hablaba de la censura, pero ahora se habla mucho de la cultura de la cancelación. ¿Qué opina?

-Creo que estamos viviendo en un mundo en el que la exigencia de ser políticamente correctos se ha ido por encima de lo admisible. Pienso que se ha ido al extremo y muchas personas, para no ser censuradas o canceladas, se autocensuran. Esto lo veo desde la perspectiva propia cubana. En el caso de la literatura, es muy complicado, porque una de las condiciones que tenemos los escritores, especialmente los novelistas, es ser políticamente incorrectos, es hablar de las cosas desde una perspectiva que rebele. El único límite que deberíamos tener es ser éticamente correctos. Yo no tengo derecho a utilizar mi literatura para ofender, denigrar o cancelar a otras personas, pero debo tener la máxima libertad para poder expresar lo que creo. Este fenómeno ha tenido tanto auge en estos tiempos que ha llegado a los usos de la lengua, a alterar incluso la gramática para ser políticamente correcto, lo cual me parece que son excesos bastante complicados y que socialmente pueden ser potencialmente peligrosos.

-Hablemos de música. Usted y su obra están muy vinculados a la salsa. ¿Qué significado tiene?

-La salsa es un fenómeno cultural muy importante en el proceso de creación artística del Caribe. Es el principal movimiento punk caribeño, de un Caribe más grande que su geografía y que va del sur en Cali, hasta el norte en Nueva York. Es un fenómeno cultural que mezcló y sintetizó tradiciones, ritmo, maneras de expresar la realidad... Es un fenómeno que resulta muy atractivo porque escuchas música y a la vez entiendes la realidad de los hispanos en Estados Unidos, la forma de vivir la vida alegre o tristemente por los latinos, fenómenos como el amor, la felicidad, el desencanto... Todo tiene cabida en la salsa de una manera creativa y con nombres importantes como Juan Luis Guerra o Willy Codón, que han hecho de esta música una creación esencial en el conjunto cultural caribeño de los últimos 50 años.

-¿Y qué le parecen los nuevos estilos musicales urbanos, encabezados por el reguetón?

-Es un tema que me va a costar posiblemente muchas cancelaciones, porque creo que, después de haber vivido la gloria de lo que significó la salsa, entrar en este mundo del reguetón, con una música rítmicamente elemental y con letras que merecerían ser canceladas. Muchas veces te encuentras posturas machistas y violentas con respecto a las relaciones con las personas y la realidad. Realmente creo que es un momento de pobreza. Sé que hay defensores y teóricos que avalan la pertenencia del reguetón, y sé que es la consecuencia de una situación social que se está viviendo en el universo latinoamericano, especialmente en el caribeño, pero ha salido por el lado que me parece menos amable.

-¿Le daría protagonismo en futuras novelas como representación de la realidad social?

-Por supuesto, no lo descarto. Es algo que ha invadido a la sociedad. En estos momentos, la banda sonora de un país como Cuba, Puerto Rico o República Dominicana, está marcada por el reguetón y es una realidad que no podemos negar. Uno puede estar más o menos de acuerdo, gustarle más o menos determinados fenómenos o procesos, pero tampoco tiene el derecho a desconocerlo cuando es algo que está presente en la realidad. En este caso es uy evidente que hay un fenómeno cultural que ha ascendido y tiene una presencia importante en los comportamientos de expresar la realidad de artistas y de personas.

-Además de la salsa, en algunas obras da protagonismo al béisbol. ¿Qué significa este deporte en Cuba?

-En Cuba, el béisbol es lo que el fútbol para España. Forma parte de la cultura y de la espiritualidad cubana. Llegó de Estados Unidos en el siglo XIX y fue, en su origen, una manifestación antiespañola en un momento en el que Cuba era colonia española. España representaba el atraso. Este deporte venía de un país moderno, potente y creativo. Se adaptó muy fácilmente a la sociedad cubana y se convirtió en el deporte nacional. Siempre digo que la historia cultural cubana se puede escribir sin nombrar a sus escritores, pero sería imposible hacerlo sin mencionar a sus músicos y peloteros. Son las dos grandes fuentes de ídolos populares que ha tenido mi país. El béisbol en Cuba es casi una religión. En estos momentos está bastante desvencijado tras la fuga de los jugadores a probar suerte a las ligas norteamericana o japonesa, las mejores del mundo. Pero sigue siendo el deporte más amado de la sociedad, a pesar de ser un deporte tan complejo y difícil. Si uno no nace viendo béisbol, nunca lo entiende.

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