El Stradivarius de Sarasate rompe a hablar en Avilés: el logro del lutier Roberto Jardón con un violín del siglo XIX

El avilesino y George Stoppani "fotografían" en la revista "The Strad" el sonido de uno de los instrumentos del violinista romántico español

Roberto Jardón, en su taller de la plaza de Álvarez Acebal.

Roberto Jardón, en su taller de la plaza de Álvarez Acebal. / Ricardo Solís

Saúl Fernández

Saúl Fernández

"Nunca se habían hecho mediciones acústicas del Stradiviarius que el violinista Pablo de Sarasate legó al Real Conservatorio de Madrid cuando murió [eso fue en 1908]". Esto lo dice el lutier avilesino –del barrio de La Carriona– Roberto Jardón. Está en su taller de la plaza de Álvarez Acebal, rodeado de esqueletos de próximos violines, de libros y fundas de instrumentos.

Habla en pasado porque ese "nunca" ya se ha convertido en un "ahora": Jardón y George Stoppani acaban de publicar "la fotografía de la música que sale de uno de los instrumentos más importantes del mundo" vuelve el lutier avilesino. El estudio que han realizado los dos especialistas lo acaba de publicar la revista británica "The Strad" en el número de este pasado enero. Es, de hecho, portada del mes.

"The Strad" es la principal revista del mundo para todo lo que tiene que ver con los instrumentos de arco: para sus intérpretes, pero también para sus lutieres… Lleva, de hecho, casi siglo y medio apostando con constancia por la música de cuerda: la primera vez fue en 1890.

Así que ya están en este reportaje sus protagonistas: el violinista navarro Pablo de Sarasate –una especie de Paganini a lo español, tan respetado en la segunda mitad del siglo XIX como para que la reina Isabel II becara su formación en París o para que Camille Saint– Saëns le dedicara una de sus obras, que, por supuesto, estrenó de manera mundial–; el constructor de instrumentos de Cremona Antonio Stradivari y los lutieres Roberto Jardón, uno de los más importantes de España en el momento presente, y el propio Stoppani, que es inglés y vive en Mánchester.

Jardón y Stoppani lo que han realizado son las mediciones acústicas del Stradivarius que Sarasate legó al Conservatorio de Madrid en 1909, cuando murió millonario y respetado por el mundo entero. "Hicimos dos cosas: las mediciones acústicas y las geométricas, con las acústicas me refiero a que buscamos la respuesta sonora del instrumento, es decir, lo específico del instrumento, algo así como su huella digital. Con las medidas geométricas hemos descrito el instrumento desde el grosor de las tapas hasta la arquitectura de sus bóvedas", señala Jardón. "Estos datos, propios de museo, hasta ahora no se habían realizado.

El violinista Pablo de Sarasate.

El violinista Pablo de Sarasate.

Y eso que el Stradivarius de Sarasate lleva más de un siglo en el museo del Conservatorio", resume Jardón en su taller avilesino, una mezcla de carpintería, de biblioteca y de laboratorio.

Los dos expertos escriben en su artículo que el violín "Boissier-Sarasate" –todos los Stradivari del mundo tienen nombre propio–: "Aparte de su histórico valor, derivado del simple hecho de pertenecer a Sarasate, hay varias características que hacen del instrumento algo ‘fuera de lo común’". Combina maderas de arce con abeto y ébano. Está fechado en 1713. "Sarasate lo adquirió por 20.000 francos en 1888 al taller Gand y Bernardel", cuenta Jardón. "Al día siguiente de comprarlo, Charles Gand se arrepintió y llegó a ofrecerle 5.000 más de esos veinte mil que había pagado. Sarasate no aceptó", añade el lutier avilesino. "Si estuviera a la venta ahora sería por decenas de millones de euros", calcula el experto.

"Sarasate no lo tocaba: lo apreciaba mucho. Lo adquirió como capricho", explica. "De hecho, indica en su testamento que lo lega al Real Conservatorio para que sea conservado para siempre", continúa Jardón. "Pasó igual con el que legó a París –se llama "Sarasate"–. Más o menos vino a decir que si se perdiesen todos los Stradivari del mundo, que los dos suyos fueran los modelos para poder devolverlos al mundo", apostilla.

Para contribuir a esto precisamente, para facilitar su acercamiento a la obra de Antonio Stradivari, Stoppani y Jardón –que trabajan juntos desde hace años en los encuentros de acústica en Oberlin, en Ohio, en Estados Unidos– han diseñado un póster específico al que han trasladado toda la documentación geométrica que han extraído del estudio del "Boissier-Sarasate". "La revista ‘The Strad’ suele publicar uno o dos trabajos al año como estos. El primero de este año ha sido el nuestro", reconoce Jardón.

Para el lutier avilesino, el violín que ha estudiado junto a Stoppani es "uno de los diez más importantes del mundo".

Y lo saben porque se han detenido a extraer todos sus secretos. Uno de los más espectaculares es el que sale después de su análisis modal: en una pantalla de ordenador se puede observar qué forma toman las maderas cuando el violín está sonando. Una foto de las vibraciones del instrumento.

Suscríbete para seguir leyendo