Tito, 90 años: "Pasaron volando"
El popular hostelero de la Cantina de Renfe recibe un cálido homenaje de clientes y amigos al convertirse en nonagenario
Un "suspiro". Un "ratín". Así percibe el hostelero Arsenio Fernández, "Tito", según propia confesión, que le pasaron los 90 años recién cumplidos. O sea, "volando". Pero en estos 90 años de vida –en realidad 90 y un día–, al popular cantinero de Avilés le ha dado tiempo a muchas cosas, una de las más valiosas amasar una legión de amigos que ayer se reunieron en la sidrería Yumay de Villalegre para agasajarlo con una espicha y brindar por sus 90 años "y los que vengan a partir de ahora".
El cumpleañero agradeció la organización de la espicha con un discurso trufado de buen humor, su seña de identidad dentro y fuera de la Cantina de Renfe que empezaron a regentar su padres hace ahora 85 años y a la que él le dio continuidad adaptando su oferta a los tiempos y las modas.
Así, dijo estar "rematadamente bien de todo salvo por la salud, la movilidad, la falta de apetito y la pérdida de pelo, vigor y memoria. Salvo eso, todo bien". Tito cerró su alocución cursando invitación a todos los presentes para acudir dentro de diez años a la fiesta de su centenario y avisando que solo valdrá como excusa para faltar a esa cita "la presentación de esquela".
Previamente a las palabras de Tito, la había glosado su amiga y cronista oficial de Avilés, Pepa Sanz, quien se valió de flashes de la vida del homenajeado para perfilar su figura: la tristeza de la posguerra que conoció cuando vivió de niño en Sabugo, su conversión en cantinero para dar continuidad al negocio familiar, los sucesivos giros que dio a la Cantina adelantándose siempre a las tendencias del sector y los gustos de la clientela, el Tito apasionado de coleccionar objetos ferroviarios y náuticos..
Y, en suma, "el hombre que hizo todo eso y mucho más sin dejar en todo momento de hacer amigos".
Los miembros de la tertulia "La gabardina" –con sede en la Cantina y promotores de la fiesta del 90.º cumpleaños de Tito– le entregaron como regalo en nombre de todos los asistentes un cuadro pintado por Favila; y Amada Álvarez Pico, presidenta del Club de Guisanderas Asturianas, un libro de recetas para que el decano de la hostelería avilesina, reconocido sibarita, siga dando gusto a su afinado paladar.
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