Rogelio Alonso | Primer alcalde de la democracia en Castrillón

«Si permanece unido y apoya a sus líderes, el PSOE hará un gran papel en Castrillón»

«Ignoro en base a qué se pueda vetar a ninguna fuerza que quiera participar en la gobernabilidad de nuestras instituciones»

Rogelio Alonso, durante el descubrimiento de una plaza en una plaza de Piedras Blancas con su nombre, este sábado. | M. Villamuza

Rogelio Alonso, durante el descubrimiento de una plaza en una plaza de Piedras Blancas con su nombre, este sábado. | M. Villamuza / Noé Menéndez

Noé Menéndez

Noé Menéndez

Rogelio Alonso (Páramo del Sil, León, 1944), fue primer alcalde de la democracia en Castrillón y da nombre desde este sábado a una plaza de Piedras Blancas. En su primera legislatura, de 1979 a 1983, accedió al cargo tras un pacto entre PSOE y PCA, mientras que de 1983 a 1987 gobernó con mayoría absoluta.

–¿Qué se siente al ser el primer alcalde con calle en Castrillón?

–El primero fue en realidad Luis Treillard, a quien tuve el honor de recibir en mi despacho a finales de febrero de 1981 cuando, como reacción al 23 F, el primer gobierno de la Democracia había decidido excluir del callejero a quienes figuraban en él por haber tomado parte en la sublevación militar de 1936. Recuerdo su cara de felicidad cuando, a su pregunta de si le íbamos a quitar su calle, le respondí que para nosotros formaba parte de lo mejor de nuestra historia municipal. Gracias a él Castrillón figuraba desde 1967 en el reducido pelotón de concejos que disponían de Plan General de Ordenación Urbana. La felicidad que me embarga en estos momentos creo que es aún superior a la suya.

–¿Cómo ve el momento actual del municipalismo?

–Lo sigo viendo como lo viví hace 45 años, como la escuela de primeras letras de la democracia. En el país donde me formé políticamente a partir de 1968, y donde el 2 de febrero de 1969 me comprometí de por vida con el partido de Pablo Iglesias, es muy raro encontrar un político nacional que no haya pasado por la escuela de estudios primarios de la gestión municipal. Estoy seguro de que si esto ocurriera en nuestro país bajaría muchos tonos la estridencia del fanatismo ideológico, primaría el respeto entre discrepantes, desaparecerían las mentiras y el insulto como instrumento de la acción política... Es el «abc» del municipalismo.

–¿Cómo era la composición de las listas en su época?

–En la Corporación que surge de las primeras elecciones democráticas del 3 de abril de 1979 había solo una pequeña diferencia entre los concejales que habíamos conseguido representación por las candidaturas de Izquierda (6 del PSOE y 3 del PCE), y quienes habían logrado su acta por las candidaturas de la Derecha (4 de UCD, 1 del CD de Fraga Iribarne, y 3 de una candidatura independiente). En el gobierno de coalición de izquierdas que formamos tuvimos claro ese equilibrio de fuerzas desde el primer momento. Esa decisión nuestra le permitió a la presidenta de la Comisión de Educación María Nieves Arregui (una de las tres mujeres que por primera vez accedían al Ayuntamiento), con nuestro total respaldo, poner no una sino dos picas en Flandes con la organización de sendas líneas de transporte municipal directo, una a las Facultades de la Universidad de Oviedo, y la otra a las escuelas técnicas de Gijón.

–Para gobernar, usted se alió con el PCA, ¿cómo ve el actual pacto entre PP y Vox?

–Lo primero que tengo que decir es que mi opinión quizá no coincida con muchos políticos en nuestro país. En los albores de la Transición, la democracia reconquistada les ofrecía a todo el mundo, cualquiera que fueran sus ideas, sus brazos abiertos para que participaran en ella por métodos democráticos. Lo firmaron con toda solemnidad todos los líderes de los partidos democráticos. Ignoro en base a qué se pueda poner el veto a ninguna fuerza que quiera participar en la gobernabilidad de cualquiera de nuestras instituciones.

–¿Cómo cree que ha cambiado la forma de hacer política hasta la actualidad?

–La política municipal ha cambiado radicalmente para bien, como si hubiera pasado de la noche a la mañana. El mismo cambio experimentaron la mayor parte de las localidades del concejo, especialmente las urbanas. Dicho esto, yo no cambiaría mi papel como Alcalde en la primera etapa de la democracia municipal que he tenido el privilegio de vivir por nada del mundo. La gente, conocedora de la carencia de recursos y de personal del Ayuntamiento, me emocionaba todos los días con su implicación en la acción municipal.

–¿Y cómo ve al actual PSOE de Castrillón?

–Mi segunda «vida municipal» como Secretario Interventor, desde la salida del Ayuntamiento con 43 años hasta cumplir los 70 en que me jubilé, tuve que mantenerme al margen de la acción política partidista. Me sentía como el confesor a quien unos y otros, unas y otras, piden consejo descubriéndole los secretos más íntimos. Me llevé una grata sorpresa cuando reanudé los contactos con el PSOE de Castrillón y comprobé la gran afluencia de jóvenes de ambos sexos con mucha preparación (cada uno en su ámbito de actividad) y con enormes ganas de trabajar. Si se mantienen unidos, y respaldan a sus extraordinarios dirigentes y miembros del grupo municipal, no me cabe la menor duda de que prestarán un gran servicio al concejo donde el electorado los sitúe, en la oposición o en el gobierno. No sé cuál de los papeles es más importante.

–¿Cómo vivió los tiempos convulsos de las mociones de censura en Castrillón?

–Sentí un gran dolor, desde la distancia y desde el desconocimiento y la incomprensión de lo que estaba pasando. Yo disfruté durante mi primer mandato del apoyo incondicional del otro partido de la izquierda; no sólo de sus tres concejales, sino de todos sus militantes, sobre todo de parte de quienes habían sufrido la represión bajo la dictadura.

–¿Se le ha pasado por la cabeza volver a la política?

–Nunca he salido ni saldré de ella, mientras disfrute de buena salud mental.

–¿Qué opinión tiene sobre el actual líder del PSOE, Pedro Sánchez?

–Para construir un cesto hay que trabajar con los mimbres que a uno le dan. Admiro su capacidad para conseguir un gobierno que está impulsando como ningún otro nuestro crecimiento económico, el avance en políticas sociales, y la concordia en la región que nos había causado más quebraderos de cabeza en años anteriores. Cuando comento entre amigos lo que está logrando a este último respecto les digo que quienes se consideren muy patriotas, más patriotas que nadie, y más defensores de la unidad de España que el PSOE de Pedro Sánchez, tendrían que estar rindiéndoles homenaje a uno y otro todos los días (en lugar de arrojar sobre ellos todo tipo de insultos y descalificaciones) por haber desactivado el peligro secesionista metiéndole a los independentistas una auténtica goleada.

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