La parroquia avilesina de El Quirinal está de enhorabuena porque su patrono, Juan de Ávila, está más presente que nunca entre los fieles orgullosos de su templo, que se ha enriquecido con una reliquia que se une a los restos del gran santo y primer mártir asturiano San Melchor de Quirós. Las reliquias de los santos católicos nada tienen que ver con amuletos y otros tipos de objetos supersticiosos, porque son realidades tangibles que tienen relación directa con los santos a los que pertenecieron.
El Santo Patrón de la parroquia de El Quirinal es uno de los más brillantes escritores del Siglo de Oro, orador de gran prestigio, con un estilo retórico de brillantez singular, siguiendo el modelo ciceroniano, en un siglo en donde la oratoria del púlpito, hoy en franco retroceso, tenía una importancia singular entre las personas de toda edad y condición. Los sermones de San Juan de Ávila eran seguidos por gran número de fieles que llenaban los templos para deleitarse con el aquel predicador brillante, convincente. Andalucía especialmente fue su campo de evangelización más frecuente; testigos de su arrebatada forma de predicación fueron las numerosas conversiones, entre las que cabe destacar la del gran San Juan de Dios, fundador de los religiosos dedicados a los más necesitados y enfermos, como hoy siguen haciéndolo en el Sanitario Marítimo de Gijón.
Fue consejero de los grandes santos como Ignacio de Loyola, Pedro de Alcántara, Santa Teresa de Jesús. Es además uno de los escritores más brillantes del Siglo de Oro. Su tratado "Audi Filia" es una de las joyas literarias más brillantes de toda la literatura del Siglo de Oro. Tuvo enemigos poderosos que lo encarcelaron bajo la sospecha de seguidor de las doctrina del autor del Elogio de la Locura, Erasmo de Rotterdam. Su obra en un principio fue condenada en el Índice de los libros prohibidos, que ordenó el gran Inquisidor Valdés de Salas. La historia ha puesto las cosas en su sitio y hoy la parroquia avilesina de El Quirinal tiene como protector al patrón del Clero Secular español, a quien el papa emérito y el mayor teólogo viviente Benedicto XVI, lo proclamó doctor de la Iglesia en 2012. La máxima gloria intelectual que puede tener en escritor católico.
