Peñaullán (Pravia),

Sara ARIAS

¿Para qué sirve una bola de desodorante, un palo de pincho moruno y las chapas metálicas de las botellas de cava? Para construir maquetas de barcos y camiones. Estas pequeñas réplicas nunca surcarán los mares ni viajarán por las carreteras, pero son el mayor tesoro de José Luis Riesgo. Este praviano lleva toda la vida construyendo réplicas de boniteros, arrastreros, camiones del Ejército y otros vehículos que aún ruedan por las carreteras de Asturias, como la quitanieves de Pajares y una de las furgonetas de la cerámica de La Espina.

Riesgo tiene su base de operaciones en una caseta en Peñaullán, donde pasa todo el día trabajando en sus recreaciones. «Los días de lluvia, con la chimenea, escuchando la radio o haciendo contacto con algunos camioneros, me paso horas y horas haciendo estos tesoros», afirma.

No sabe cuántos ha hecho ya. «Qué sé yo, regalé muchos, aunque no me gusta, porque la gente luego no los cuida». Un barco le lleva dos años de trabajo, y los camiones un año o año y medio. «Dedico mucho tiempo a este hobby, también a pescar, pero aquí es donde más horas paso, como estoy jubilado?».

Cuando Riesgo era un niño comenzó a crecer esta pasión. Hacía camiones con madera y una caja de galletas. Ahora, su pequeño taller es cálido y organizado y a sus maquetas no les falta detalle. Los asientos están tapizados, los barcos tienen luz y las cajas de los camiones se elevan. «Es un mundo muy guapo para mí, esto es mi mayor tesoro», asegura.

El sueño de Riesgo es crear una colección y poder exponerla en una sala, para que todo el mundo pueda apreciar a lo que ha dedicado tanto tiempo.