La antropóloga e historiadora Fe Santoveña inició ayer una nueva etapa en su investigación de la manta candasina. En el centro polivalente de La Baragaña, Santovena recibió ayer cinco mantas aportadas por vecinos de Carreño para avanzar en su estudio de la prenda representativa de Candás. Hoy seguirá recibiendo a los vecinos que quieran colaborar de 10.30 a 13.00 horas. Una foto de 1922 servía a la historiadora para ver cómo se ajustaba la manta y le permitía explicar toda una época a través de los vestidos y las poses que la imagen dejaba ver.

Hasta ahora, los pasos que ha dado Santoveña en su trabajo sobre la manta candasina han sido "la búsqueda de bibliografía sobre la moda de la toquilla en España, Asturias y Candás, el trabajo fotográfico y la búsqueda de información sobre cómo se conserva la manta y cómo se recupera con la Peña Furada a finales de los años 70 y principios de los 80. Ahora estamos en proceso de redacción", afirma.

La manta candasina tiene su auge "entre 1900 y 1915, es el momento en que esta prenda está de moda". A partir de 1920, aproximadamente, la moda cambia. Con la foto antes referida como ejemplo, Fe Santoveña explica que "la madre viste con la manta candasina porque es la que corresponde a su moda, pero las hijas aparecen ya con la moda de 1920, con la que les corresponde". La manta era una moda en toda Europa, pero al pasar la ropa a diseños más funcionales, desaparece y se va al cajón. Las que se conservan son mayoritariamente anteriores a los años 20.

En Candás, la manta se conserva como un elemento característico de las conserveras. "Había que hacer un esfuerzo grande para conseguir una manta. Cuando conseguían pagársela, era un gesto de madurez", explica Santoveña. Las conserveras dieron el impulso y las "mujeres de la paxa" afianzaron su presencia en Candás con un carácter marinero.

Porque también en los pueblos había mantas, pero "no tenían la influencia social de las de la mar. Las mujeres de la mar hacían todo lo que no hacían los hombres, mientras ellos pescaban. Sin ellas, por ejemplo, la industria conservera habría sido imposible, como otros trabajos relacionados".

La recuperación de la manta candasina, casi 60 años más tarde de pasarse de moda, llegó "con carácter festivo, de la mano de las peñas que comenzaron a formarse a finales de los 70", afirma Santoveña. Concretamente, es la Peña Furada la que recupera la prenda. "Las peñas buscaban una forma de singularizarse en la celebración y la Peña Furada rescató de los baúles las viejas mantas. Cuando lo hicieron no sabían que aquellas prendas eran de principios de siglo", comenta.

El uso de la manta comienza a extenderse entre las peñas y poco a poco "se convierte en algo identificativo de Candás, y a partir de los años 80 se acepta socialmente como algo identitario, se asimila como una prenda propia".

Aún es pronto para sacar conclusiones, a la espera de la finalización del estudio, y Fe Santoveña no sabe "cómo evolucionará la manta", aunque sí cree que "esta prenda seguirá vinculada a la fiesta y con un claro acento marinero".