La vida en un hogar tenía fecha de caducidad para el joven Z. A. L. (iniciales con las que se corresponde su identidad). Al cumplir los 18 años, según este allerano, su familia le avisó de que tenía que recoger sus cosas e irse de casa: "Me dijeron que me buscara la vida". Vagó durante meses y terminó durmiendo cuatro noches en una obra sin terminar en Felechosa. La Policía Local, con la coordinación del área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Aller, le trasladó a un albergue de la región.

A partir de aquí, léase con los ojos que se quiera. Con la pena de un chico que se ve perdido, con los juicios y las conjeturas que a nadie le tocan o con la esperanza que da un pueblo entero volcándose para darle una segunda oportunidad. Porque fueron los hosteleros y los vecinos de Felechosa los que han conseguido un techo para Z. A. L. Y esperan que ahora empiece una nueva vida.

"Coge las cosas y vete". Z. A. L. alcanzó la mayoría de edad en mayo del año pasado. Desde entonces, explicó a LA NUEVA ESPAÑA, sobrevive como puede: mendigando una cama en casa de algún conocido, regateando una vivienda para pasar la noche, buscando un lugar que le reconforte un poco. "Llegó un momento en que ya no sabía dónde ir, y llegué hasta Felechosa". Encontró la construcción abandonada y aprovechó uno de los espacios más resguardados, aunque el inmueble no tiene paredes ni tejado. Él llevaba una manta, el único abrigo para dormir.

Los vecinos tardaron poco en verlo. Al principio creyeron que era un vagabundo, alguien de fuera del concejo que había llegado a Felechosa por casualidad. Pero pronto conocieron su historia, que les descolocó: "Nos sorprendió, sobre todo, lo joven que es".

Tan suave en las formas que parece casi un niño. Habla con LA NUEVA ESPAÑA sentado en un taburete de un establecimiento hostelero: "Me ayudan, me dan bocadillos para que coma. Aunque no tienen por qué hacerlo, se han hecho cargo de mí". Emociona la sorpresa que guarda esa afirmación de Z. A. L. Un hombre está detrás de la barra y comenta por encima de su voz: "Este guaje necesita una casa y una mano para salir del pozo, nada más".

En ese pozo cayó cuando quedó sin hogar. Z. A. L. no da detalles de su vida, pero sí reconoce que "me advirtieron muchas veces de que tendría que irme al cumplir los 18".

- ¿Pero discutían mucho en casa?

-No, lo normal creo.

Intentó buscar trabajo. "El problema es que piden experiencia, y yo no tengo", afirma. Ha encontrado empleos temporales como camarero y en otros sectores. Nada fijo. Nada que le permitiera ahorrar dinero para invertirlo en una vivienda. Ningún teléfono al que llamar para pedir ayuda.

Fue suerte, destino o casualidad. Su vida empezó a mejorar en Felechosa. Cuando conocieron la historia del joven, la solidaridad se puso en marcha: avisaron al Ayuntamiento e insistieron en darle comida y abrigo hasta que llegara la solución. Desde Servicios Sociales agradecen la labor de la técnica del área, que trabajó "rápido y de forma eficiente". El PP aplaudió la colaboración vecinal: "Son un ejemplo". La Policía Local llegó por la tarde y Z. A. L. tuvo que despedirse rápido. El adiós de los vecinos fue emocionante: "Aprovecha cada oportunidad".