Tres Reyes, diez pajes y un desalojo de "Groucho Marx": así fue la primera Cabalgata de Mieres

Manuel Ardura organizó en plena transición, junto a dos amigos, el primer desfile de Sus Majestades en el concejo

Manuel Ardura, en Mieres.

Manuel Ardura, en Mieres. / C. M. B.

Érase un desfile con Melchor, Gaspar y Baltasar, diez pajes y un Groucho Marx de gomaespuma que fue desalojado. Y con poco más que esto, sus Majestades llegaron por primera vez a Mieres. Los trajo desde Oriente Manuel Ardura, un hombre entusiasta que convenció a otros dos amigos para organizar en el concejo la primera Cabalgata de los Reyes Magos. Casi magia, reconoce él con una sonrisa, fue que todo saliera bien: "Teníamos muy pocos recursos, había muchos guajes y los ánimos estaban aún caldeados".

-¿Por qué no hacemos una Cabalgata como las que hay en otros sitios?

Basta conocer un poco a Manuel Ardura para no extrañarse de que esa pregunta saliera de su boca allá por finales de los setenta. Con ochenta y cinco velas ya sopladas, es imposible no contagiarse de su alegría. "Lo dije a un par de amigos, a Oca y a José Antonio, y se animaron conmigo a ir al Ayuntamiento para pedir una ayuda y traer a los Reyes", explica Ardura. Suena sencillo pero, en realidad, no lo fue tanto: "Entonces no había ningún desfile por aquí... Era la primera vez que pedían algo para hacerlo en Mieres y chocaba un poco", ríe.

Encontraron más entusiasmo del que esperaban. En el Ayuntamiento les dijeron que sí, pero con alguna estrechez. La subvención de la primera Cabalgata fue de 1.200 pesetas (unos siete euros), y Sus Majestades tendrían que llegar a Mieres con una única plataforma. "Aquello yo creo que no se le podía llamar carroza, pero hicimos lo que pudimos por dejarla aparente". Necesitaban absolutamente todo, de lo más grande a lo más pequeño. Desde un vehículo para tirar por la plataforma hasta unos trajes para que Melchor, Gaspar y Baltasar desfilaran elegantes.

Dice Ardura que lo de la ropa lo arreglaron pronto. "Conseguimos alquilar unos trajes, bastante ajustadinos de precio, en Gijón". Con los Reyes Magos ya arreglados, compraron unas telas baratas que dieron para vestir a diez pajes. "Y ya está, así salimos a desfilar por primera vez", apunta el mierense. Por si alguien se lo pregunta, él hizo de "doble real" de Melchor para asegurar el don de la ubicuidad de Sus Majestades.

Desalojo

Salieron del entorno del Ayuntamiento y desfilaron tranquilamente por la calle Teodoro Cuesta. Tenían sorpresa cuando enfilaron la Manuel Llaneza: "De repente, nos cortó el paso una plataforma de varios metros que representaba a Groucho Marx. No le faltaba detalle, llevaba un puro y todo". Ardura jura y perjura que no sabe de quién fue aquella idea: "No tenía nada que ver con nosotros", reitera. Supone que estaba relacionada con una reivindicación política -"por lo de Marx, ya sabes", apunta-. Las fuerzas de seguridad, según el mierense, desalojaron con rapidez a aquella improvisada carroza: "Hubo algún momento de tensión, a algunos se los llevaron". "Nosotros seguimos, con nosotros no iba".

Terminaron, como aún hoy es tradición, en el parque Jovellanos. "No sé cuántos neños podía haber, muchos. Pero lo importante es que ninguno quedó sin caramelos", señala el primer Melchor de Mieres. Le brillan los ojos del recuerdo. Después de aquel primer desfile, vinieron muchos más: "Seguimos con el tema (la organización de la Cabalgata) ocho años más, o así. De la Cabalgata que más me acuerdo es de la primera, pero hubo muchas anécdotas y muchos buenos momentos". Los Reyes Magos, en Mieres, siempre se respetaron. "Alguna vez coincidió la Cabalgata con movilizaciones de mineros. Pero siempre nos dejaron pasar. Al fin y al cabo, pensábamos todos, ¿qué culpa tienen los neños de los problemas que teníamos los mayores? Ninguna, ninguna culpa".

El tiempo no ha pasado por la alegría de Ardura, que sigue intacta. Pero le ha dejado algo de huella en las piernas, necesita una silla de ruedas eléctrica para moverse. Saluda a diestro y siniestro por la calle, le preguntan si hoy irá a la Cabalgata: "Hombre, claro, no me la pierdo. La de ahora sí que ye guapa, son otros tiempos y hay muchos más medios". Dice que no ha escrito carta, que no pide nada este año. Se despide de LA NUEVA ESPAÑA con un matiz lleno de su gracia: "Aunque igual algo me traen porque, aunque ya no organizo nada, seguimos en contacto".

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