"Trapicheos", realquileres y relaciones "desorganizadas": las claves del crimen de María del Carmen en Mieres

La muerte violenta de la mujer de Santa Marina responde a un "acto reactivo" en el "submundo" que había en el piso, según los crimonólogos

Detenido el joven acusado de matar a una septuagenaria en Mieres

C. Basteiro

El final de María del Carmen García Suárez, a la que mataron a golpes el pasado jueves en su piso de Santa Marina (Mieres), llevaba ya meses escrito. Fue el "estallido" de una convivencia "al límite", según la línea central de investigación del caso –que dirige la Comisaría de la Policía Nacional de Mieres, y en la que también ha participado el equipo de Homicidios de Oviedo–. El principal sospechoso fue detenido en menos de veinticuatro horas, en Ciaño. Se trata de un joven cuya identidad se corresponde con las iniciales D. H.R. No tenía ningún parentesco con la fallecida, aunque él decía "que era su tía". El hijo menor de la víctima, que fue interrogado por su "estrecha amistad" con el arrestado, está "totalmente descartado". Tiene una coartada muy sólida. Los datos que ya se conocen del suceso permiten establecer una teoría criminólogica sobre lo ocurrido: "Parece un crimen desorganizado, un acto reactivo dentro del submundo que se había generado en el piso", apuntó ayer el criminólogo Emilio Marqués, profesor-tutor en UNED Asturias.

El piso en el que ocurrió todo. Esa vivienda del barrio obrero de Santa Marina que, desde la tarde del jueves, permanece precintada por la Policía Nacional. Hacía ya tiempo que María del Carmen y su hijo menor se habían mudado a este inmueble. Fue una herencia para el chaval, a la muerte de su padre. Madre e hijo habían estado viviendo una temporada en Ciaño, donde conocieron a D. H. R. Los vecinos aseguran que el langreano cada vez visitaba más la casa. Hasta que se quedó. "La tenía okupada", apuntaron familiares de la víctima.

El "estallido" de una convivencia "al límite", la clave del crimen de María del Carmen

El "estallido" de una convivencia "al límite", la clave del crimen de María del Carmen / C. M. Basteiro

La convivencia se veía y se escuchaba difícil desde fuera. Se veía en la cuenta del banco de la comunidad, nunca la pagaron. También en una ventana rota en el descansillo, que se dañó hace ya unos meses. Se escuchaba en las broncas a voz en grito. "Se oían desde la calle", afirman en el barrio. Había "ir y venir" de gente. De hecho, la casa estuvo en el punto de mira de las fuerzas de seguridad por presuntos "trapicheos". Supuesta venta de estupefacientes, también realquileres "fraudulentos". Ofertaban habitaciones por ochenta euros. La violencia escalaba. Cada vez más gritos, cada vez más trajín de personas que no conocían en el barrio.

Ese piso se convirtió en un "submundo". Apunta Emilio Marqués que hay una teoría que explica el fenómeno de la delincuencia en estas situaciones: se trata de la teoría de la desigualdad. "Las probabilidades de delinquir pueden aumentar si existen problemas de falta de recursos económicos". Aumentan aún más en una convivencia (sea familia o no) "desorganizada". Con roles difusos, con leyes propias.

El criminólogo apunta también a la "inmediatez" de los delitos como el "trapicheo" de sustancias ilegales, o esa suerte de negocios inmobiliarios con habitaciones a precio de saldo. "Si alguien no tiene los medios para tener un BMW, o para meterse cuatro rayas de coca, puede recurrir a este submundo para obtenerlo". La familia de María del Carmen afirmó, en declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA, que el único que se beneficiaba en la convivencia era D. H. R. "Yo le dije a ella que le iba a quitar todo, que lo echara de casa (a D. H. R. )", afirmó el hermano de la víctima, Luis García. Como fuera, la investigación del caso apunta a que la situación era "una bomba".

Y empezó la cuenta atrás. Tres semanas antes del crimen, hubo en la casa un altercado grande. "Un lío muy gordo, mucho más gordo de los que solían tener", afirman en el barrio. Acudieron bomberos, una ambulancia y Policía Nacional. Nadie preguntó sobre lo ocurrido, pero la situación cambió de un día para otro.

Por la ventana

En el barrio aseguran que, desde aquel día, vivían en la casa María del Carmen y su hijo menor. Al menos, este último, de forma intermitente. Cuando D. H. R. quería entrar y salir, lo hacía por una de las ventanas que dan a la calle Río Caudal. Subía y bajaba por un canalón hasta el primer piso, según vecinos de los portales anexos. "Se ve que ella le había quitado las llaves", afirman. Ella ya no podrá confirmarlo, él está en dependencias policiales prestando declaración.

En la tarde del jueves, según comentan en Santa Marina, no hubo gritos. Ningún "jaleo" gordo. Algunos dicen que era "impensable" lo ocurrido, otros que "se veía venir". El caso es que la Policía Nacional, atendiendo a una llamada vecinal, entró en el piso y encontró el cuerpo de María del Carmen en el suelo. El primer examen determinó que la causa de la muerte eran los golpes que había recibido. Una paliza brutal. Los golpes en la cabeza fueron mortales de necesidad.

"Los crímenes se clasifican en organizados y desorganizados", explica Marqués. Los primeros, son los que cometen mentes analíticas. Personas, en la mayoría de los casos, con rasgos de psicopatía. Son instrumentales –hay especial cuidado para elegir el arma–, muy planificados. En los segundos, según Marqués, "la violencia no es instrumental o a sangre fría, sino reactiva e impulsiva". Lo que popularmente se conoce como "en caliente". Aquí una aclaración: que no sea planificado al detalle no determina que haya o no haya premeditación –en el sentido legal de la palabra–.

Por los datos que han trascendido hasta el momento, siempre con la necesaria cautela, Emilio Marqués afirma que "la muerte de esta mujer parece obedecer más a un crimen del segundo grupo, un crimen desorganizado". Suelen producirse en situaciones de "mala convivencia" en un determinado entorno. ¿Y el motivo? "Suele estar relacionado con la ira, la rabia o los celos".

El perfil de este tipo de homicida, sin que la generalización sirva para descibir a nadie, responde a personas sin enfermedad mental. Es decir, según el criminólogo, diferencian a la perfección el bien del mal. Suelen relacionarse con "consumo de sustancias, alcohol y la búsqueda del propio bienestar". La casa de María del Carmen estaba desordenada aunque, según la principal línea de investigación, el móvil no era el robo. Al menos, no el móvil principal.

María del Carmen se fue en silencio. Estaba diagnosticada de enfermedad mental y no hablaba mucho con los vecinos, aunque conocía a los que eran de Santa Marina de toda la vida. Como ella, que nació y se crio en el barrio. Algunos lamentan no haberla despedido, pero ella dejó el mundo en la más absoluta intimidad. No hubo esquela ni velatorio. D. H. R. permanecía ayer en la Comisaría de la Policía Nacional a la espera de su puesta a disposición judicial.

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