La resonante herencia de José Manuel Álvarez, el luthier autodidacta de Mieres que sorprendió al mundo

La familia del fallecido ebanista convertido en hacedor de valiosos instrumentos musicales solicita que sus trabajos puedan exponerse en público

José Manuel Álvarez, con la réplica de la Colección Palatina de Stradivarius que se conserva en el Palacio Real.

José Manuel Álvarez, con la réplica de la Colección Palatina de Stradivarius que se conserva en el Palacio Real. / JUAN PLAZA

Desde Niccolò Paganini a Jimi Hendrix, pasando por Antonio Vivaldi o Pau Casals. Son muchos los músicos que se han hecho un hueco en la historia por su virtuosismo arrancando melodiosas notas a instrumentos. Sería un logro imposible sin detentar un toque magia en las manos. Una habilidad fuera de lo normal. Pero la transformación de las emociones en sonidos requiere de un paso previo que camina entre lo artesanal y lo artístico. Se trata de la construcción de los propios instrumentos. La habilidad manual se vuelve aquí tan imprescindible como la del propio músico. “Mi padre tenía magia en las manos, podía reproducir todo lo que veía”, señala Gema Álvarez, hija de José Manuel Álvarez, el autodidacta luthier mierense que sorprendió a los especialistas con su innata facilidad para replicar todo tipo de instrumentos, desde gaitas a violines.

José Manuel Álvarez falleció hace un año tras haber dado forma de la manera más insospechada a decenas de tesoros musicales. Su familia aspira ahora a que desde las administraciones públicas o desde alguna fundación privada se rescate el legado de este asombroso artesano que convirtió el oficio de la ebanistería en un armonioso arte. Este reconocido luthier, que vivió buena parte de su vida en Gijon sin perder su conexión con Mieres, tuvo tres hijos, que son ahora los custodios de una valiosa herencia. “Nos gustaría que los instrumentos de nuestro padre se pudieran exponer al público, ya que son auténticas joyas, algunas únicas en el mundo”, señala la familia.

De entre la abundante y muy cuidada producción de José Manuel Álvarez destaca sin duda la réplica de la Colección Palatina de Stradivarius que se conserva en el Palacio Real. “Se trata de cuatro piezas de bellísima factura, dos violines, una viola, y un violonchelo”, apunta Gema Álvarez. Los instrumentos han recibido el elogio de los especialistas, con espaldas al sesgo de maderas veteadas, laterales ornados por un rico trabajo de taracea, incrustaciones de ébano y hueso bordeando la cara armónica de cada elemento, clavijas de ébano, las cuerdas «cantino» de oro, y los mástiles coronados por el artístico moño que en su día diseñó el maestro de Cremona. “Es una pena que este trabajo no pueda ser contemplado por todo el mundo”, lamenta la hija del recordado luthier mierense.

Sin conocimientos musicales

José Manuel Álvarez empezó a trabajar muy joven como carpintero. Durante su niñez, en La Matiná (Mieres), no tuvo apenas contacto con la música. Ya casado y trabajando en Ensidesa, sin haber tocado nunca ningún tipo de instrumento, se ofreció a replicar el viejo tambor que habitualmente tocaba su suegro: “Mi abuelo le dijo que no sería capaz, pero logró hacer un tambor perfecto”. Su total desconocimiento de lo musical no le impidió cogerle el gusto y luego llegarían las gaitas, las guitarras, los violines y hasta violonchelos. 

El propio José Manuel Álvarez explicaba en 2012 en una entrevista concedida a LA NUEVA ESPAÑA como surgió su afición: “Un día iba en coche escuchando la radio y oí que alguien pedía un violín para un niño dotado de gran talento. Enseguida apareció un señor para donárselo. En ese momento yo pensé en la posibilidad de construir un violín”.

Este mierense logró replicar con total destreza todo tipo de instrumentos. En un mes lograba dar forma un violín. “Tenía una gran habilidad innata, con unas manos sorprendentes. Veía una cosa y lograba darle forma”, resalta su hija. Poco a poco fue adquiriendo fama. Desde su consideración de autodidacta, decidió desplazarse a Cremona para mostrar algunos de sus trabajos en la Escuela Internacional de Lutería: “Los maestros italianos quedaron muy sorprendidos y a partir de ahí regresó en varias ocasiones invitado para ampliar sus conocimientos”, recuerda Gema Álvarez. 

José Manuel Álvarez vendió parte de sus instrumentos a orquestistas, gracias a que adquirió cierta fama a través del boca a boca entre los músicos profesionales. Ahora, su familia aspira a que el trabajo de este insospechado luthier mierense pueda exponerse en público. Pese a que nunca tuvo la capacidad de hacer sonar un instrumento, disfrutó del talento de darles forma.

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