"Tenemos miedo": la movilización ciudadana contra los "narcopisos" en Mieres desemboca en una estruendosa pitada frente al Juzgado

Los vecinos aseguran sentir "temor" y reclaman que se protejan los derechos de los niños que viven en el barrio

Vecinos y representantes políticos, protestando frente al Juzgado.

Vecinos y representantes políticos, protestando frente al Juzgado. / David Montañés

Los vecinos de Santa Marina se han concentrado frente al Juzgado de Mieres para reclamar amparo ante la ley tras meses sufriendo el tráfico de drogas que genera un “narcopiso” localizado en el barrio. “Tenemos miedo y al final lo que pedimos es que se respeten nuestros derechos, en especial los de los menores que se ven obligados a convivir con la droga al lado de casa”, apuntaron los portavoces de la comunidad.

Una estruendosa pitada escenificó el malestar del vecindario. En la protesta estuvo una amplia representación del gobierno local, con el alcalde, Aníbal Vázquez, al frente. “Los vecinos tienen todo nuestro apoyo”, subrayó el regidor. También se sumaron a la movilización el candidato socialista, Raúl Moro, y la cabeza de lista de Foro, Laura Flores. La Agrupación vecinal de Mieres respaldó igualmente la ruidosa concentración.

“Seguiremos movilizándonos hasta que se respeten nuestros derechos”, señaló Jesús Fabián Viejo, portavoz del vecindario. “No entendemos que delincuentes con numerosas detenciones sigan en la calle. Si la ley está mal hecha lo que se deben hacer es corregirla y, si no, que la apliquen correctamente”, subrayó. 

La manifestación frente a los Juzgados marca una nueva etapa en el frente de presión que los vecinos han activado para erradicar el «narcopiso» que desde hace más de un año tiene en continua tensión al barrio, según denuncian. La pasada semana el frontal más visible de la barriada se llenó de pancartas contra la droga. De esta forma se dio continuidad a la movilización que previamente desarrollaron las comunidades de la calle Aller afectadas por el mismo problema. Entonces lograron que los presuntos traficantes abandonasen el «narcopiso» desde el que supuestamente operaban. Antes, la problemática estuvo presente en la urbanización Buenavista, también en el centro de la ciudad. Varios residentes en esta comunidad han querido arropar a los vecinos de Santa Marina. En su caso fueron casi cuatro años los que convivieron con la droga. También se concentraron frente al Juzgado en su momento, con poco éxito. “Al final, la mujer sobre la que giraba todo el entramado entró en un proyecto de rehabilitación y se fue de la casa”, apunta Francisco Cienfuegos: “Entendemos por lo que están pasando en Santa Marina, ya que la situación que se genera en estos casos es muy complicada y dura. Se pasa miedo y nosotros tenemos vecinas que todavía hoy viven encerradas en casa con la cerradura puesta y sin abrir la puerta a nadie”, remarca Cienfuegos.

Presión policial

Los vecinos reconocen que desde que decidieron movilizarse y la Policía Nacional incrementó su presencia en el barrio, el tráfico de drogas se ha reducido: "El problema es que el foco no está erradicado y todos sabemos que en cuanto la Policía deje de estar permanentemente vigilando el piso el tráfico de drogas regresará. De hecho, ya se nota que las patrullas no son constantes y el ajetreo va en aumento". Esta batalla piensan librarla hasta el final. "No se puede vivir con miedo y en el propio portal en el que se opera hay niños muy pequeños", explican los representantes de la comunidad. 

Los vecinos de Santa Marina han tenido que sobrellevar no solo las molestias y el miedo, sino también amenazas. La inquilina del «narcopiso» les ha comunicado por escrito, siempre presuntamente ya que lo ha hecho por carta sin firmar, con recurrir a un abogado. Pide llegar a un acuerdo «conciliador» y amenaza a los vecinos con una querella al sentir que con la colocación de los carteles de protesta la comunidad la acosa. Asegura sentirse víctima de una campaña de "descrédito e injurias" y siente menoscabada su "imagen e intimidad".

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