El Padre Ángel, profeta en su tierra, Mieres, en la celebración del centenario de la iglesia de La Rebollada: "Más que un pueblo, somos una familia"

El Arzobispo de Oviedo presidió la misa de conmemoración, en una iglesia llena de recuerdos: "Aquí hice la comunión y he celebrado buenos momentos", afirmó el fundador de Mensajeros de la Paz

Pocos son profeta en su tierra, pero el Padre Ángel lo ha conseguido. El fundador de Mensajeros de la Paz volvió a despertar el entusiasmo en su pueblo, La Rebollada (Mieres), en la celebración de los cien años de la iglesia de María Magdalena. El acto central de conmemoración fue una misa presidida por el Arzobispo de Asturias, Jesús Sanz Montes. Fuera del templo, el gran protagonista fue Padre Ángel. Le pararon para hacerse fotos, para darle la mano, para compartir. Casi como a una estrella del rock. Él sonreía mucho: "Es que aquí somos más que un pueblo, somos una familia. Cuando uno muere, lo sentimos todos; cuando hay una alegría, la celebramos todos".

Tiene recuerdos en cada rincón. Como en el salón del antiguo chigre, en el que descansa sentado en el sofá. "Aquí vine después de hacer la comunión. Nos trajo el sacerdote, don Dimas, y pidió chocolate con churros para todos. La primera vez que yo probé los churros". Y le encantaron, siguen siendo su merienda favorita. "Me acuerdo de muchas cosas en la iglesia, aquí he celebrado buenos momentos". "Tiene casi los mismos años que yo", añadió, tan bromista como siempre.

Del antiguo chigre salió a dar un paseo. Pero el Padre Ángel, "Hijo Predilecto" de Mieres, casi no podía avanzar. Le paraban para charlar, para hacerse fotos. "Cuánto llevaba sin verlo, Padre Ángel", le abrazó una vecina. Emocionante fue el encuentro con su hermana, Josefina "Fifi" García, en el entorno del templo. También le saludó con mucho cariño el alcalde, Aníbal Vázquez, que acudió a la conmemoración con una representación del gobierno local.

El pueblo estaba lleno. Y Miguel Ángel Martín, presidente de la asociación de vecinos de La Rebollada -impulsora de la conmemoración-, agradeció la asistencia: "El concejo entero se ha volcado; estamos muy contentos de la acogida". También de lo querido que es su vecino más célebre: "El Padre Ángel siempre dice que es un orgullo ser de La Rebollá. El orgullo es que él sea del pueblo".

Junto al Arzobispo de Oviedo, coficiaron la misa el Padre Ángel y otros religiosos del municipio -entre ellos Miguel Ángel Campo, párroco del prebisterio de San Pedro (al que pertenece La Rebollada)-. También con el diácono José Juan García. Jesús Sanz Montes, en su homilía, glosó la figura de María Magdalena -a quien se dedica el templo del pueblo- y recordó la importancia de celebrar. "Me gusta repetir que Dios no es lejano, anónimo o extraño. Cien años después (de la construcción de la iglesia), Dios nos permite venir aquí para dar gracias por todo y por tanto".

Recuerdos

El momento más entrañable fue cuando el Arzobispo preguntó si había alguien de cien años en la misa. Una mujer menuda, en primera fila y desde una silla de ruedas, levantó tímidamente la mano. Se llama María del Pilar Estébanez y fue una de las primeras bautizadas en el templo de María Magdalena. "Tengo muchos recuerdos, a pesar de la guerra y de todo lo que había, tuve una infancia muy feliz en La Rebollada", afirmó.

Cien años de la iglesia actual, porque el templo original databa del Prerrománico. Tuvo que ser derruido, porque se quedaba pequeño para todos los peregrinos que pasaban por la localidad. Una curiosidad: las piedras y otros materiales son de una iglesia que estaba en Fábrica de Mieres. También una cruz que, tras aguantar un siglo en lo alto del templo, terminó por caerse el pasado invierno. Causó daños en el tejado, que ya han sido reparados. La cruz la arregló un vecino que prefiere pasar desapercibido. Fue bendecida durante el oficio.

Ya casi al final de la misa, los feligreses fueron en procesión hasta la fuente de La Rebollada. También cumple cien años y, por eso, los vecinos descubrieron una placa conmemorativa. La imagen de María Magdalena, tras décadas sin salir de la iglesia, encabezó el paso. El Coro Minero despedió el oficio cantando. El Padre Ángel alzó al vista al coro y sonrió.

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