El pozo Llamas se resiste a que apaguen su brava historia

«Lito» García proclama un manifiesto para impulsar la rehabilitación del castillete del emblemático poco de Ablaña

Lito García, a la izquierda, junto a José Ramón García, extrabajador del pozo, y   Adrian Vega, en Mina Llamas.

Lito García, a la izquierda, junto a José Ramón García, extrabajador del pozo, y Adrian Vega, en Mina Llamas. / Andrés Velasco

Los mierenses Adrián Vega y “Lito” García desarrollaron en 2021 el documental “La mina en Llamas”, en el que narran el encierro de once mineros en esta explotación de Ablaña en 1967, con el que protestaban tras haber sido despedidos por la huelgas de 1964 y 1965. La cinta tuvo una notable repercusión y, ahora, sus responsables han recobrado el espíritu reivindicativo que les llevó a enfrascarse en el proyecto para reclamar una actuación en la vieja explotación que sirvió de contexto a la citada historia. 

“Lito” García ha elaborado un “manifiesto reivindicativo” para demandar la reparación integral del castillete de la mina de “Nueva Montaña y Quijano”, más conocida popularmente como “Mina Llamas”. Su torre de extracción tiene 70 años, ya que fue construida en 1954. El director “La mina en Llamas” recuerda que la estructura procedía de un pozo de Linares (Jaén), “donde fue comprada de segunda mano, y venía a sustituir a otra más antigua en el momento en el que se afrontó la reprofundización de la explotación mierense”. Las dos eran de tipología Inglesa, denominada English Trestle. Se conservan fotografías en la que se puede constatar la extraña y curiosa estampa de la coexistencia de estos dos castilletes, el antiguo con sus “tornapuntas” orientados hacia el oeste y de menores dimensiones (18,2 metros hasta el eje de poleas), y el segundo, con orientación este y de mayores dimensiones (23,25 metros).

El castillete estuvo en funcionamiento hasta bien entrado el año 1975, momento en el que sus trabajadores fueron trasladados al Pozo San Nicolás (Nicolasa). 

“Lito” García está buscando apoyos para que el emplazamiento, ahora totalmente abandonado, recupere su valor patrimonial. Defiende que sobran los argumentos para abordar esta reto: “Debido a su lamentable estado, se haría justicia con un símbolo de nuestro patrimonio industrial, teniendo en cuenta que la naturaleza de este castillete en concreto, que es único en España». A juicio de este veterano sindicalista, la mina de Ablaña ofrece una “belleza admirable, pues aún en su estado oxidado y ruinoso, mantiene un atractivo propio y diferente a otras torres de extracción, todo roblonado, hecho sin ningún tornillo en toda su estructura, emergente e imponente”.

Otra singularidad del castillete de Ablaña es que se alza teniendo en una de sus “tornapuntas” una escala que da acceso a su parte superior, donde se enclava la polea y la rueda, cubierto de un pequeño tejado, “que tal parece como el del mejor de los galanes que imaginemos, con un elegante bombín”, subraya García. “ No mentiría si dijera que no se necesita ser ningún erudito en la materia para reconocer su encanto, cualquier profano en la materia se daría cuenta de ello”.

Reconocimiento doble

Lito García defiende que la rehabilitación del castillete de Minas Llamas conllevaría un doble acto de reparación y justicia: “Uno de ellos sería por la propia historia de la empresa y de sus trabajadores, aquellos que dejaron su sudor y también su vida en las entrañas de su adentros, con su duro trabajo, así como de las legendarias luchas que allí se sucedieron”. Y por otro lado, “también haríamos otro acto de reparación y justicia, al pueblo y a sus gentes de Ablaña, que durante muchos años y de una forma injusta y peyorativa, se le denominaba “La Cenicienta”.

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