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Desde mi Mieres del Camino

Gerardo Iglesias: la fidelidad a unas ideas políticas

El exlíder comunista se ha volcado en reivindicar la figura del guerrillero republicano

Hace unas semanas, en el exterior del cementerio de Vegadotos (Mieres), se colocaba una gran placa vertical, con el nombre de los que, en aquella zona, habían sido represaliados y muertos tras la guerra civil y la victoria de las huestes franquistas. Como promotor y presentador del acto Gerardo Iglesias, dirigente de izquierdas nacido en las alturas de la Güeria de San Juan.

Desmenuzar aquí y ahora los pormenores de la vida personal y política de Iglesias, quizás resulte atrevido, pero es que se da la circunstancia de que sus ideas pregonadas últimamente sobre la política española, encuentran plena actualidad tras los resultados de los comicios europeos. Pero, antes, conviene recordar.

Gerardo Iglesias Argüelles (La Cerezal, 1945), en su niñez, apenas visitó la escuela mixta de La Castora, "porque también había que trabajar la huerta". A los 12 años se fue con los albañiles Antonio y Arturo en plan de ayudante, hasta que a los 15, tras falsificar la partida de nacimiento, entró en la mina el Fondón como "guaje", y un año más tarde ya estaba picando carbón.

No hace falta preguntase de donde le vino la vena de izquierdas, concretamente en el seno del Partido Comunista. Allí militaban sus padres y sus tíos y además su casa era punto de encuentro y a veces de escondrijo para los guerrilleros que seguían fieles a la República. Y se afilió a las listas de la formación política más activa en aquellos tiempos, durante el año 1960, para seguir los pasos de mandos que ya ejercía su liderazgo como El Paisano, Horacio F. Iguanzo, o Ángel Camblor. Su talante enérgico y decidido lo llevó, con sólo 18 abriles, al Comité Provincial, asumiendo responsabilidades, y moviéndose, laboralmente hablando, por distintos centros mineros de trabajo, puesto que, enseguida, recibía la comunicación del despido.

Algunas detenciones preliminares lo llevaron ante las mismas narices del jefe de la policía social de Asturias, Claudio Ramos y su ayudante Pascual Honrado de la Fuente, "el tío más sanguinario que me eché a la cara en cuestión de torturas" . Por lo visto no había pruebas concluyentes contra Gerardo, que era puesto en libertad a las setenta y ocho horas, pero, con un seguimiento constante y nuevas detenciones, "dado que siempre me cogían infraganti porque yo no me presentaba voluntario nunca a las citaciones".

Gerardo Iglesias formó parte de la Comisión Provincial de Mineros, que, alrededor de 1965, dio paso a la creación de Comisiones Obreras en Asturias para ser elegido primer secretario, a la vez que impulsor del sindicato con figuras como Otores, el Condín de Santa Cruz, Tino el del Alto, entre otros. Mientras tanto, por vía política se suceden los acontecimientos en el Partido Comunista hasta la crisis de Perlora, donde una fracción importante toma otros derroteros, lejos de la línea continuista y Gerardo Iglesias se ve obligado a asumir el cargo de secretario general en el Principado.

Llega la transición, se juegan los papeles correspondientes en el plano político, con el "trago" del 23 -F y por fin, en 1982, con las nuevas elecciones legislativas y el batacazo en ellas del PCE, casi todo el mundo dirige el dedo hacia la figura del asturiano, entre otras cuestiones, porque aquí, los efectos no había sido tan rotundos. Y hasta el mismo Santiago Carrillo insinúa que es el más idóneo para sucederle. "Yo sabía - señala- que no era el más indicado y así lo manifesté, pero las presiones, sobre todo por parte de Horacio, me hicieron asumir la responsabilidad de secretario general del PCE. ¿Qué por qué lo hizo Carrillo?. Quizás creyó que podía convertirme en un retrato robot manejable. Le dejé bien claro que yo iba a ejercer con mis propios criterios".

Ocho años en el cargo, periodo en el que se produce la expulsión del Santiago Carrillo y tras el referéndum de la OTAN, nace Izquierda Unida como movimiento sociopolítico de respuesta a la demanda de reunir sectores identificados con los objetivos de libertad e igualdad, así como defensa de las demandas sociales sobre derechos humanos, el papel de la mujer o la ecología, aunque el predominio, dentro de la organización, sigue siendo el del Partido Comunista.

En 1990 Gerardo Iglesias toma la decisión de apartarse de la política y regresa a su trabajo de picador, esta vez en el Pozo Polio de Hunosa, y aunque lo proponen para candidato a la presidencia en Asturias, no se aceptan sus condiciones cercanas al movimiento actual de Podemos y decide permanecer un año en su actividad laboral hasta la aparición de un dolencia óseo-nerviosa en dos vértebras que le exigen cinco operaciones en el Sanatorio Adaro de Sama con final negativo que provocan la lesión de las raíces nerviosas de tipo neuropático. Según sus propias palabras, "todo un desastre" que le deja con permanente dolencia sin tratamiento eficaz y jubilado por invalidez.

Pero el espíritu del dirigente de izquierdas sigue intacto, aunque con algunas variantes. Deja, silenciosamente, tanto de IU como del PC e inicia una especie de cruzada reivindicativa en torno a la figura de los represaliados por el franquismo que, declarados como "fugados del monte", dieron su vida, asegura Iglesias, "por unos ideales de libertad y democracia". Así vio la luz su libro "Por qué estorba la memoria histórica" que fue presentado en toda la Asturias minera, y también en los grandes núcleos urbanos, con la "odisea de decenas de asturianos que resistieron como héroes el acoso de las fuerzas franquistas y en defensa de un gobierno republicano legalmente constituido".

Hoy Gerardo Iglesias, habitante empadronado en un barrio periférico de Oviedo, sigue manifestando claramente sus ideas en contra de lo que considera medidas "totalmente injustas como la ley de amnistía nacida poco después de la transición -para mí un cuento chino- que simula perdonar a todos pero lo hace solo de un bando para ignorar a los otros cuando existe la máxima de quién olvida el pasado está obligado a repetirlo" . "Aún existe la cultura franquista del miedo y el franquismo se siente todavía vencedor en el país y falta democratizar los servicios policiales, jurídicos y económicos. Y una sociedad así siempre es vulnerable". "No es posible que siga existiendo la cultura franquista, con actos de exaltación a la dictadura y se ponga en marcha una especie de nueva ley de orden público".

Los recientes resultados de las elecciones europeas llevan, a Gerardo Iglesias, a la siguiente reflexión: "Los partidos tradicionales y sobre todo el bipartidismo ya no responde a la demanda de la ciudadanía, está desfasado. Y para demostrarlo ahí esta Podemos que pone en evidencia la seguridad de que el viejo modelo ya no es capaz de establecer un vínculo ni una relación entre partidos y sociedad". Señala a IU como símil de esa realidad hace treinta años porque en ella predominaba la cultura del PC, aunque ahora, si bien no se encuentra rastros de corrupción en la coalición, salvo hechos puntuales, "ha caído también en los mismos fallos que los grandes partidos y está solo en las instituciones. Siento un gran cariño por ella y deseo que salga adelante pero pegándose más a los movimientos sociales. Lo que ahora propone Podemos lo hicimos nosotros ya hace tres décadas".

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