Opinión

Líneas rojas

Las medidas de seguridad para reducir la siniestralidad en el Corredor del Nalón

El último y trágico accidente sufrido en el Corredor del Nalón ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de implantar medidas de seguridad que pongan freno a los sucesos luctuosos que se siguen produciendo en ese tramo de carretera.

Sería muy arriesgado por mi parte opinar sobre las cautelas más precisas. En un principio, tal parece que el desdoblamiento podría ser la solución más acertada; pero, como digo, soy lego en la materia y, además, tal como se fue exponiendo en la prensa y en distintos debates públicos, cualquier remedio no está exento de contraindicaciones: costes económicos, repercusiones medio ambientales y otras.

No sé tampoco si el estreno de una línea roja, de una señalización horizontal como la pintada en la mediana de la AS-117 entre Sama y Barredos, obedece a una coyuntura pasajera, a una variante de tráfico sin deseo de perpetuidad, o si acaso esta figura nace con el deseo de convertirse en un patrón permanente. En todo caso, pienso que en esta, como en tantas otras encrucijadas, el tiempo será el mejor consejero, así que de momento toca aguardar por el resultado de la siembra. Y ojalá que se cumpla la frase de Charles Chaplin: "El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto". Que, en este caso, como es lógico, pasaría por la desaparición de los accidentes, algo que forma parte de los deseos de todos.

Buscando un símil general, una línea roja es, sobre todo, un mecanismo defensivo, un ojo vigilante que intenta eliminar, o al menos disminuir en parte nuestras pulsiones más negativas. En algunos casos, la medida acaba consiguiendo su objetivo, con más o menos dificultades, ciertamente; si bien, otras veces no sucede así, y esa ayuda acaba convirtiéndose en una mera representación retórica.

Basta con fijarse en los márgenes o viales por los que discurre la vida política. Los profesionales de la misma, dispuestos a demostrar su capacidad y su no menos carácter insobornable, se lanzan a trazar líneas rojas por todas partes. Más adelante, en ocasiones sin que sea preciso adelantar mucho el calendario, tales líneas desaparecen y se disuelven con toda rapidez en un ácido falso, insolente pronto, y por último desvergonzado. (Como es lógico, y tengo la costumbre de repetir siempre, tales efluvios malsanos no afectan a todos los políticos). Al efecto, copio una frase que podría resumir a la perfección esta falta de sinceridad (o de escrúpulos, nunca se sabe): "¿Por qué en lugar de hablar de lo que no harán, no nos hablan de lo que piensan hacer y cómo?" "¿Por qué en lugar de ocuparse tanto de las fallas de los demás, no se dedican también a mirarse en el espejo y a hacer ejercicios de autocrítica?", añadiría yo.

En todo caso, y como dije antes, habrá que aguardar a la cosecha que llegue tras la siembra de la línea roja en el Corredor del Nalón. Tal parece, por lo que se comenta en algunos medios, que Asturias es pionera, junto a Málaga, en este tipo de experiencias que remarcan la prohibición de adelantar en carreteras consideradas de alta siniestralidad. Solo espero, si es que después haya que cambiar la ruta, que las cuestiones económicas no tengan un peso decisivo a la hora de adoptar otras medidas. Reitero mi desconocimiento en estas lides; pero, a su vez, me uno a quienes sostienen que una vida vale más que todos los miles de euros de de los que se puedan desprender las distintas administraciones.

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