La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

BLOC DE NOTAS

Las grietas del pasado

Modiano vuelve en La hierba de las noches, su última novela, a la caza de los recuerdos en un París entre tinieblas

Las grietas del pasado

París, mediados de los 60. Por todas partes se cierne una amenaza en el aire que le da un color particular a la vida. El lector puede imaginarse la figura melancólica de Patrick Modiano, vacilante, solitaria, vagando por las calles desiertas persiguiendo los fantasmas del pasado. La hierba de las noches, la última novela del escritor francés vivo con mayor poder de seducción tiene un título hermoso que invita a soñar despierto, enganchado de la atmósfera especial de sus páginas. La historia que cuenta es la de un hombre, un escritor, él mismo, que intenta descifrar las notas de un enigmático cuaderno, que hablan de otro tiempo, de una ciudad en blanco y negro que dejó de existir antes de 1968. El pasado son nombres, Aghamouri, Chastanier, Marciano, "Georges", Duwelz y el Unic Hotel, el lugar donde coinciden. Un policía, Langlais, investiga un asunto sucio que implica a una mujer, Mireille Sempierry, sombra de Dannie, un alias, viejo amor del escritor. Dannie y él recorren las calles en medio de ese silencio hondo que permite oír con claridad el ruido de las pisadas. De garito en garito, de café en café, de sombra en sombra, el tiempo se pliega como un acordeón, cuando no se abre una brecha permitiendo que el misterio se agigante.

Uno parece que escucha la misma música cada vez que lee un libro de Modiano, algo que para muchos lectores, sus seguidores más fieles, resulta en cierta medida tranquilizador. Modiano suena siempre igual, pero suena muy bien. De esa manera, afinando en torno a unas cuantas obsesiones, la búsqueda de la identidad y la caza de los recuerdos, entre ellas, ha ido construyendo una obra coherente que contribuye a reforzar su leyenda literaria. La hierba de las noches es puro Modiano. Parte de esas grietas que abre el tiempo, de una investigación policial, de un París espectral, de cafés baratos y personajes que deambulan, de las notas de una libreta negra y de una geografía literaria urbana recurrente. El novelista utiliza numerosas idas y vueltas entre el pasado y el presente, personajes que se encuentran y desaparecen envueltos en brumas, mientras que el protagonista, el narrador, navega entre los meandros de la memoria para recordar a la mujer que amó y, sin embargo, podría ser otra distinta a la que él quiso. Se comporta como un espectador pasivo, sin ningún derecho ni legitimidad, sin un medio familiar o social definido. Simplemente flotando en el aire de una ciudad oscura. Su presencia evoca esa confusión que acompaña a los jóvenes en ciertos momentos de la vida.

Modiano tiene una gran habilidad para remover las partículas del pasado. Siempre le ha gustado traer a colación como asuntos de fondo acontecimientos que han marcado una época. Lo hizo, por ejemplo, con el "caso Profumo" en Más allá del olvido. En El lugar de la estrella (La place de l'étoile), la pieza con que arranca su trilogía de la Ocupación, recrea el mundo de los judíos a través de Rafael Schlemilovitch, el héroe alucinante narrador de la historia; por el relato desfilan personajes reales y ficticios, algunos trasunto de los auténticos: Maurice Sachs, Otto Abetz, Levy-Vendôme, el doctor Louis-Ferdinand Bardamu, junto a Brasillach y Drieu la Rochelle, Marcel Proust, Dreyfus, Pétain, Hitler y Eva Braun. En La hierba de las noches, flota el "affaire Ben Barka", el suceso que conmovió a la Francia poscolonial. El dirigente opositor marroquí Mehdi Ben Barka fue secuestrado en 1969 por agentes de policía vestidos de paisano a la puerta de la brasserie Lipp, en el Boulevard St. Germain. Posteriormente lo mataron. El secuestro y el asesinato fueron atribuidos a los servicios secretos de Hassan II que actuaron supuestamente con la connivencia de Francia.

La búsqueda de un pasado inquietante que no se nos revela es la auténtica protagonista de La hierba de las noches. El escritor persigue entre las tinieblas al hombre que fue. Mientras, suena la música de las palabras del cuaderno negro de notas enigmáticas que le impide localizar aquel hotel de La Val-de-Grâce. "No había apuntado ni el nombre ni la dirección en la libreta negra, de la misma forma que evitamos escribir los detallles demasiado íntimos de nuestra vida, por temor a que, cuando ya hayan quedado recogidos en el papel, dejen de pertenecernos". Y al final, no sabemos lo que es soñado o ha sido vivido, como sucede con el manuscrito olvidado en aquella casa, la historia de una falsificación y las dos balas perdidas. O la propia libreta que presumiblemente ayudará a reescribir las páginas jamás encontradas.

Así son los misterios.

Compartir el artículo

stats