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La editorial Galaxia Gutenberg publica una amplia antología del poeta mexicano David Huerta

Cultura - Libros

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Fernando Menéndez

Lo primero, una breve cita tomada de la solapa del volumen de Galaxia Gutenberg para situar escuetamente al autor; una pizca de sus coordenadas: “David Huerta nació en Ciudad de México el 8 de octubre de 1949. Es poeta, profesor universitario, periodista y autor ocasional de ensayos”. Yo diría: es poeta, poeta, poeta y poeta. No es que carezcan de importancia sus otras dedicaciones; es más bien que su condición de poeta las contiene todas, las justifica y les da sentido.

Recurrir a la solapa de “El desprendimiento. Antología poética 1972 - 2020”, a cargo del propio autor y de Jordi Doce, es poner en evidencia nuestra inopia, porque de Huerta nada sabíamos a pesar de su dilatada trayectoria y si lo sabíamos, era de forma sesgada, intermitente. Lo avisa pronto Doce en la introducción al libro: “el volumen que ahora presentamos es la primera ocasión que tiene el lector hispanohablante de acceder de manera accesible y ordenada a una de las grandes voces de la poesía contemporánea en nuestro idioma”. Si la edición es un testigo de cargo, la lectura de “El desprendimiento” corrobora la condición de Huerta como gran voz de la poesía contemporánea. Poeta de gula y dieta variada, recorrer su trayectoria significa comprobar de qué manera convierte el lenguaje en algo orgánico y determinante. No tiene otra lucha el poeta. Cofrade de lo barroco y de Góngora, no pierde la conciencia con respecto al peligro del abigarramiento y comprende con lucidez que sólo lo poético rectifica lo poético. Ya en las páginas introductorias se nos avisa de su proceder por acumulación, analogías… Pero, como si el propio género se encarnase en un solo individuo, “El desprendimiento” es la prueba de que Huerta es capaz de pararse en distintas estaciones; comprender con humildad y a la vez con generosidad que, de poder, el poeta no debe negarse a las infinitas modulaciones de un lenguaje. En eso cumple el deseo de Octavio Paz, maestro de Huerta y de todos en lo poético: la poesía es un nuevo idioma.

Una antología también es un catálogo, una autobiografía: nos permite ser espectadores y confidentes. La muestra de poemas es lo necesariamente amplia como para sacar una conclusión, aunque sea como recién llegados. De 1972 a 2020, en un viaje así de largo, se imponen altos, cambios de rasante: no es difícil ver en “Incurable”, libro de 1987, un campo magnético que atrae y a la vez lanza hacia adelante a Huerta. Se compara su huella con la de “Descripción de la mentira” en Antonio Gamoneda. En ambos casos supieron deshacer la poderosa telaraña sin desprenderse del todo de algún resto.

Como editar es una forma de ser generoso, “El desprendimiento” incluye en las páginas finales algún poema inédito y un documento notorio: el discurso de David Huerta de aceptación del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances. Alguno de sus extractos son un inmejorable colofón a su poesía; un empujón a su lectura o relectura: “Atacar la poesía es atacar la mente humana, es decir: la inteligencia, la imaginación, la capacidad de discernimiento, las fuerzas de la crítica y el juicio (…) el poema es una diversidad vertiginosa, el opuesto perfecto del obtuso, lerdo y estéril monólogo del poder. Por eso es importante la poesía, espejo de todo contrapoder”.

De nada vale lo teórico, el discurso solemne, si no tiene su correlato en la lucha por cada palabra, por cada verso. “El desprendimiento” confirma que así es en el caso del autor mexicano. Y también por lo corto y lo rotundo se puede expresar lo frondoso y memorial de la poesía: Lo vivido ha quedado en el pecho, así dice el comienzo de “Melodrama”, poema incluido en el libro aquí comentado.

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El desprendimiento

David Huerta

Edición del autor y de Jordi Doce

Ed. Galaxia Gutenberg 432 pgs. 23,90 euros

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