Una temporada para olvidar: el análisis de la decepcionante temporada del Avilés

Una plantilla con un nivel alejado de las altas expectativas, floja mentalmente, sin revulsivos de banquillo y débil en defensa, claves del curso salvado "in extremis"

Javi Rozada, con Diego Baeza en el banquillo del Suárez Puerta. | Mara Villamuza

Javi Rozada, con Diego Baeza en el banquillo del Suárez Puerta. | Mara Villamuza

Noé Menéndez

Noé Menéndez

Ha costado más de lo esperado, pero finalmente el Avilés ha conseguido salvar los muebles. El gol de Natalio ante el Manchego dio a los blanquiazules una permanencia que se complicó mucho, pero a pesar de la importancia del triunfo, la grada del Suárez Puerta no tenía ganas de celebrar en exceso. Y es que, tras un curso en el que se rozó el ascenso a Primera Federación, la temporada de los avilesinos solo puede ser catalogado como un fracaso. El club ha pasado de rozar la gloria a evitar caer al barro y ahora, como el propio Diego Baeza reconoció, toca aprender de los errores para tratar de estar arriba de nuevo. A continuación se exponen algunas de las claves de un año para olvidar en el Avilés

Planificación atrasada. Una de las consecuencias que trajo el fallido play-off de ascenso fue que los blanquiazules empezaron a trabajar en los despachos con un mes de retraso, ya que no sabían cuál iba a ser su categoría. Por ello, mientras el resto de rivales se reforzaba, el Avilés seguía compitiendo. A eso se sumó que Astu, el arquitecto de la anterior plantilla, decidió separar su camino de los avilesinos, por lo que Baeza tuvo que moverse para fichar a un nuevo director deportivo. Finalmente el elegido fue Javier Vidales, uno de los grandes señalados por la afición por el mal rendimiento de la plantilla.

Las altas expectativas. Tras lo vivido la pasada campaña y con la llegada de Javier Vidales a los despachos del Avilés, todo el ambiente blanquiazul coincidía en lo mismo: el equipo tenía que dar el salto. "Nuestro objetivo es, con la dedicación y el trabajo que se están haciendo desde hace tiempo, poner al equipo en un escenario profesional de verdad", afirmó el propio Vidales durante su puesta de largo. Baeza, durante la presentación de la campaña de socios, también habló de que "esta categoría se nos queda corta, ahora nos queda conseguir el ascenso". El objetivo era muy ambicioso y esa presión, a la larga, ha hecho mella en el equipo, que ha estado muy lejos de esas metas.

El aspecto mental de los jugadores. Javi Rozada, tercer técnico de la temporada del Avilés, habló de la mentalidad de sus jugadores tras salvar al equipo. "El Avilés era un equipo débil mentalmente, pero estoy orgulloso de haberles cambiado la mentalidad, porque si no no hubiesen pasado", comentó el ovetense, que puso voz a un aspecto clave en el verano blanquiazul. Y es que muchos de los jugadores que aterrizaron en el Suárez Puerta llegaron tras descender el año pasado. Mecerreyes, Davo Fernández, Joel del Pino o Mauro son ejemplos de jugadores que el año pasado vivieron una situación parecida a la que sufrió el Avilés este año. Por eso, al verse al frente del abismo, esos recuerdos del pasado aparecen y afectan a su rendimiento.

Doce remontadas en contra. Quizás en relación con el aspecto mental se sitúa uno de los grandes males de este año del Avilés, la facilidad con la que sus rivales podían remontar los encuentros. Los blanquiazules se adelantaban en el marcador, pero no eran capaces de sentenciar, por lo que acababan o empatando o perdiendo el encuentro. En total has sido doce remontadas, nueve de ellas acabaron en reparto de puntos y tres en derrota, lo que supondrían 27 puntos más en el casillero. Eso pondría al Avilés como el segundo clasificado de su grupo.

Falta de contundencia defensiva. La gran diferencia entre el Avilés del año pasado y el de este estuvo en su propia área. Álvaro Fernández ha firmado una gran temporada, pero el resto de la zaga ha estado por debajo del nivel esperado. El hecho de no poder atar a Mayorga, unido a la salida de Morcillo, fue un golpe del que los avilesinos no pudieron levantarse. Tan solo el fichaje de Zubiri durante el mercado invernal pudo solventar los problemas defensivos del equipo, frágil a la hora de despejar centros y a campo abierto, pero el central navarro se perdió cinco encuentros consecutivos por una expulsión.

Ausencia de revulsivos desde el banquillo. Algo que se ha echado en falta a la hora de gestionar los encuentros son futbolistas capaces de romper al espacio y brillar por su velocidad. Salvo Raúl Rojas, jugador llegado en enero, ninguno de los perfiles que el Avilés tenía en el banquillo era el idóneo para tratar de remontar un partido que se complicase. Joel del Pino o Isma Cerro, salvo en los dos últimos encuentros, no han cumplido con ese rol y Miguel Sierra o Jorge no son jugadores de ese perfil.

El Suárez Puerta, lejos de ser un fortín. La pasada campaña Emilio Cañedo consiguió convertir el Suárez Puerta en un feudo inexpugnable. Muchos aficionados aún recuerdan triunfos como los vividos ante el Valladolid B o el Compostela. Y es que los blanquiazules venían de ser el segundo mejor local de su grupo, dato que choca con el décimo puesto de esta campaña. La afición supo responder, mejorando con creces la asistencia del año pasado, pero los resultados no acompañaron al gran ambiente del campo. Además, fuera de casa tampoco compensaron la fragilidad como local, siendo también el décimo mejor visitante.

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