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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

La opinión sobre el Sporting: De Luis Enrique a Gaspar

Gaspar, como Lucho, forma parte de esa escogida lista de gijoneses que pueden presumir de tener en su hoja de servicios haber jugado en el equipo de Gijón por antonomasia

La plantilla del Sporting durante un entrenamiento en Mareo Ángel González

Hace treinta años que Luis Enrique marcaba sus primeros y últimos goles como sportinguista. El mismo seleccionador cuenta en una deliciosa entrevista a LA NUEVA ESPAÑA, entre otras cosas, cómo fueron aquellos tantos que logró formando dupla atacante con Luhovy. Es probable que los padres de Gaspar Campos ni se conocieran en aquellos tiempos. Y ahí está el extremo gijonés, que se ha convertido en el último de los miembros de la quinta del colegio de la Asunción que ha renovado su contrato con el Sporting hasta la totémica fecha de 2025.

Gaspar, como Luis Enrique, forma parte de esa escogida lista de gijoneses que pueden presumir de tener en su hoja de servicios haber jugado en el equipo de Gijón por antonomasia. La inmensa mayoría de ellos, de los que siguen entre nosotros, han pasado por las páginas de LA NUEVA ESPAÑA para contar su historia, que también es la del Sporting, de la mano de los compañeros Ángel Cabranes, Pablo Antuña, José Manuel Requena y Mario Braña. Más de sesenta historias que sirven para componer una imagen fiel de lo que han sido el Sporting y sus gentes en los últimos 70 años.

Historias de sangre, sudor y lágrimas. Historias brillantes, como la del propio Luis Enrique o el doble éxito de Abelardo. Historias de mala suerte, como las de Isma Piñera o Chus Bravo; con carreras lastradas por las lesiones. O historias de buena suerte, como la de Ansuriza y aquel anuncio en prensa que le permitió jugar en el equipo de su corazón. Incluso historias que se siguen escribiendo, como las de José Ángel y Nacho Cases; autorretrato con dron incluido. También hay historias de ese minuto de gloria y nada más, que tuvieron José Manuel Gancedo y José Antonio Murias. O el cabezazo de Prendes. O los vuelos de Juanele, el “pichón de Roces”. O la generación a la que “quemó” el desastre del 98.

Con balones duros como regodones del Narcea, con cláusula de retención o sin ella, la cantera siempre ha sido un valor ganador en Gijón y en el Sporting; ha dado glorias deportivas y ha salvado de la quiebra a golpe de ascensos y traspasos

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Más de sesenta relatos que dejan claro el porqué de la importancia del ADN y el sentimiento de pertenencia, que demuestran que no asumir el pasado es afrontar un camino hacia el futuro contra natura. Con balones duros como regodones del Narcea, con cláusula de retención o sin ella, la cantera siempre ha sido un valor ganador en Gijón y en el Sporting; ha dado glorias deportivas y ha salvado de la quiebra a golpe de ascensos y traspasos. Y siempre, siempre, salvo que la señora piqueta y el señor especulación decidan lo contrario, a la sombra de El Molinón.

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