La transformación tecnológica que la multinacional siderúrgica ArcelorMittal pretende acometer en sus plantas de Asturias para la descarbonización de su proceso fabril supondrá una reducción de 960 empleados en la comunidad, equivalentes a casi una quinta parte (el 19%) de los algo menos de 5.000 efectivos laborales con que cuenta la empresa en el Principado. El ajuste de plantilla se acometerá sin medidas traumáticas.
Así lo anunció ayer la dirección de la multinacional a los sindicatos en una reunión celebrada para abordar la negociación del plan social que se pretende que acompañe al plan industrial que va a llevar a cabo la compañía, con una inversión superior a 1.000 millones de euros, para garantizar la continuidad de la siderurgia en Asturias mediante su tránsito hacia un modelo productivo con nuevas tecnologías que permitan la fabricación de acero sin emisiones de CO2.
ArcelorMittal adujo que el recorte de empleo que se producirá en sus instalaciones de Gijón y Avilés se verá compensado (al menos parcialmente) por la generación de nuevos puestos de trabajo mediante el gran proyecto de hidrógeno verde para alimentar las fábricas asturianas en el que se ha involucrado la compañía.
La sustitución de uno de los hornos altos, uno de los dos sínter y la acería de Gijón por una planta de reducción directa de mineral de hierro (DRI) y un horno de arco eléctrico en la factoría de Gijón para reducir al 50% las emisiones de gases de efecto invernadero, como exige la normativa europea, entrañará la pérdida de 990 empleos en el llamado Clúster (grupo) de Asturias, de los que 960 (el 96,9%) se concentrará en el Principado (que es donde se acometerá el grueso de las inversiones, junto con Sestao) y el resto (30 puestos de trabajo) se amortizará en las plantas satélites de otras regiones.
El llamado Clúster de Asturias abarca la cabecera integral de Asturias y las plantas acabadoras de Sagunto (Comunidad Valenciana), Etxebarri (Vizcaya) y Lesaca (Navarra).
La merma de 960 empleos en Asturias (una cifra coincidente con el millar que habían estimado en diciembre los sindicatos) afectará al conjunto del proceso productivo. La cabecera (parque de minerales, hornos, acerías de Avilés y Gijón, sínter, tren de bandas en caliente...) perderán 675 empleos. El negocio de largos en Gijón (carril y alambrón) ajustará otros 120 puestos. Y en las instalaciones acabadoras de las dos fábricas se perderán otros 165.
La empresa dijo, según testimonio de los sindicatos, que no habrá en ningún caso salidas traumáticas. Según la representación laboral, la dirección de la compañía adujo que los hornos altos no tienen ningún futuro en Europa por la normativa comunitaria sobre emisiones y que la transformación tecnológica es una oportunidad porque sin ella la destrucción de empleo sería muy superior.
UGT-FICA y otros sindicatos volvieron a plantear la exigencia de que la transformación del proceso fabril hacia un nuevo sistema productivo no conlleve pérdida de capacidad productiva en Asturias. Según las previsiones anunciadas en julio, Asturias perderá entre 700.000 y un millón de toneladas de capacidad productiva (bajará de los 5 millones de toneladas actuales a 4,3 o 4 millones) en beneficio de la planta de Sestao, a la que se suministrará desde el Principado los futuros prerreducidos de mineral de hierro.
Para corregir esta pérdida, UGT reclamó dos hornos eléctricos en la acería de Avilés: uno a abordar en la primera fase del proyecto de transición hacia una siderurgia verde para no perder capacidad productiva y otro para preservar esta capacidad cuando finalice la vida útil del horno alto B de Gijón, lo que está previsto que ocurra en 2032. Entonces se supone que sería relevado (al igual que lo será el A en esta primera fase) bien por el mismo sistema DRI o por otro método limpio de fabricación.
