Enrique Fernández Rodríguez (San Martín del Rey Aurelio, 1974) es licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Oviedo, donde se doctoró con premio extraordinario. Su trayectoria ha estado vinculada a esta institución académica, donde ejerció como profesor de Economía Financiera en el Departamento de Administración de Empresas entre 1997 y 2011. En el ámbito político, ha sido alcalde de su municipio natal, San Martín del Rey Aurelio, entre 2011 y 2019 y en julio del año pasado asumió la cartera de Industria, Empleo y Promoción Económica del Gobierno de Asturias.

–¿Qué balance realiza del año?

–El año 2020 ha sido un año tremendamente excepcional y muy diferente al que todos nos hubiéramos imaginado debido a la irrupción de la pandemia sanitaria global que ha alterado nuestros esquemas de pensamiento y prioridades de acción. Nos ha obligado a poner en primer lugar, por encima de cualquier otra consideración, la protección de la salud del conjunto de la ciudadanía. En la Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica hemos articulado respuestas extraordinarias para atender la crisis social y económica generada por la covid-19, tratando de garantizar, al mismo tiempo, la continuidad de los servicios administrativos y el desarrollo de las principales líneas políticas que ya estaban en marcha antes de la irrupción del coronavirus centradas en abordar con garantías los retos que impone a nuestra región el doble proceso de transición ecológica y transformación digital.

–¿Cómo ha afectado la pandemia a las empresas asturianas y al conjunto de la economía regional?

–El impacto ha sido muy severo como constatan los diferentes estudios e indicadores que hemos ido conociendo en los últimos meses. La incidencia que apreciamos en el mercado laboral y en las cifras de desempleo registrado, en línea con lo que ha ocurrido en otras economías equiparables, ha truncado un ciclo de más de seis años de descensos consecutivos en el paro interanual y nos vuelve a situar por encima de los 81.000 parados en Asturias, según los últimos datos del mes de noviembre. La menor dependencia de sectores como el turístico o el mayor peso de la industria en nuestra región han podido atenuar el impacto, pero el estrangulamiento del comercio internacional y las exportaciones nos ha golpeado severamente.

–¿Han sido suficientes las ayudas aprobadas?

–Ante una crisis social y económica tan profunda cualquier ayuda será seguro insuficiente por las limitaciones que imponen los presupuestos, y teniendo en cuenta que otros ámbitos como la salud, la educación y la atención social también han requerido fondos adicionales para atender situaciones de emergencia. Desde este Gobierno y desde el Gobierno de España se han adoptado medidas y actuaciones de un alcance sin precedentes, que ninguna Administración Pública ha tomado en la historia de este país. Han sido meses de tensión permanente que nos han obligado a medidas extraordinarias. Ha quedado demostrada la capacidad de gestión y la agilidad de la Administración regional para adaptarse a un escenario excepcional y continuar prestando sus servicios. Ha habido momentos puntuales de desbordamiento, que han provocado disfunciones y retrasos, han sido la excepción. Toca asumir protestas lógicas y pedir disculpas a quienes se hayan visto afectados. 

Destinaremos 1,7 millones de euros a la transición digital del pequeño comercio

–Hace referencia al impacto de la crisis en el empleo. ¿Qué previsiones barajan para 2021?

–La situación del mercado laboral es tremendamente compleja y no tiene precedentes, si bien es cierto que lo que ocurra en Asturias no será ajeno de lo que ocurra en el contexto general español. Hasta la llegada del virus en Asturias llevábamos 77 meses de descensos continuados en el desempleo interanual y la crisis quebró esa tendencia. Será necesario incrementar nuestra solidaridad con los colectivos con mayores dificultades de empleabilidad y por este motivo el Proyecto de Presupuestos de la consejería contempla un incremento de 15 millones de euros en los fondos para políticas activas de empleo en 2021. Ese dinero se va a invertir directamente en personas a través de programas de formación, acompañamiento y apoyo a las desempleados para mejorar sus opciones de inserción y reincorporación al mercado de trabajo. Por otro lado, no cabe duda de que la recuperación del empleo va unida a la reactivación de la economía y esta, a su vez, a la superación definitiva de la crisis sanitaria. Confiamos en que el final de la segunda ola, junto con la inminente llegada de las primeras vacunas, aceleren la recuperación de la actividad productiva.

–¿Además del aumento de los fondos para políticas activas de empleo qué otras novedades incluyen los presupuestos?

–En políticas de reactivación destaca la puesta en marcha de un fondo de 100 millones de euros para el próximo año 2021 que destinaremos a los sectores y actividades más afectados por la crisis. Nunca un Gobierno autonómico había puesto en marcha en Asturias una medida de estas características, lo que señala nuestro compromiso con las empresas y la recuperación de la actividad productiva. Vamos a concentrar nuestros esfuerzos en tres ámbitos: en primer lugar, en el apoyo al comercio de proximidad con la puesta en marcha de un plan de digitalización al que destinaremos 1,7 millones de euros para impulsar la transformación digital y su adaptación a la nueva realidad del sector con un peso cada vez mayor de las compras online; en segundo lugar, a las estrategias y políticas de apoyo a la industria para impulsar su modernización y que puede afrontar los desafíos tecnológicos y de sostenibilidad a los que se enfrenta este sector.

– ¿Y el tercer ámbito?

–La oportunidad de los fondos europeos asociados a la transición energética. En nuestra región esa transición se ha iniciado de forma acelerada y unilateral a través de decisiones de cierre de centrales térmicas adoptadas por empresas privadas. El trabajo de la Comisión Mixta para evaluar el impacto de la transición energética en Asturias, ha permitido que los gobiernos nacional, autonómico y locales, así como los agentes económicos y sociales asturianos, hayamos puesto en común nuestra visión sobre este proceso y las perspectivas de futuro. Estos trabajos introducen análisis y evaluación, al tiempo que dotan de perspectiva y orientación un proceso de descarbonización que estaba resultando ciertamente anárquico.

–¿Qué implicaciones tiene para Asturias el proceso de transición energética?

–Para Asturias el cambio en el modelo energético europeo es crítico porque supone que actividades tradicionales como la minería del carbón, la generación termoeléctrica y otras que son actualmente la columna vertebral de la economía regional, como la metalurgia, la siderurgia y sus empresas afines, se verán significativamente afectadas tanto en sus procesos como en sus costes productivos, lo que impacta directamente sobre la competitividad de los centros de producción locales. Nuestro objetivo es lograr que esta transición sea justa, pactada y pautada; que sepa convertir amenazas en oportunidades, y que aproveche las potencialidades de la región en los procesos de mejora de la eficiencia, la diversificación energética y en la introducción paulatina y progresiva de energías renovables que sustituyan a la actual generación con combustibles fósiles, sin que ello suponga impactos traumáticos sobre la actividad económica y el empleo regionales. Sectores emergentes como los vinculados a energías renovables (biomasa, eólica, hidrógeno, hidráulica, etc), a la movilidad sostenible, o a la rehabilitación energética de edificios, entre otros, y por citar solo los relativos al plano de la transformación energética deberán acudir al rescate de la actividad económica y el empleo que se han reducido en otros sectores. Queremos potenciar este tipo de proyectos y también atraer inversiones a nuestra región que encajen en los ecosistemas industriales asturianos y desarrollen su actividad en sectores con futuro.

–¿En todo este proceso de cambio la industria puede continuar como un sector tractor de la economía asturiana?

–Por supuesto. Somos una comunidad con tradición y cultura industrial, eso no se genera de la noche a la mañana, y debemos mantenerla. Ahora bien, algunos subsectores y empresas requieren del apoyo y el respaldo de las Administraciones Públicas para facilitar su adaptación a las exigencias tecnológicas y medioambientales de cara a garantizar su modernización y la mejora de sus niveles de competitividad en los mercados. Desde el Gobierno de Asturias estamos apoyando y reivindicando apoyar a la industria en el proceso de transformación que afronta para que en el futuro siga contribuyendo a generar empleo, riqueza y bienestar para el conjunto del Principado. También tenemos una preocupación clara por la reindustrialización de aquellas comarcas que sufren de un modo especialmente intenso el cierre de las actividades que sustentaban su modo de vida y exigen legítimamente la implantación de actividades económicas alternativas.

–¿Qué sectores o actividades cree que tienen más potencial de futuro en el Principado?

–Hay un sesgo en el debate público hacia las empresas en crisis, o que atraviesan problemas de competitividad. Y sin restar importancia a la colaboración con las empresas en dificultades, tenemos que poner el foco en aquellas que los están haciendo bien, que innovan, compiten con éxito en mercado globales y son una referencia en sus sectores. Me refiero a la industria naval asturiana, a los fabricantes de equipos para la industria eólica terrestre y marítimo, a las ingenierías especializadas en energías renovables, a las pymes de base tecnológica y centros de I+d+i en ámbitos como la fabricación aditiva o a las industrias agroalimentarias. Empresas competitivas, con capacidad de liderazgo, sostenibles e innovadoras que están haciendo grandes proyectos y son referentes en sus sectores.