"No tengo ningún futuro político", aseguró ayer el ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Manuel Pimentel, quien se muestra convencido de que no tiene nada que aportar a un sistema enrocado en el inmovilismo y secuestrado en numerosas ocasiones por los "hooligans" de los partidos políticos, que exigen a sus dirigentes firmeza en vez de asertividad.

Pimentel se marchó del Ejecutivo de José María Aznar en febrero de 2002. "Dimitir es muy fácil si te quieres ir", asegura, "y yo entendí en aquel momento que debía irme a casa", explica antes de reiterar que "hay momentos en la vida en los que estás mejor en casa". Las razones que esgrimió el ex dirigente popular para justificar su dimisión fueron vagas. Tan sólo se refirió a la empresa de formación que sin él saberlo tenía su jefe de Gabinete en el Ministerio y reconoció que tenía puntos de vista distintos con el presidente Aznar. La gota que colmó el vaso y precipitó la salida del ex político andaluz del Ejecutivo fue la aprobación de la ley de Extranjería del PP, que agilizaba, entre otras cosas, la expulsión de España de los inmigrantes irregulares.