Adiós a un político y empresario con intensa dedicación pública

Muere a los 68 años el exministro Piqué, gran privatizador de la industria asturiana

Dirigente de talante moderado y pactista, pilotó desde el Gobierno de Aznar la venta de empresas públicas como Aceralia, Inespal y Tabacalera

Josep Piqué. | E. P.

Josep Piqué. | E. P. / Luis Gancedo

Luis Gancedo

Luis Gancedo

El desenlace de una enfermedad con la que había luchado largo tiempo se llevó ayer la vida de Josep Piqué a los 68 años. Una muerte prematura, quizá alineada con la precocidad que marcó su trayectoria de político y dirigente empresarial. Formado como economista y jurista en la Universidad de Barcelona, con apenas treinta años daba clases en la institución académica y ocupaba cargos directivos en empresas. Quien luego se convertiría como ministro y portavoz (a los 41 años) en uno de los referentes de los gobiernos de José María Aznar (PP) también llegó temprano a sus primeras responsabilidades públicas: en 1986 era reclutado por Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), en las antípodas del PP, como director general de Industria de la Generalitat. Su primer contacto con la acción política en un sector en el que, a partir de 1996 y como miembro del gabinete de Aznar, estuvo en la primera fila del mayor ciclo de privatizaciones de empresas públicas españolas. Incluidas cuatro cruciales o con impacto relevante en Asturias: la siderúrgica Aceralia (hoy ArcelorMittal), la aluminera Inespal (luego Alcoa), la armamentística Santa Bárbara y Tabacalera. Y de su departamento dependió también formalmente la negociación del acuerdo del carbón (1998-2005) que alumbró la creación de los fondos mineros.

A José Piqué, hijo de un alcalde franquista de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), se le recordaba ayer como un consumado liberal –aunque en su juventud simpatizó con el PSUC, rama catalana del Partido Comunista– y como gestor solvente. Tras el breve episodio antes comentado en la Administración de Jordi Pujol (entonces en alianza con ERC), su destino fue el conglomerado químico Ercros, que dirigió entre 1992 y 1996, un período crítico para la compañía catalana. Piqué, miembro antes ya de la dirección, afrontó en esos años una dramática suspensión de pagos. Pese a tales dificultades, su estrella empresarial ganó lustre con su nombramiento en 1995 como presidente del Cercle d’Economía, influyente foro patronal.

Un año después, Josep Piqué era llamado por José María Aznar para la cartera de Industria y Energía en un gobierno con presencia de los asturianos Francisco Álvarez-Cascos y Rodrigo Rato. El PP llegaba en política económica con un punto de mira puesto en el sector empresarial público. Los ejecutivos precedentes de Felipe González habían protagonizado una tanda de privatizaciones parciales. Aznar quería pisar el acelerador, entre otras posibles, por convicciones ideológicas y por razones fiscales (obtener ingresos extra para aproximar el estado de las cuentas públicas a las condiciones de la naciente Unión Monetaria Europea). Y Piqué, entonces sin carné del partido, fue el encargado de conducir ese proceso en la industria estatal hasta el año 2000, cuando cambió la cartera y la portavocía del Gobierno por el Ministerio de Asuntos Exteriores.

La dupla formada por Piqué y por Pedro Ferreras –leonés formado en la Universidad de Oviedo al que fichó como presidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, SEPI, sucesora del antiguo Instituto Nacional de Industria, INI– coordinaron la venta definitiva de colosos como la eléctrica Endesa y la petrolera Repsol, en parte privatizadas con el socialista González en la Moncloa pero sin perder el control estatal.

Asturias, región del INI por excelencia, cambió en gran medida de patronos industriales en ese período. En 1997, el Ministerio de Piqué y la SEPI lanzaban la privatización de la Corporación de la Siderurgia Industrial, grupo que, tras dos grandes reconversiones con costes milmillonarios, había sido creada por la administración socialista precedente para integrar y ajustar los activos de Ensidesa, Altos Hornos de Vizcaya y Altos Hornos del Mediterráneo. El proceso auspiciado por el ministro catalán llevó primero a un acuerdo con la luxemburguesa Arbed –socio industrial, al que se sumaron Aristrain y Gestamp como minoritarios en la nueva Aceralia– y, en 2002, a la integración de Aceralia, Arbed y la francesa Usinor en el gigante europeo Arcelor, finalmente adquirido por la familia Mittal (2006).

El turno de Inespal llegó en 1998. El fabricante público de aluminio, con planta en Avilés, fue vendido de forma directa a la estadounidense Alcoa, que 20 años después cerró en Asturias. Final análogo al que tuvo la factoría de Tabacalera en Gijón, clausurada en 2000, dos años después de completarse la privatización del grupo renombrado como Altadis.

Piqué dejó Industria antes de que, en 2001, se consumara la venta de Santa Bárbara –con dos fábricas en Oviedo: Trubia y La Vega, esta última finiquitada– a la estadounidense General Dynamics, pero la operación se perfiló con él en el cargo. Lo dejó para pasar a Exteriores y luego a Ciencia y Tecnología (2002-2003), antes de liderar el PP en Cataluña y de practicar allí un discurso de moderación que al final chocó con las posiciones dominantes en el PP. En 2007, dimitió y retornó al mundo de la empresa. Y a la reflexión geopolítica, una de sus pasiones intelectuales.

Suscríbete para seguir leyendo