Miriam SUÁREZ

Hasta que se empezó a hablar del enlace de la Autovía Minera como el «scalextric» de Ceares, este barrio gijonés «sólo salía a relucir en las esquelas». Eso dice, con mucha ironía, José Manuel Quintanal, portavoz de los vecinos. Su afirmación no hace más que confirmar la evidencia: el barrio está marcado por 231 años de enterramientos en lo que se conoce como El Sucu.

El cementerio municipal de Ceares, el más antiguo del concejo, forma parte del paisaje del barrio desde 1876. Su presencia ha sido como una losa para el vecindario, tan asociado al camposanto que «las promotoras ofertan como Viesques pisos que realmente están en Ceares; se ve que nosotros no tenemos caché», aporta, como anécdota, Quintanal. Y continúa: «La urbanización Puerta de Viesques está en Ceares, el nudo de El Llano está en Ceares... Oye, que hasta quisieron quitarnos la calle La Paz. Pero, descuida, que el cementerio no se lo lleva nadie».

Es lógico que exista cierto resquemor. Al barrio se le ha hecho de menos. Sin embargo, tiene mucho de que presumir. Especialmente con la entrada del nuevo siglo, que parece haber llegado a Ceares con un pan debajo del brazo. Un pan amasado a base de proyectos que van compensando su resignada convivencia con el cementerio. El nudo que une la Autovía Minera a la Ronda Sur -costó 18 millones de euros- es uno de ellos.

«Nos da valor como barrio que se nos mencione por algo tan moderno como esto», considera Quintanal, de 74 años y vecino de Ceares desde los 6. La infraestructura, que se ha convertido en el engranaje de todo el sistema de comunicaciones del municipio, deja a Ceares en una posición estratégica en materia de movilidad. Por decirlo de otro modo: los vecinos llegan ahora a «cualquier parte» sin tener por qué atravesar el caos urbano.

Esta situación ha propiciado una mayor actividad edificatoria en la zona y, por consiguiente, un aumento de su población. Desde que empezó a hablarse del «scalextric» de la Minera hasta su inauguración, el pasado mes de febrero, Ceares sumó un total de 1.556 vecinos. Con este despegue demográfico, el barrio ha despertado «de su época de letargo» y se ha puesto a la altura de Viesques o Montevil, las áreas de expansión urbana por excelencia.

El desdoblamiento de la carretera de Pola de Siero (AS-248) a su paso por Ceares fue el adelanto de la metamorfosis que está experimentando el barrio. Ese tramo, que aparecía en los ortofotomapas con traza tenue, tiene ahora tratamiento de gran bulevar. Este vial, de cuatro carriles, lleva operativo desde julio de 2002 y soporta el paso de más de 23.000 vehículos al día.

Teniendo en cuenta que también absorbe una parte importante de los tráficos generados por las calles de Ramón y Cajal o Hermanos Felgueroso, su caudal de tráfico podría alcanzar los 40.000 coches y camiones diarios. En realidad, la llamada carretera de Ceares se ha convertido en una arteria que bombea tráfico a toda la provincia, ya que conecta con la Autovía Minera y la ronda.

«No sé qué va a pasar con tanto tráfico. Esperemos que se aligere cuando abran el nuevo ramal entre la rotonda de La Coría y Viesques. Si no, habrá que adoptar otras medidas», plantea José Manuel Quintanal, cuyo equipo directivo ha recuperado el pulso del barrio, que incluso había dejado morir sus fiestas. El tráfico se ha convertido en la otra cruz de Ceares.

La primera, pulida en piedra, se encuentra junto al hogar del pensionista. La pieza da nombre a la asociación vecinal, que no acierta a determinar su origen. «Consultamos hasta en la Biblioteca de Patac, pero nada», explica Quintanal. «Son muchas las versiones y ninguna definitiva», añade.

La asociación vecinal destaca la historia «de un antiguo militar que murió al caerse de su caballo cuando pasaba por esta zona». En la actualidad, por la llamada carretera de Ceares no pasan más caballos que los que relinchan dentro de los coches y su Cruz se ha eternizado como emblema del barrio. A su alrededor, se construyen nuevos bloques de pisos, que van mudando la piel de un barrio que tiene como símbolo urbanístico el grupo de La Tejerona.

Este conjunto de 156 viviendas fue promovido por el Patronato Laboral Francisco Franco en 1954. Por fuera, las viviendas son de los años de posguerra. Por dentro, la mayoría de propietarios las han transformado en hogares de este siglo. Su precio se ha multiplicado por cien. Prueba también de que cada vez hay más demanda residencial en Ceares, donde hay pisos de nueva construcción que están saliendo al mercado por 180.000 euros.

El relieve del barrio ha cambiado por completo y en terrenos donde antes había casas de planta baja o naves en desuso ahora se levantan modernos edificios (uno de ellos, totalmente negro, lo han bautizado como «el tanatorio»). La cirugía va para largo. En Ceares aún queda por desarrollar una bolsa de suelo urbanizable de unos 100.000 metros cuadrados. Suelo que se empleará para definir una fachada homogénea en la carretera de Ceares, desde el nudo de la Minera. Los vecinos confían en que «se urbanice de forma coherente».