Eloy MÉNDEZ

Cuando Laura Jiménez y Hugo Suárez eligieron la asignatura optativa Empresa Joven Europea de 4º de la ESO no se imaginaban que acabarían el curso detrás de un tenderete en la plaza Mayor vendiendo productos típicos de Castellón y Teruel. Estos alumnos del IES Fernández Vallín participaron ayer, junto a otros compañeros de su centro educativo y de otros 31 colegios e institutos de la comarca de Gijón, en el «Mercado de Cooperativas Escolares», organizado por la Ciudad Industrial Valle del Nalón (Valnalón) dentro del Programa de Fomento de la Cultura Emprendedora. Una idea que pretende potenciar la iniciativa empresarial entre chicos de educación secundaria.

Cada uno de los grupos de trabajo participantes dedicó los últimos ocho meses a poner en marcha su propia cooperativa. Tras redactar los estatutos, elegir a la junta directiva y constituir diversas comisiones de trabajo, ayer les llegó su día grande. «Es un trabajo de mucho tiempo que finaliza con la venta de los productos de cada una de las sociedades creadas», explicaba Raquel Caso, profesora del colegio Santo Ángel, situada junto a sus alumnos Natalia Soto, Esther Villoria y David Cano tras el mostrador de «La Tiendina», nombre de la cooperativa que fundaron.

Los estudiantes invirtieron parte de sus ahorros para poner en marcha sus proyectos. Por eso, alguno se quejaba ayer del bajo ritmo de ventas. «Algo sacamos, pero mucha gente pasa de largo», se lamentaba Pablo Artime delante del tenderete de «Cupeje», una de las cooperativas formadas por chicos del Corazón de María, dedicada a la venta de dulces y embutidos de Extremadura. Una preocupación lógica si se tiene en cuenta que parte de los beneficios de cada uno de estos pequeños economatos serán destinados a alguna ONG y, el resto, servirán para satisfacer las deudas de sus fundadores.

El «Mercado de Cooperativas Escolares» surgió del empeño de Valnalón por promover la cultura empresarial entre los jóvenes. Este centro empresarial se encarga de poner en contacto a cada una de las cooperativas gijonesas con otras creadas en otros puntos de España, con las que se intercambian productos. Por eso, en la plaza Mayor se podía elegir entre una multitud de productos alimenticios de casi todas las provincias. Pero también había objetos elaborados por los propios alumnos, como las pulseras, broches o libretas que ofrecían Amanda García, Soraya Rodríguez y Alba Riera en su puesto del IES Montevil. «El diez por ciento de lo saquemos se va para Médicos sin Fronteras», repetían a los paseantes a modo de reclamo.

Gracias a esta idea, jóvenes como Guillermo Díaz o Alicia Menéndez, responsables del tenderete del colegio La Corolla por unas horas, descubrieron a lo largo de este curso la dura realidad empresarial. Y, en sólo una mañana de ventas renqueantes, advirtieron la difícil situación económica de la que tantas veces les han hablado sus padres.