Eloy MÉNDEZ

Uno tras otro, los amigos de Wilson P. T. que ayer declararon en el juicio por la muerte de Christian Díaz Tommasiello aseguraron que el joven de origen dominicano se hizo con la navaja que clavó en el pecho de su víctima cuatro horas antes en un bar de Cimadevilla, al arrebatársela a otro de los encausados, Rubén C., que la había esgrimido al iniciar un rifirrafe con un tercero, Marcos Coto. «Se la quitó para tranquilizarlo después de que me la enseñara a mí», relató el propio Coto, que no supo aclarar las causas que originaron esa discusión. Además, todos los testigos aseguraron que los implicados habían consumido grandes dosis de alcohol y droga durante la noche, aunque ninguno de ellos precisó con contundencia la cantidad ni el tipo de bebida. Por su parte, la madre del presunto autor del navajazo dijo que su hijo «llegó muy mal, como zombi» al domicilio familiar dos horas después de la agresión. Las forenses encargadas del caso aseguraron que la agresión fue «mortal de necesidad» y que el cuerpo de la víctima no presentaba señales de autodefensa.

«No me fijo en lo que bebe la gente, pero sé que bebieron mucho y que, cada poco, entraban juntos al baño para drogarse», apuntó el primer testigo que declaró ayer en la sala de vistas de la Sección Octava de la Audiencia Provincial, que negó ver con sus propios ojos el supuesto consumo de cocaína y ketamina. «Hacíamos "calvinkleins", que es una mezcla de las dos sustancias. Íbamos todos chupinaos», aclaró Liliana Deán, amiga de los tres acusados. Por su parte, Jefferson Barragán corroboró la versión de Marcos Coto y señaló que la navaja llegó a las manos de Wilson P. T. tras un conato de pelea protagonizado por Rubén C. y negó haber visto en aquel local a David Joel R., el tercer encausado por omisión del socorro a la víctima.

En la misma idea insistió Georgina T., madre de Wilson, que relató cómo se ha ganado la vida desde que llegó a España hace once años, «limpiando y trabajando en varios sitios para sacar adelante a mis cuatro hijos». «Nunca perteneció a una banda, nunca había tenido una condena, aunque yo sé que bebía y que alguna vez había tenido algún problema», reconoció la mujer, que insistió varias veces en que su hijo «había dejado de salir a menudo varios meses antes del suceso porque estaba haciendo un cursillo para encontrar trabajo». «Aquella noche me desperté a las cuatro de la madrugada y vi que no había llegado. Ya no me pude dormir. Cuando llegó, a las ocho, estaba muy mal, yo le pregunté y lo agarré varias veces para ver qué le pasaba, pero él se fue al ordenador y allí quedó recostado hasta que la Policía vino a por él poco después», relató, antes de «pedir perdón a la familia» de Díaz Tommasiello por «tanto dolor».

Un dolor que comenzó el 12 de octubre de hace tres años, cuando el navajazo que recibió el joven gijonés le seccionó la aorta. «La anchura de la herida externa era de un centímetro y medio, con una profundidad de ocho centímetros y medio y una anchura interior de un centímetro», señalaron las dos forenses encargadas de dirigir la autopsia, que determinaron que «la hemorragia masiva a nivel torácico» fue la causa del fallecimiento. Además, relacionaron las pequeñas heridas en los nudillos con su caída tras la agresión, señalaron que el lugar «era poco iluminado» y que la herida se produjo en una zona vital.