El mismo año de 1888 en el que se construyó la plaza de toros de El Bibio como un acicate para la atracción de veraneantes a un Gijón que quería convertirse, al estilo de San Sebastián o Santander, en una elegante estación balnearia estival, el entonces alcalde de la villa, Alejandro Alvargonzález Alvargonzález (estaría en el cargo entre 1886 y 1890), hizo construir frente a la playa de San Lorenzo, el principal atractivo veraniego local, una gran casa para su residencia familiar, inmueble que 123 años después aún se asoma al arenal al comienzo de las calles de Capua y de Ezcurdia, tras librarse varias veces de la piqueta a lo largo de su historia.

El principal edificio del llamado «martillo de Capua» se construyó, relata Ramón Alvargonzález Rodríguez, catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Oviedo y director de la Fundación Alvargonzález, «en terrenos de las fortificaciones (las defensas que se construyeron a propósito de la primera guerra carlista de 1833 a 1840 y que se comenzaron a eliminar a partir de 1876) que adquirió Alejandro Alvargonzález para construir su casa, en 1888, que después sería reformada en 1899». El arquitecto elegido fue uno de los entonces de más prestigio que trabajaban en Gijón: Mariano Marín.

Siguiendo los gustos de la época, Mariano Marín levantó un inmueble de líneas eclécticas o mixtura de estilos. Moisés Llordén Miñambres, profesor de Economía de la Universidad de Oviedo, en el libro «Guía de Gijón», que vio la luz en 1989, escribe que «en estos edificios se da gran importancia a las fachadas, por el carácter representativo que adquieren, se cuidan detalladamente los diseños y se ornamentan abundantemente con los diversos elementos del repertorio académico, como los órdenes clásicos con predominio de pilastras, cúpulas, arcos, frontones, ménsulas, cariátides, etcétera (...) Suelen estar localizados en las calles de más prestigio y función comercial del área demarcada por el Plan de Mejoras de Jovellanos y aledaños (calles de Cabrales, San Bernardo, paseo de Begoña, Instituto, Moros, Corrida y Marqués de San Esteban), así como en las calles contiguas a aquéllas, pero ordenadas por el ensanche del Arenal (calles de Capua, Ezcurdia, Marqués de Casa Valdés y plaza de San Miguel)».

Cuarto hijo de José María del Carmen Alvargonzález y Pérez de la Sala y de Fabriciana Alvargonzález Sánchez, Alejandro Alvargonzález Alvargonzález nació en Gijón el 3 de mayo de 1850. Gracias a la documentación aportada por el director de la Fundación Alvargonzález, sabemos que Alejandro Alvargonzález Alvargonzález, que era sobrino del brigadier general de la Real Armada y héroe de Abtao, Claudio Alvargonzález Sánchez, estudió en Gijón y en el Real Seminario de Vergara. Luego, a finales de 1860, con poco más de diez años de edad, se trasladó con su madre a Londres para estudiar inglés en el Streatham School.

Regresó dos años después, pero para partir casi de inmediato a Francia, a estudiar francés en el Liceo de Pau. En el país vecino estuvo otros cuatro cursos y por fin en 1867 regresó a Gijón, dominando el inglés y el francés, esenciales para hacer negocios en el extranjero.

Su aprendizaje mercantil lo hizo otra vez en el Reino Unido, por aquellos años en pleno desarrollo de su imperio ultramarino, en la empresa de los señores Bryant Forster & Cía, establecidos en Newcastle (Nordeste de Inglaterra) y dedicados al comercio de carbones, metales, minerales y comisiones, es decir, la que también era la principal actividad portuaria en Gijón. Alejandro Alvargonzález permaneció en la firma hasta 1874. Ese mismo año, el 11 de abril, se casó con Annie Treacher Hodgkinson en la iglesia católica del Sagrado Corazón de Jesús del distrito londinense de Hampstead. La novia era hija de Sir Benjamin Treacher. En junio, el matrimonio fija su residencia en Gijón, donde el 23 de enero de 1875 Annie da a luz a la primera de sus seis hijas y seis hijos.

Ya en 1885, el año de la muerte del rey Alfonso XII, Alejandro Alvargonzález Alvargonzález fue elegido concejal del Ayuntamiento de Gijón y el 15 de septiembre del año siguiente sus compañeros de la Corporación le eligieron alcalde, cargo en el que permaneció hasta el 1 de enero de 1890, después de que su mandato fuera prorrogado, por Real Orden, en 1887.

Por tanto, le tocó a Alejandro Alvargonzález liderar el Ayuntamiento de la villa en unos tiempos de enorme importancia para el desarrollo de Gijón, que crecía ya imparable como ciudad industrial y mercantil, con los ojos puestos en la construcción del puerto exterior en la ensenada de Torres.

De los proyectos que había que llevar a cabo entonces con urgencia estaba el de la traída de aguas desde el manantial de Llantones, que permitiría la llegada del agua corriente a los domicilios (cuyos propietarios pudieran pagarlo).

En 1887, Alejandro Alvargonzález viajó otra vez a Londres, pero en esa ocasión para comprar la tubería para la conducción de aguas desde el manantial de Llantones. Aprovechó el viaje para adquirir también unas artísticas fuentes de hierro forjado, de estilo morisco. La última de ellas aún se puede ver en el parque de Isabel la Católica.

Según relata Ramón Alvargonzález Rodríguez, «poseía una buena biblioteca y archivo; este último, en lo que se refiere a los manuscritos de Jovellanos, pasaba por ser uno de los mejores archivos particulares». También fue «íntimo y eficaz colaborador de Julio Somoza e investiga con éste la vida de Jovellanos y la historia local». Falleció Alejandro Alvargonzález Alvargonzález en 1918. Su esposa, Annie, le sobrevivió cinco años.

Y la casa frente a la playa ahí siguió, viendo crecer la construcción del Muro y de los edificios en primera línea, como las llamadas casas de Veronda, que estaban ubicadas, aproximadamente, frente a la calle de Juan Alonso.

Con la Guerra Civil, en 1936 la gestora municipal frentepopulista puso en marcha el que pasaría a la historia como el Plan de Reformas Urbanas de 1937, que contemplaba el derribo de numerosos edificios para facilitar la circulación, la creación de parques de barriada y, en el caso de la playa de San Lorenzo, dar más amplitud a la fachada marítima con la demolición del Hospital de Caridad (la actual plaza y jardines del Náutico), las casas de Veronda y el «martillo de Capua», además de la eliminación de los balnearios que se asentaban sobre el mismo arenal.

De todo lo descrito el Ayuntamiento frentepopulista hizo todos los derribos, salvo el «martillo de Capua», que, según la memoria colectiva local, se mantuvo en pie por la entrada de las tropas nacionales en la ciudad el 21 de octubre de 1937. Con la vuelta de la democracia a los ayuntamientos, en 1979, el «martillo de Capua» consiguió otra vez el «perdón» y la casa de la hija de Sir Benjamin fue catalogada en el Plan General de Ordenación Urbana de 1986.