En tiempos en que se cuestiona la educación española, con los indices de abandono escolar que no dan tregua y cuando etiquetas como las de "ni-ni" (ni estudia ni trabaja) calan más que las virtuosas, el IES Montevil desafía a las estadísticas con una excelente promoción de segundo de bachillerato. Diecisiete de sus alumnos han logrado cumplir con los requisitos para obtener matrícula de honor, lo que a la postre ha supuesto una frustración para el centro, por la imposibilidad de reconocer todas esas trayectorias brillantes.

La orden ministerial que regula la concesión de ese calificación extraordinaria deja claro que sólo un alumno de segundo de Bachillerato por cada veinte -o fracción resultante superior a 15 del conjunto del alumnado-, puede lograr la ansiada matrícula. Y en Montevil sólo había lugar para cuatro. Bendito problema, dirían algunos.

"No es habitual que en una promoción se junten 17 personas que lo merezcan. Es un hecho extraordinario", valora el director del centro César Suárez apenado porque, pese al esfuerzo, no estuviera en su mano premiarles a todos. "Podemos dar matrícula cuando un alumno llega a una nota media de 9 pero la Universidad de Oviedo establece que es un 5% de la matrícula. Nosotros, con 78 alumnos sólo podíamos dar cuatro", explica. Carmen Naveiras Alba y Sheila Rodríguez Morán, con un 10, y Raquel Fernández Soto y Andrea Anllo Buznego, con un 9,875, son las agraciadas.

Los alumnos restan importancia y dificultad al logro. Asumieron el curso con tranquilidad, y con algo de agobio a última hora por la concentración de exámenes. "La clave es la constancia y el esfuerzo", receta Sheila Rodríguez que quiere estudiar Derecho. Carmen Naveiras optará por Medicina, en concreto por "oncología pediátrica si tengo la fortaleza suficiente". La misma carrera que ha captado el interés de Andrea Anllo aunque ella se inclina por el laboratorio. "Ahora tenemos sentimientos encontrados; estás contento por acabar, pero te entristece dejar aquí media vida", expresa Anllo. Y Raquel Fernández pondrá rumbo a Madrid -espera- donde le aguarda la Ingeniería Aeronáutica para desafiar los tópicos. "Ahora hay más chicas que se interesan por la ciencia pero todavía somos pocas", opina. Además, David Murias, Laura Nozal, Aitor Álvarez Anido, Ainoa Martínez Marcos, Laura Suárez Escobedo, Cristina Torre López, Lucía Illán, Daniel Fernández López, Juan Fernández Suárez, David Sampayo, Germán Suárez Álvarez, Alejandro Cazón y Beatriz Morán Llenín lograron su sobresaliente pero se quedaron sin la merecida matrícula.

Mención especial, dicen en el centro, merece el expediente de David Murias, que en Bachillerato ha alcanzado un 9,625 de media. Ahora piensa en combinar su gusto por la economía con su pasión por los idiomas. Una vez cumpla con la PAU esta semana, cursará Economía en inglés. Si todo sacrificio entre los apuntes tiene su mérito, éste se duplica en el caso de David al que una leucemia obligó a ausentarse varios meses de la rutina escolar el año pasado. "Es un paréntesis en tu vida, después vuelves a ser tú cuando regresas con tus compañeros. Es verdad que marca tu vida para siempre pero lo hace en positivo porque te tomas las cosas de otra manera y no das tanta importancia a una nota y sí mirar lo global y quedar contento con el resultado final", sugiere. David no tiene reparos en que se sepa por el periódico su historial médico y se lo toma como una oportunidad para "animar quienes pasan por una enfermedad así a una edad temprana".

¿Y cómo repercute un grupo tan brillante en la labor docente? "Con estos alumnos es muy fácil trabajar. Son muy receptivos, están interesados en las clases, dices una vez las cosas y se entienden. Eso también le exige a uno mucho más para dar lo mejor de nosotros mismos", confiesa Rosana Rodríguez, una de las tutoras de Bachillerato. En Montevil también certifican que el alto nivel de un grupo contagia a quienes están alrededor. En lugar de generar distanciamiento la experiencia contrastada es que todos los integrantes de la promoción intentan bogar en la dirección hacia la excelencia. "Al ser humanamente buenos, los demás quieren seguir su estela, es un acicate para ellos seguir con la dinámica del curso", asegura la tutora.

¿Y la rivalidad entre excelentes? Nada, dicen, fue cero. "Son muy colegas y se respetan entre ellos. No hubo compentencia por ver quién era mejor. Independientemente de que son alumnos con capacidad de trabajo e inteligentes, todos destacan humanamente por ser grandes personas", valora orgullosa la tutora. La prueba inequívoca que autentifica las impresiones de la maestra sucedió el curso pasado cuando planificaban su viaje de estudios, a Italia, previsto para la primera semana a su vuelta de las vacaciones de Semana Santa. Con David Murias aun convaleciente, sus compañeros, por unanimidad, decidieron posponer unos meses su viaje. "Nihil addere".