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Los vecinos de El Coto urgen a reformar los callejones de Calderón de la Barca

“Sería lo más lógico” sugieren los residentes, que temen “perder plazas de aparcamiento” y prefieren sustituir los tilos por otro tipo de árboles

Por la izquierda, Juan Manuel Martínez, Raúl Rico, Christian Guisado, Mara Piney y Manuel Álvarez, ayer, en un tramo de Calderón de la barca con parches en la acera y, al fondo, uno de los callejones abandonados. | Juan Plaza

Los vecinos de la calle Calderón de la Barca celebran el desbloqueo de las prometidas obras para remodelar su vía –unas labores que va a ejecutar a partir del martes la empresa Cotodisa por 1.165.181,96 euros–, porque entienden que a día de hoy las baldosas sueltas y el parcheado de las aceras son motivo de caídas y tropezones constantes. Pese a ello, tras leer ayer los detalles del proyecto adelantado por LA NUEVA ESPAÑA, se han topado con un detalle con el que no contaban: que los árboles de la futura nueva calle van a seguir teniendo tilos. Eso, junto a una pérdida de plazas de aparcamiento ante la que ya se habían resignado y las dudas sobre cómo encajan sus callejones abandonados en esta reforma, hacen que su aplauso no pueda ser rotundo. “Cambiar los tilos por otro tipo de árboles era un compromiso de Obras Públicas”, lamenta Christian Guisado, líder vecinal de El Coto.

La reforma de Calderón de la Barca implica una reducción de su calzada a 3,5 metros de ancho en todo el tramo, con dos líneas de aparcamiento en cordón y aceras de espacio variable, que oscilarán entre los 2,60 y los 3,40 metros salvo en la que bordea el acceso del colegio Ramón de Campoamor, que se ampliará hasta los 5,10 para permitir el paso seguro de niños. La clave para los vecinos de esta reforma es que sí cumple lo que ellos pedían: unificar el estilo de las aceras. El modelo actual, “completamente parcheado”, aúna “sin criterio” zonas de hormigón con baldosas. Los continuos arreglos de los últimos años hacen, además, que buena parte del tramo tenga una superficie irregular. “El otro día se cayó una señora, estas aceras son muy tramposas”, asegura Raúl Rico, vecino de la calle. Otra residente, Mara Piney, también ha tenido “varios sustos” por tropiezos y baldosas sueltas.

Ganar espacio para las aceras, junto al anunciado retranqueo de los árboles, supondrá la pérdida de varias plazas de aparcamiento, algo más de veinte. Unas diez están ya perdidas por ampliarse el acceso al colegio, una medida aplicada en pandemia. Guisado, en sus conversaciones con Obras Públicas, había dado por perdida esta parte, pero insiste en la necesidad de buscar una alternativa. “Se junta esta pérdida con las que vayamos a dejar de tener por obras en Pablo Iglesias y Balmes. Todo suma. Al final va a ser aún más difícil aparcar en el barrio”, comenta Juan Manuel Martínez, otro vecino de la calle. Entiende, como Piney y Rico, que si se va a ganar espacio de aceras tal vez desplazar los árboles a la calzada sea ya innecesario. Dónde estacionar el coche, añaden, será un problema mayor cuando la calzada, que se verá reducida tras la obra, no pueda permitir el paso de vehículos cuando otros estén en doble fila, una práctica que se ve a diario en el entorno del Campoamor.

Ocho meses de espera

Sin embargo, el gran detalle para los vecinos que deja sin solventar el proyecto son los debatidos tilos. Cuenta Manuel Álvarez, residente de la calle, que la resina de estos árboles deja el suelo pegajoso e inutilizables buena parte de los bancos. “Un portal cercó su entrada, pisándola de nueva, y ahora tienen un gran manchurrón negro que no hay forma de quitar”, completa Martínez. Guisado asegura que cambiar los tilos por otro tipo de árboles había sido la gran demanda de los vecinos de Calderón de la Barca, junto al arreglo de las aceras, y esperaba que ambas peticiones quedasen recogidas en el proyecto de obra. “Viendo que van a levantar toda la calle para meter el sistema de recogida de agua de lluvia, que no lo vemos mal, no entendemos por qué se insiste en replantar tilos. No es una demanda tan difícil”, lamenta el presidente.

Quedará por ver, en los próximos ocho meses que tienen de plazo estas obras, cómo se acomete la reforma de los varios callejones que Calderón de la Barca tiene repartidos por todo su tramo. Son, explican los vecinos citados, callejones que no se pueden eliminar, por tienen unas escaleras que dan acceso a la calle Balmes, pero la falta de iluminación y mantenimiento los ha vuelto casi inservibles. Y los callejones no aparecen en el proyecto de obra. “Nos consta que varios fueron cedidos hace ya mucho tiempo al Ayuntamiento, así que si lo que buscamos es mantener una misma estética en la calle, lo lógico sería incluir los callejones en la obra”, considera Martínez.

“Las áreas comunitarias se arreglarán hasta la línea de fachada”, garantiza el edil Olmo Ron

El edil de Obras Públicas, Olmo Ron, asegura que la remodelación de Calderón de la Barca, que incluirá el ansiado arreglo de sus aceras, incluirá también la adecuación de las áreas comunitarias que hacen de entronque con esta calle a lo largo de todo su tramo. La idea de Ron es remodelar todos los espacios públicos “hasta la línea de fachada”, pero reconoce que los callejones en los que desembocan “no podían incluirse en el proyecto general”. Su objetivo es tratar de acometer igualmente estos arreglos, una vieja demanda de los vecinos, con obras menores a lo largo de 2022. “Se podrán ir haciendo cosas de conservación viaria y haremos más labores de limpieza con Emulsa en los próximos meses. En algunos callejones, puede que tengamos que plantearnos un proyecto con algo más de enjundia”, completa. “Las áreas comunitarias sí están garantizadas. No todas las aceras son espacio público, pero todo el espacio está cedido. Se mantendrá una misma estética”, añade. Sobre los debatidos tilos, Ron reconoce que tendrán que quedarse y defiende su medida. “La plantación en sí no tiene que ver con la suciedad, el problema es el pulgón y es lo que habrá que revisar. Con la obra no se van a retirar todos los árboles y, como los que hay son tilos, los que se vuelvan a plantar tienen que serlo también. Crecen rápido y funcionan muy bien en ciudad”, asegura. La reforma, completa Ron, comenzará el martes a cargo de la empresa adjudicataria, que se tomará unos días “de trabajo logístico” para instalar sus casetas y materiales y señalizar la calle.

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