Gijón vive un nuevo "boom" de bodas: casi sin fechas este año y reservas cerradas para 2024

Las parroquias y restaurantes inician la temporada con más enlaces que antes del covid, aunque con gastos más modestos

Una pareja, durante su enlace en el Ayuntamiento de Gijón, el pasado sábado. | Ángel González

Una pareja, durante su enlace en el Ayuntamiento de Gijón, el pasado sábado. | Ángel González / S. F. Lombardía

En el segundo semestre del año pasado, surgió en Gijón una especie de "boom" matrimonial. Parejas de dentro y fuera de la región pedían cita para casarse, en muchos casos, para celebrar enlaces que llevaban aplazando desde el inicio de la pandemia. Algunos restaurantes tuvieron que doblar su agenda y los sacerdotes cuadraron horarios para oficiar hasta tres por día. Ahora, y pese a que el sector había dado ese auge por superado, el aluvión de bodas regresa con buena parte de las parroquias dando cita para 2024 ante un 2023 con un aforo ya casi completo. Los restaurantes, que empiezan a desempolvar ahora sus manteles, vaticinan una temporada "muy animada" y vuelven a encajar en agendas llenas decenas de bodas y bautizos hasta finales de año. "Está siendo tremendo, ya estamos cerrando varias bodas para septiembre del año que viene", reconoce Andrés Fernández, párroco de La Asunción.

Este repunte de bodas complica ya casarse por lo civil en el Ayuntamiento, al menos, hasta el último trimestre. Este mes había ya 26 enlaces programados y casi 40 para mayo y junio. Y otros 46 en julio. A falta de que más adelante se programe alguna fecha nueva, no hay ningún hueco disponible entre junio y septiembre. Noviembre y diciembre, sin embargo, permiten aún decenas de reservas, en parte porque las parejas que recurren a este tipo de enlaces no siempre hacen coincidir el día del acta matrimonial con la boda y demoran más su inscripción.

Quienes prefieren casarse de blanco y caminando hasta el altar, también tendrán problemas para dar el "sí quiero" este año si aún no han elegido iglesia. Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro, señala entre risas: "Casi podría decirse que tenemos un ‘overbooking’". En su templo, uno de los más demandado por las parejas, apenas quedan huecos este año, se celebrarán más bodas que en 2019, antes del covid, y ya hay novios pidiendo un hueco para casarse a lo largo de 2024. Él cree que, como en el año pasado, muchos de los que pasarán por su templo este año son parejas que llevan ya un par de años comprometidas y que demoraron su enlace por la pandemia y por las restricciones de aforo de los meses posteriores al confinamiento. Él, por su parte, ya tiene días en los que tendrá que oficiar tres bodas en una sola jornada, pero cree que es algo circunstancial: "Creo que el año que viene ya tendremos una actividad más normal".

Luis Muiña, párroco de Somió, está en una situación similar porque explica que tanto el templo parroquial de San Julián como la capilla de La Providencia son entornos que siempre llaman la atención a los novios. En su caso, sin embargo, cree que este año "ya se parece más a uno normal" y no aprecia tanto el "boom" de otras parroquias, quizás por sus fieles parecen ser especialmente previsores: ya está cerrando varios enlaces para el año que viene. Completa Andrés Fernández que, junto a las bodas, también está notando más solicitudes de cita para oficios de bautismos, algo que él personalmente no se esperaba. "Y de bodas, yo creo que este año voy a oficiar incluso más que el año pasado. En agosto y septiembre hay muchísimas", se felicita.

Como tras el "si quiero" hay que celebrar, los palacetes y llagares especializados en bodas están también notando este inesperado nuevo auge de matrimonios. Explica Paco Campa, director comercial del Palacio de la Concepción, que su temporada comenzó ya en marzo y que el "gran ritmo" de 2022 se replica también este año. "Quizás incluso hay un poco de congestión, aunque ahora ya cada vez más oferta de espacios, porque al final se juntaron bodas de dos años que se han ido arrastrando", señala. En los espacios que él gestiona, dice tener algún hueco libre, pero muy pocos, hasta verano, y explica que las parejas que quieran casarse este año y estén mirando ahora sitios muy seguramente tendrán que apostar ya por una boda de invierno, a partir de octubre.

Otra novedad que parece que ha venido para quedarse es el número de comensales. La tendencia es a la baja desde hace ya unos años, pero al sector le da la impresión de que la pandemia ha acelerado en parte el proceso. "La media ahora quizás está en las 150 personas, y en nuestro caso exigimos un mínimo de comensales en las bodas de sábado, así que, en general, estas celebraciones se van recortando. Es un cambio social, antes la costumbre era invitar a muchísima gente, era lo que hacía todo el mundo", razona Campa. Raúl Díaz, director de El Roblón de Castiello, coincide: "A día de hoy ya hay muchas bodas de 90 o 95 personas, y eso hace un tiempo era raro". En su restaurante, quedan apenas un puñado de huecos libres para el resto del año, aunque creen haber superado ya el "momento de desborde" del año pasado, en los que llegaron a organizar convites por semana si caía en festivo. No se esperaba, por eso, que esta temporada fuese a ser así de "animada": "Todo el sector está muy contento".

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